«Rodando Historias» por Asia

in cicloturismo •  4 years ago 

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Entrevista con el viajero córdobes Juan Ignacio Bettolli en la que nos cuenta su viaje por Asia con su proyecto «Rodando Historias»

¿A qué te dedicas? ¿Dejaste de trabajar para realizar el viaje?

Soy cocinero, tuve un servicio de pizzas a la parrilla durante 9 años en Córdoba (Argentina), hasta que en 2017 lo deje para irme a trabajar en Australia también como cocinero y a viajar por Asia. A fines de 2018 me decidí de lleno a viajar y en Marzo de 2019 comencé mi primer viaje en bicicleta.

¿Qué países recorriste en Asia y cuántos kilómetros hiciste? ¿Cuánto tiempo te llevo?

El recorrido fueron unos 12000 km, comenzó en Beijing, capital de China, Mongolia, le región de Altái en Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán e Irán, el viaje me llevó unos 7 meses y medio.

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¿Qué te deja el viaje, la cultura, vivencias?

Sin duda el aprendizaje de las diferentes culturas, la capacidad del ser humano para adaptarse a los entornos más adversos y hostiles, como las vivencias compartidas con gente local y también las lecciones de humildad y hospitalidad son lo más preciado que guardo. Todo ello decanta un trabajo introspectivo y de análisis de la realidad en la que a uno le toco nacer por simple albedrio.

¿Te preparaste de alguna manera para el viaje?

El único entrenamiento que hice fueron los 30 kilómetros que separan la fábrica de bicicletas con el hostel en donde me aloje en Beijing, de hecho hacia un año que no realizaba ningún deporte más que un par de salidas de trekking.

Contanos que bici llevaste, como la armaste, el equipamiento usado.

Me contacté con un negocio en Beijing que se dedicaban a la fabricación de bicicletas de cicloturismo, y en base a ciertas recomendaciones y a mi falta de conocimiento en mecánica me incliné por lo más simple. Mi bicicleta es una Boskey Wanderer rodado 28 de acero cromoly, con cubiertas Schwalbe maratón plus de una pulgada (hubiese sido más acertado un rodado 26 y cubiertas de 2 pulgadas), cambios Schimano Deore de 27 velocidades, frenos V-break en las dos ruedas (hoy me inclinaría por unos frenos a disco mecánicos) y manillar mariposa. En cuanto a las alforjas use las Ortileb Back Roller Classic (20 litros) (traseras y frontales), bolso frontal Vaude. En total eran más de 60 kilos con la bicicleta incluida, iba cargando recuerdos que compraba en el camino, sumado a lo que traía de los meses previos a la etapa en bicicleta, sumado a regalos que la gente me hacía.
Pastores de reno nómades en Mongolia al borde de la Siberia rusa (Valles de Taiga, norte de Mongolia)

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¿Qué paisajes o lugares te impactaron más?

Todos tienen su impronta, pero el que más me impacto fue sin lugar a dudas Mongolia que paso de ser el imperio más extenso del mundo al país con menor densidad de población, donde más del 30% es nómade, respetando las antiguas tradiciones, los caminos son casi inexistentes, al igual que los servicios que nosotros consideramos como básicos se convierten en un lujo, esto último se extiende a varios países. La cordillera del Pamir, cuando vas bordeando Afganistán te pone la piel de gallina.

¿Dónde dormías? ¿Qué te pareció la comida de aquellos países?

Principalmente en carpa y cada 10 a 15 días, dependiendo la zona buscaba algún alojamiento para poder bañarme con agua caliente, lavar ropa y descansar. También muchas veces fui invitado por gente local para quedarme a dormir en su casa, a veces por varios días.
Respecto a la comida, hay diferencias según el país. China e Irán entran en el podio, después diría que sigue Rusia con buena variedad y en el resto caes en una monotonía de platos, ingredientes y sabores. Pero es parte de la experiencia y probas lo que te sirven, carne de caballo, leche fermentada de yegua y camello, té con leche salado, no es para aprensivos digamos jajaja.
En Kirguistán

¿Te adaptaste con el idioma?

Con el idioma me pude defender bastante bien, tuve mis baches, en China me fue casi imposible y en Mongolia a los manotazos zafe, sus pronunciaciones guturales son muy difíciles para nosotros. En los países que terminan en “stan” se hizo cuesta abajo, porque al haber sido parte de la Unión Soviética heredaron el ruso y en el camino lo fui aprendiendo, son sonidos pronunciables, te permiten identificar palabras y cuando ven que te esforzas por entenderlo te enseñan. Después en Irán son los más despiertos digamos, de algún lado te buscan a alguien que hable inglés, porque el Farsi es primo hermano del árabe, muy duro y leerlo imposible directamente.

¿Qué le dirías al que quiera hacer un viaje por aquel continente?

En primer lugar que todos los preconceptos sobre la inseguridad y el peligro que la gente suele tener, los elimine, porque la hospitalidad y el cariño que te brindan te hace sentir diminuto. Obviamente hay zonas de conflicto, pero son las menos.

Por otro lado siempre que haya una situación de adversidad vas a encontrar alguien que te ayude. Si van a atravesar zonas muy remotas, preguntar a gente local información al respecto, como por ejemplo la distancia entre pueblos; llevar comida suficiente, ver si hay cuencas de ríos para el agua, repuestos y herramientas (el alambre y bridas son fundamentales), estar atento al clima y las temperaturas. Leer un poco sobre lo que son los códigos de vestimenta y costumbres (en Mongolia es una falta de respeto muy grave pisar a alguien o patearlo sin querer, inmediatamente hay que darle la mano en señal de disculpa).

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Recomendaciones

Por último una recomendación por experiencia propia, sin buscar asustar a nadie, simplemente ser precavido, sobre todo si se planifica ir a zonas muy remotas o un viaje largo, el tema a tener en cuenta es contratar un buen seguro médico por si acaso, ya que a mi sin previo aviso en Mongolia me tuvieron que operar de urgencia por apendicitis y con poco margen de maniobra.
Sin dudas viajar en bicicleta es algo que no tiene nada que se le parezca a la hora de buscar descubrir, vivir y disfrutar el mundo donde vivimos. La posición en que la bici te pone, la exposición y contacto con el entorno, la velocidad y el esfuerzo de cada metro avanzado, te llevan percibirlo de una manera que te permite revalorar las simplezas que a veces olvidamos con tanto bombardeo de información que recibimos a diario.
Conclusión del viaje

Desactivas ese “piloto automático” y derribas ese concepto de que el viaje es el simplemente el destino y vivís cada minuto. Además la bicicleta te permite esa capacidad de improvisación, de tomar prácticamente cualquier sendero, acampar donde te guste y si las cosas se ponen muy difíciles, simplemente paras al costado del camino y levantas el pulgar.

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