A moment with the word
One night I was watching a Christian program on television. A preacher taught about grace. It caught my attention when he said: Let me tell you that it really is grace. Let us suppose that a man has a unique son who is killed. The man has three options: kill the murderer of his son, which would be revenge; let the law deal with him, which would be justice; or forgive him, adopt him and give him the place of his son. That is grace. That's exactly what God did when he saved you and saved me. We are the ones who put His son on the cross. It was because of our sins and iniquities that Jesus shed His precious blood and by His sacrificial death, when we repent of our sins and accept Jesus as Savior and Lord, God forgives us. Not only that, but we have been adopted by the wonderful family of God. See what love the Father has given us, so that we may be called children of God (1 John 3.1).
How true are the words of the song:
¡Sublime grace, how sweet it is, That it saved a sinner like me!
I was lost, but He found me
I was blind, but the sight gave me. So great is the grace of the Father, that Jesus said:
You have loved them as you have loved me (John 17.23).
And so great is His love that Psalm 139.17-18 says:
! How precious are your thoughts to me, oh God¡
! How big is their properties!
If I list them, they multiply more than the sand;
I wake up, and I am still with you.
He not only loves us, but he thinks about us all the time. The Bible says that God never forgets us.
Un momento con la palabra
Una noche estaba viendo un programa cristiano en la televisión. Un predicador enseñaba sobre la gracia. Captó mi atención cuando dijo:
Déjeme decirle que realmente es la gracia. Supongamos que un hombre tiene un hijo único al que asesinan. El hombre tiene tres opciones: matar al asesino de su hijo, cual sería venganza; dejar que la ley lidie con él, lo cual sería justicia; o perdonarlo, adoptarlo y darle el lugar de su hijo. Eso es gracia.
Eso es exactamente lo que Dios hizo cuando lo salvó a usted y me salvó a mí.
Nosotros somos los que pusimos a Su hijo en la cruz. Fue por nuestros pecados e iniquidades que
Jesús derramó Su preciosa sangre y por Su muerte de sacrificio, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y aceptamos a Jesús como Salvador y Señor,
Dios nos perdona. No sólo eso, sino que hemos sido adoptados por la maravillosa familia de Dios.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1 Juan 3.1).
Cuán ciertas son las palabras del canto:
¡Sublime gracia, cuán dulce es, Que salvó a un pecador como yo!
Yo estaba perdido, pero El me halló
Fui ciego, más la vista me dio. Tan grande es la gracia del Padre, que Jesús dijo:
Los has amado a ellos como también a mí me has amado (Juan 17.23).
Y tan grande es Su amor que el Salmo 139.17-18 dice:
¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!
¡Cuán grande es la suma de ellos!
Si los enumero, se multiplican más que la arena;
Despierto, y aún estoy contigo.
No sólo nos ama, sino piensa en nosotros todo el tiempo. La Biblia dice que Dios nunca nos olvida.
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