El Comandante Chávez, en medio del acto de juramentación del frente de juventudes bicentenario celebrado en junio de 2010, se dispuso a narrar una idea que venía madurando en su cabeza.
El Comandante se percató de un hilo invisible que vienen tejiendo varias generaciones de luchadores y luchadoras a lo largo de la historia, que a pesar de haber nacido en medio del torbellino, tuvieron que ver sucumbir la revolución iniciada a causa de la traición y la infamia, postergando así la pobilidad transformadora, "generaciones que tuvieron que crecer en medio de la frustración, y después ellos iniciar de nuevo la revolución".
De esta forma, Chávez inicia un viaje restrospectivo que le permite identificar esa trágica regularidad histórica signada por la traición y por el esfuerzo de generaciones enteras que asumieron con dignidad la guerra revolucionaria, tal como él mismo la asumió el 4 de febrero de 1992, con entrega total, compromiso y coherencia a lo largo de su vida política.
Sin embargo, Chávez cierra su discurso con vehemencia, y exhorta a la juventud de la patria, a hacer todos los esfuerzos necesarios para evitar que nuestra Revolución Bolivariana sucumba ante el fracaso y la traición, e invita a luchar sin cuartel contra los demonios que vienen sepultando la esperanza y el sueño de la emancipación.
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