La historia de las hermanas Vetizagatiz - capítulo I

in cervantes •  6 years ago  (edited)


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Aun lo recuerdo bien, a pesar de tener a lo sumo 7 años, casi siempre todas las noches hasta las 9pm, nos reuniamos alrededor de aquel especie de peñón que afloraba por encima de la caminería de la nueva avenida, era menester pararse ahí y ver los pocos vehículos pasar por la recién inaugurada e iluminada avenida, éramos un grupo más o menos grande de chicos que nos agrupabamos de casi todas las calles que formaban el centro de mi ciudad, los de menos edad, que éramos el grupo menos numerosos, casi siempre, vivíamos en esa misma calle por lo cercano, entre las 7pm y 9pm era la diversión entre juegos, chistes de grandes contra chicos, asi pasabamos un buen rato, hasta que se escuchaba un pitido o silbido a lo lejos de papá que nos indicaba a todos los de mi edad que debíamos volver a casa, los más grandes se quedaban más tiempo, recuerdo, que entre los chicos mayores surgia reiteradamente una conversación, donde una palabra me llamó, en su momento, la atención: Vetizagatiz? casi siempre al final hablan de "ellas" “las vistes hoy?” o “la veremos mañana?” Vetizagatiz? me decía, que nombre más extraño, era poco común o mejor dicho nada común, según lo que todos conocíamos, yo no era el único que curioseaba sobre el extraño apellido, otros de mi edad; pero igual de curioso decidimos preguntar sobre las Vetizagatiz, nos dirigimos al aparentemente más grande, pubescente y versado sobre lo que nos ocupaba e indagamos:

-Quienes son las Vetizagatiz?- el chico nos miró con curiosidad y luego posó su mirada a lo lejos como hipnotizado

-Son las muchachas más bellas que jamás hemos visto.Respondió.

-Pero... ¿dónde viven?- Insistí. Pestañeó,, salió de su encanto y nos miró nuevamente con curiosidad.

-Viven al final de la calle Providencia, supongo que es territorio prohibido para ustedes -
aseveró.

-Sí- Confirmamos con pesar encogiéndonos de hombros los cinco. Al ser los de menos edad, se nos tenía prohibido ir más allá de dos calles y la Providencia era casi la última antes de llegar al centro de la ciudad. Esa calle era el transitar diario de la mayoría de los adolescentes que se dirigían al liceo o escuela secundaria más cercana. Aunque existían atajos, casi todos los adolescentes que conocíamos eran obligados a ir al liceo por allí. Por esa misma calle, al estar cerca del comercio, quedaba la carnicería y abasto general de Pepe el portugués, de manera, que desde nuestra escuela si podíamos ir puesto que quedaba del lado contrario.

Una tarde, al salir del colegio, nos reunimos en aquel peñón aquellos 5 pequeños curiosos a planificar alguna especie de estrategia para, por fin, dar con el paradero de las Vetizagatiz. Ramoncito, el más atrevido y el mayor de nosotros, decidió dar el primer paso. Un día viniendo casi todos de comprar pan en nuestro "territorio" nos sorprendió Ramoncito comiendo pan antes de que llegásemos.

-Ramoncito! donde comprastes el pan que no te vimos?- Inquirimos.

-Lo compró papá el el abasto del portugués- Respondió. Entonces una chispa de ingenio y picardía surgió entre todos al mismo tiempo.

-Ramoncito, vete a tu casa y traete otro pan- Le dijimos. Así lo hizo y lo comparamos, mientras nos comíamos el primero nuestro. Concluimos que era el mismo pan que vendía el portugués. Ramoncito, el más atrevido, rió a carcajadas: la coartada para ir, por fin, a conocer a las Vetizagatiz, estaba lista. Todos iríamos a la panadería, “a comprar pan”...

Continuara

Equipo @traslaverdad

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