En Astronomía se denomina “oposición” a cómo se encuentra situado un planeta en relación al Sol y la Tierra. Dicho de otro modo, cada planeta tiene una órbita determinada alrededor del Sol, y en función de lo excéntrica (ovalada) que esta sea, la distancia a la Tierra puede ser mayor o menor.
Un ejemplo muy claro se da con el planeta Marte, que tiene una órbita muy excéntrica, lo que hace que varíe considerablemente su tamaño percibido desde la Tierra, según se encuentre en su localización más cercana a nuestra órbita, o bien cuando se encuentre a su mayor distancia. Esto también acontece con la Luna; aunque las órbitas de la Tierra y la Luna son poco excéntricas, tampoco llegan a ser circulares, lo que comporta que la distancia no siempre es la misma, y en ocasiones vemos a nuestro satélite con un tamaño mayor que otras veces.
En el año 1877 se generó una “gran oposición” entre la Tierra y Marte, ya que este último se encontraba en su punto más próximo a nuestro planeta. Este acontecimiento propició que el italiano Giovanni Schiaparelli, ingeniero de profesión y astrónomo de vocación, se interesara en observar y estudiar la superficie de Marte.
En esas observaciones Schiaparelli descubrió unas líneas rectas de miles de kilómetros que cruzaban Marte y que aparentaban ser una especie de caminos o canales. Los llamó “canali” ya que pensó que se trataban de canales naturales o cauces por los que pudo haber corrido el agua en un pasado remoto.
El problema con este asunto es que el término “canali” fue mal traducido al inglés, hecho que propició que un astrónomo americano llamado Percival Lowell creyera que se trataba de canales artificiales en lugar de naturales, motivo que implicaría la existencia de algún tipo de vida inteligente capaz de desarrollar semejante infraestructura. En definitiva, Percival Lowell desarrolló la teoría de la existencia de los marcianos, extraterrestres viviendo en Marte.
Percivall Lowell construyó un gran observatorio astronómico en el desierto de Arizona que todavía hoy en día permanece activo, en el que se dedicó durante años al estudio de estos canales a partir de los dibujos realizados en su momento por Schiaparelli, escribiendo varios libros al respecto.
Lowell estaba convencido que estos canales eran construcciones realizadas por los habitantes de Marte, y su finalidad era transportar el agua existente en las zonas polares del planeta rojo hacia lugares más áridos situados en la zona ecuatorial.
Esta teoría causó bastante estupor en la comunidad científica quien la consideró absurda y fantástica, siendo ampliamente rebatida. Lowell finalmente tuvo que reconocer que los canales marcianos eran ilusiones ópticas resultantes de estructuras naturales existentes en Marte.
A pesar de todo, hoy en día muchos científicos defienden que hace miles de años podía haber existido en Marte suficiente cantidad de agua en estado líquido que fluía por cauces naturales creando dichos canales, lo que confirmaría las ideas iniciales de Schiaparelli .
La mayor aportación de Lowell en este asunto es que sus teorías impulsaron la aparición de la novelas de ciencia ficción basadas en la existencia de los marcianos y su posterior repercusión mediática y cultural a lo largo de todo el siglo XX.
Pero tampoco sería justo que el trabajo de Lowell quedara minimizado por una teoría propia de la ciencia ficción. En sus últimos años de vida, Lowell se dedicó a estudiar las órbitas de Urano y Neptuno, y se dio cuenta de ciertas anomalías y perturbaciones bastante curiosas en las mismas; no se podían explicar dichas órbitas sin recurrir a la existencia de un nuevo planeta en el sistema solar. A este planeta lo bautizó con el nombre de planeta X, y pensó que tendría que tener un tamaño 6 veces superior al de la Tierra; a pesar de dedicarse encarnecidamente a su búsqueda, Lowell murió sin poder encontrarlo.
Hubo que esperar al año 1930 para que otro astrónomo de su observatorio descubriera la existencia de Plutón. Aunque en principio parecía que el problema estaba resuelto, en estos últimos años se ha descartado, no solo que Plutón influya en Urano y Neptuno, sino que se ha dejado de considerar a Plutón como un planeta debido a su pequeño tamaño.
A pesar de ello, nuevos estudios y simulaciones parecen confirmar la necesidad de la existencia de un noveno planeta, el planeta X de Lowell, que estaría situado en el cinturón de Kuiper, y que tendría un tamaño 10 veces superior al de la Tierra.
Referencias:
https://www.astromia.com/biografias/lowell.htm
https://revistadehistoria.es/percival-lowell-el-hombre-que-fue-marte/
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/6715/Giovanni%20Schiaparelli
https://www.abc.es/ciencia/abci-schiaparelli-astronomo-descubrio-temibles-canales-marcianos-201610191129_noticia.html
http://astrogea.org/foed/efemerides/2003/marte.htm
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