Podemos ver en películas que los sitios fríos se ven muy agradables, pero particularmente creo que es cuestión de gustos, soy de clima cálido, es lo que me gusta, es donde siempre he vivido y no tengo muchas intenciones de vivir en un sitio que la temperatura sea muy baja.
Tengo un amigo que se fue a vivir a Canadá, y a veces puedo hablar con el, y lo que me dice del frío es casi que sólo de imaginarlo ya me da frío. Temperaturas bajo cero, o cercanas a cero no es algo que haya vivido, pero, estuve en Mérida, Venezuela, y el frío era casi intolerable para mi, aun cuando no estaba por encima de 10 grados.
Nuestro cuerpo se adapta a muchas realidades, lo sé, pero es un proceso, y además, la temperatura de una ciudad afecta emocionalmente a las personas. Es fácil darse cuenta que las personas que vivimos en climas calientes solemos ser más habladores, incluso hablamos y caminamos más rápido que personas de clima frío.
Siempre he vivido en una ciudad calurosa, no es un problema para mi, porque es mi realidad, y la ha sido siempre durante toda mi vida. Cuando he podido viajar con mi ha sido ha espacios que estén en contacto con la naturaleza, y donde lo verde predomina, porque es lo que me agrada ver.
Vuelvo al tema de mi amigo, el que está en Canadá´, pienso que lo disfruta, porque es lo que me ha manifestado, la nieve, el vapor que sale de su boca cuando está al aire libre, el hecho de usar abrigo todo el día todos los días, entre muchas cosas más.
Cada espacio, según sus características, condiciona a las personas, así como las personas van cambiando y amoldando los espacios para hacerlos más amigables, aunque a veces se termine afectando negativamente, pero son procesos de transformación necesarios para la subsistencia.
Pero, finalmente debo decir que aún cuando parezca hasta divertido estar en un espacio con condiciones climáticas tan duras, no es algo a lo que particularmente me expondría.