Revolucionar una posición implica factores que van más allá de un gran desempeño individual. Implica nuevas intenciones y decisiones que más allá de parecer arriesgadas, pueden terminar formando un legado. El caso de René Higuita es uno de ellos, un guardameta salido del molde que cambió por completo las reglas del juego, dejando de lado la espectacularidad en el arco para dar paso al concepto de ‘portero-líbero’.
‘El Loco’, nacido en Medellín en 1966, comenzó su carrera profesional en Millonarios a los 19 años, después de haber mostrado grandes aptitudes en diversos torneos juveniles. No obstante, su verdadero camino comenzaría una vez que pusiera pie en el club de su ciudad natal, el Atlético Nacional.
Como arquero ‘verdolaga’, Higuita se consagró campeón de Copa Libertadores al atajar cuatro penales en la final del certamen, además de que levantó también un par de Copas Interamericanas. A pesar de ser un ícono del ‘verde de la montaña’, el antioqueño es mayormente recordado por ser parte de una de las selecciones colombianas más completas en la historia del país.
Carlos Valderrama, Freddy Rincón, Adolfo Valencia, Faustino Asprilla, Leonel Álvarez y el propio Higuita, formaron el combinado cafetero que llevó a la bandera tricolor a los primeros planos. Con la playera amarilla, el nacido en Medellín realizó por primera vez la jugada con la que será recordado por el resto de los tiempos, el legendario ‘escorpión’.
Después de haber circulado por España, México, Ecuador, Venezuela, y más de 8 clubes en su país, Higuita se retiró de manera definitiva (después de haber regresado de una jubilación previa) en enero de 2010 en un partido amistoso jugado entre la Selección de Antioquia y ‘Los Amigos de René’.
Desde entonces, ha encontrado mesura en su familia, dejando de lado todos aquellos escándalos extracancha vividos durante su carrera como futbolista. Todo interés por volver a la televisión o por ligarse de nuevo con el crimen organizado fueron olvidados para continuar con su vida dentro del césped.
En 2011 se unió junto a su amigo Francisco Maturana al cuerpo técnico del club árabe Al-Nassr. Se desempeñó como entrenador de porteros por casi cinco años hasta que en febrero de 2016 tomó el puesto de director técnico interino del cuadro de Medio Oriente.
Pasada su aventura en el fútbol asiático, volvió al equipo en donde se consagró como uno de los mejores cancerberos de la historia, el Atlético Nacional. Desde julio de 2017, se desempeña como entrenador de arqueros de la escuadra ‘verdolaga’, persiguiendo el objetivo claro de convertir a la cantera de Nacional en la mejor academia de guardametas del país.
Bien!
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