Cuento - Quiero ser más que su colega.

Su cálida mirada, su dulce voz, esa preciosa y encantadora amabilidad; a diario me entregue a estos pensamientos, realmente quiero poder estar junto a ella, no sólo entre los pasillos de la clínica, sino en esos días soleados de descanso, en aquellas tardes lluviosas al regresar a casa, en cada uno de los maravillosos instantes que puedan existir.
Pero hay una situación, para ser honesto no sé si comparte los mismos sentimientos, hablo con ella a diario, suelo esperarla cerca de su consultorio a la hora de llegada sólo para saludarla. Me considero todo un experto en el arte de las coincidencias, excusas no me faltan para acercarme, encontrarla y coincidir en los mismos lugares, y cuando puedo la hago reír.

Me desmorono por dentro de pensar en esa tímida risa que tiene, ver su rostro sonrojarse y como lo cubre apenas comienza a reír, sus manos delicadas y pequeñas, es inevitable suspirar al recordar su angelical y suave voz. Algo aún más hermoso en ella es su entrañable amor por el cuidado de los niños, verla atenderlos con tanta dedicación en su afán por hacerlos sentir mejor, me hacía quedar cautivo, podría pasar horas observándola, esperen eso no sonó decente, digo en observarla en su trabajo, mientras atiende niños, vaya creo que no lo estoy mejorando.
Muy bien dicen que el que mucho aclara oscurece.

Hoy todos como todos los días la espero en un pasillo perpendicular a su puerta, apenas oiga sus pasos cruzaré como si nada, y ¡presto! Nuestro primer encuentro del día, es muy puntual pero justo hoy no ha llegado. Aquí parado he saludado a la mayoría de mis colegas, pensaran que estoy escapando del trabajo en esta esquina sin hacer nada.

 Es…Escucho unos pasos, aquí voy, me cruzaré con la bonita en tres, dos, pero no es ella, falsa alarma, se trata de su compañero, debo parecer ocupado en algo, demonios, estoy en blanco, no se me ocurre nada, no tengo nada a mano, si camino hasta el escritorio de la secretaria se verá raro esta no es área, ya cálmate sólo actúa normal vas de paso nada más.

 ¿Por qué cuando quiero actuar normal no funciona? No les ha pasado, en esos momentos en los que necesitas verte como siempre, parece que todo tu cuerpo olvida ponerse de acuerdo, no sé qué hacer con mis brazos, está muy cerca, flexiones, eso es, no esto no fue una buena idea, que no puede subir más rápido hice diez y no termina de llegar, me estoy cansando, seguro lo hace apropósito, las señoras de la sala de espera me ven raro.

   ¿Qué ven? Nunca han visto un geriatra uniformado haciendo lagartijas en la entrada de un consultorio pediátrico, vaya si lo pones así creo que perdí la razón, debo retomar el ejercicio, no me veo mal pero no puede ser que me canse tan fácilmente, su grave y animosa voz, fue mi señal para ponerme de pie - ¿no lo sabes? – dijo en tono burlón.

Mi plan fue un asco, bueno ponte de pie deja de hacer estupideces, me aclaré! la garganta - ¿saber qué? – Negó con la cabeza – ella pidió el día libre.

Continuará...