CRITICA DE CINE: TULIP FEVER

in cine •  6 years ago 

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Una muy bien concebida película de época que desvaría cuando se convierte en idilio romántico con el cultivo de los tulipanes de fondo. Teniendo a la ciudad de Ámsterdam como su escenario en los albores del siglo XVII cuando el comercio holandés se abrió paso provechosamente asumiendo la conquista comercial del mundo. Hoy sabemos que los grandes renacimientos culturales son el resultado del esplendor comercial: el dinero es progreso. La cultura necesita del ocio de los artistas para expandirse sobre una base material sólida. Y los Países Bajos serán junto a Italia las zonas geográficas donde el Renacimiento y el Humanismo se instaló con el más elevado éxito sí hemos de creer a la historia laica canonizada. En éste ambiente se desarrolla “Tulip Fever” con las actuaciones de Alicia Vikander y Christoph Waltz en los roles principales.

“Tulip Fever” es una película de romance y traición. De amores buenos y malos. Su simplicidad es total aunque se trate de una decepción sostenida con final ambiguamente feliz. Las reflexiones en todo caso tienen que ver más con el matrimonio como cárcel del conyugue femenino obligada a vivir desde una sumisión justificada por los códigos religiosos, sociales y morales al uso. La esposa tenía que ser adorno y paridora. Y de no ser así, pues se le desechaba.

En el caso que nos ocupa “Tulip Fever” se sostiene desde el anacronismo de sus realizadores que ofrecen un acto de rebeldía amoroso cuando en realidad el amor romántico forma parte de la mitología que nace con la liberación femenina en pleno siglo XX. ¿Matrimonios por amor? En la película eso está descartado en su inicio. Y hubiera podido transitar por ese camino escabroso y realista ofreciendo una propuesta inédita a los lugares comunes en éste tipo de historia tal como vimos recientemente en “Lady Macbeth” (2016) de William Oldroyd.

Pero a “Tulip Fever” eso no le interesa. Procura un relato de heroínas desde un plan basado en el engaño que sinceramente luce forzado y hasta caricaturesco. El drama está servido alrededor de un esposo ricachón obsesionado por obtener la tan ansiada descendencia de un hijo varón como trofeo ya que intuye que su perdurabilidad terrenal está en riesgo. Obcecado y terco se encariña de su joven esposa sin ser correspondido. Y la mesa está servida. Amores impuros son los que abundan, imperfectos y quebradizos, sólo sostenidos por una confianza endeble. La aparición del joven pintor desencadena el drama y los daños son desparramados sin inclemencia. Una vez más acudimos a la primacía de las pasiones sobre el sentido común de las razones. Lo demás es predecible, incluso un desenlace amargo pero con final feliz para todos los involucrados en éste enredo de época.

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