Cuando un pequeño pez conocido como guppy o pez millón está expuesto a depredadores, bien en estado salvaje o en cautividad, el peso de su cerebro es mayor que el de sus congéneres que viven en un entorno exento de peligros, según un nuevo estudio publicado en la revista Functional Ecology.
Investigadores de la Universidad Mgcill, en Montreal, Canadá, reunieron un grupo de estos peces procedentes de dos ríos del norte de Trinidad. En estos ríos, hay unos grupos de peces que consiguen establecerse en un espacio sin depredadores, y otros grupos, más numerosos, que viven en otras zonas con depredadores.
Según explica Adam Reddon, autor principal del estudio, en un comunicado de la citada universidad, “el pez millón presenta un excelente modelo en el dominio de la evolución, ya que esta especie ha colonizado numerosos ríos aislados de Trinidad, ofreciendo diversas condiciones. Nosotros nos interesamos especialmente en la evolución del cerebro de este pez, que es el preferido de muchos depredadores”.
En el curso de esta investigación, los científicos compararon el peso relativo del cerebro de estos peces millón en entornos sometidos a una fuerte y débil presión depredadora y descubrieron que, en relación con su cuerpo, el peso del cerebro de los machos que vivían en entornos muy peligrosos era de media un 17% más alto que el los otros peces que vivían en las mismas aguas, pero en un entorno con apenas depredadores. Esta tendencia no se aprecia, sin embargo, en los peces hembra.
También en laboratorio
Los investigadores quisieron saber si estos resultados se apreciaban también en un entorno controlado, como es el laboratorio, donde se puede regular a voluntad la presión de los depredadores.
“El cerebro es un órgano muy maleable”, explica Laura Chouinard-Thuly, co-autora del estudio. Y añade: “por eso queríamos ver si el efecto de los depredadores observado en medio salvaje se podía deber a experiencia vivida en los primeros años de su existencia”.
Para comprobarlo, situaron a un grupo de estos peces en un acuario, a la vista de un depredador que estaba en otro compartimento. Esta exposición, meramente visual, al depredador, se repetía cinco minutos cada vez, cinco veces por semana y durante los primeros 45 días de vida de los peces millón. Al mismo tiempo, otro grupo de peces fue expuesto a la vista y el olor de otros peces no depredadores, para poder contrastar los resultados.
Esta experiencia puso de manifiesto también que los machos expuestos a la vista de un depredador en el momento de su desarrollo, presentaban un cerebro con un peso 21% mayor que el de los cerebros del grupo de control. En este caso, nada indica tampoco que la exposición a depredadores haya influido para nada en la masa cerebral de las hembras millón.
Según los investigadores, esta diferencia entre machos y hembras puede deberse al color que presentan los machos, que son mucho más llamativos y por ende resultan más tentadores para los depredadores.
Añaden que, seguramente, el aumento del peso del cerebro de los machos, en relación con el tamaño de su cuerpo, puede aportarles una ventaja ante la amenaza del depredador, permitiendo posiblemente a estos peces detectarlos antes, descubrir sus tácticas y en consecuencia escapar con más posibilidades de sobrevivir.
Estímulo para el desarrollo cerebral
El cerebro consume mucha energía, por lo que su volumen generalmente está relacionado con las necesidades de un animal para su supervivencia y reproducción. El tamaño del cuerpo de las hembras de estos peces millón es el doble que el de los machos y tienden a vivir más tiempo.
Los investigadores consideran que, dado que las hembras adoptan una estrategia de reproducción lenta y constante, los inconvenientes asociados a la producción y mantenimiento de un tejido cerebral voluminoso podrían compensarse de otra forma, mientras que en el caso de los machos podrían obtener algún beneficio sólo en situaciones de amenaza depredadora.
Con relación a los machos, las hembras guppys poseen un cerebro más grueso en relación al tamaño de su cuerpo, y este estudio ha constatado que el volumen cerebral de los machos sólo aumenta si necesita adquirir una ventaja, si bien todavía se desconoce qué partes del cerebro de estos peces es la que crece y de qué manera estos cambios influyen sobre su comportamiento.
En cualquier caso, parece claro que la amenaza de los depredadores representa un estímulo para el desarrollo cerebral, lo que permite deducir que es uno de los mecanismos de la evolución para elevar la inteligencia en el medio animal.