Llegó el día de la acción. Ya es 26 de diciembre. Es el día de partida, pero esto implica una serie de preparativos de los que hablaré en otro artículo. ¡Llegó la fecha! Si la fecha del plan llega, ya es acción. Salí de mi casa muuuuy temprano. Me había levantado a las 4:30 am, para que me diera tiempo a salir a las 5:45 pues en la estación del metro Los Dos Caminos era el encuentro.
5:45. Salida de casa. Salí sola. Estaba oscuro y ya la poca gente en la calle me saludaba con arengas, inclusive desde sus carros. Pedaleé cargando una bolsa en la mano que apenas podía apoyar en el volante. Era comida para el día: unas mandarinas, un par de hallacas y arepas, cosas que ya no me cabían en las alforjas, pero que iba a consumir ese mismo día. Habría que repartir o reorganizar.
Julio y yo, antes de pasar el Túnel de Turumo.
Los muchachos prometieron estar para recibirme, pero no fué así. Sin embargo, no tardaron más de diez minutos. Llegaron con sus perritos Peque y Spot (un pincher y un mucuchíes cachorro). Victor ha viajado muchas veces, pero esta era la primera ocasión de Julio. Llegó Nelson, otro veterano del cicloviaje, y comimos antes de salir.
6:45. Partimos por la avenida Rómulo Gallegos, siempre hacia el este, hasta que nos unimos a la autopista que va hacia Guarenas, pasando por Petare. Allí íbamos, emocionados, ya transpirando la subida y con la intención de pedalear hasta Margarita. Era 26 de diciembre, apenas las fiestas de fin de año se sucedían una tras otra...y continuaban. Nosotros formábamos la nuestra. La rodada es una fiesta.
7:15. Túnel de Turumo (yo preferí caminar por el espacio que parece una acera: estaba muy sucio y con vidrios en algunos espacios).
Salida del túnel. Mis oidos rezumbaron por un rato más.
7:35 am. Salida del túnel. Junto a la carretera previa al túnel, la bajada es genial. Luego seguimos por la autopista de Guarenas y seguimos hacia el oriente.
10:00 am. Atravesamos túnel de Caucagua. En ese momento estaba completamente oscuro, ¡Qué miedo, uno ya no es visible y tampoco puede ver si no tiene luces!...pero es mucho mas corto que el de Turumo.
Los sucesivos puentes sobre quebradas y ríos justo después de Guatire tienen juntas de dilatación que, a veces bastante separadas poseen el ancho de mis ruedas y el largo suficiente para quedarme trabada ¡Ojo, que hay que atravesarlas en diagonal o, inclusive bajarse de la bici y pasarlas poco a poco, porque allí el tráfico es muy rudo (camiones, gandolas a toda velocidad y en banda) y en esa maniobra diagonal uno puede ser atropellado.
Mucho cuidado, que es posible caer aqui y dañar un caucho y su rim. Pero también debe tenerse cuidado cuando se esquiva, porque pasan camiones muy pegados a tu lado.
La sensación que tuve toda esa rodada era de una carretera inclinada como si yo fuera en subida, pero donde yo podía adquirir una velocidad mayor y utilizar el plato grande con piñon pequeño. Una rodada muy productiva.
En el camino se ven ventas de cochino. Luego, muuucho más adelante, venta de mandarinas y rodando máaaas adelante, de cambures. Unos mini cambures. Comí al comprarlos y luego comí mientras rodaba.
13:50. Al llegar a la alcabala (Guardia Nacional) de Las Lapas, decidimos almorzar las hallacas mientras esperábamos a Victor y Julio con sus mascotas. Sabían a gloria y no necesitaban calentarse. Antes, solicitamos apoyo a los funcionarios respecto de conseguir un aventón para adelantar el mayor kilometraje posible para llegar a Margarita. Fuimos escuchados con atención y buena disposición.
Las bicis descansando...¡y nosotros también!
Esperamos más de una hora a los muchachos y en eso conseguimos una cola hasta Río Chico. Habíamos recorrido poco más de 75 kilómetros. Cuando esperamos cola, procuramos tener desarmadas las alforjas y colocada la cadena y velocidades en posición de seguridad.
Al llegar, buscamos la estación de bomberos. Hablamos con el personal solicitando permiso. Aceptaron ser nuestros anfitriones y nos pidieron registrarnos. Ya teníamos un refugio seguro.
Descansando de la primera jornada. Bomberos de Río Chico
En el patio de los bomberos armamos la carpa porque de 18:00 a 19:30 hay muchos zancudos. Los muchachos llegaron pedaleando corrido, sin agarrar atajos automotores. Al menos no vivieron el terror de los mosquitos.
Pudimos cocinar en la cocina de los bomberos y Julio preparó una sopita de lentejas con pasta ¡divina! y reparadora.
La lluvia comenzó y nos resguardamos, con la sugerencia de los bomberos, bajo techo. Igual fue en carpa.
Continuación: 2. Despertar en el cicloviaje.