Me quedé en varios hoteles en Riohacha en 2009, recuerdo al menos 4 donde pasé días o semanas del mes y pico que estuve en esa ciudad. El primer hotel valía 7000 pesos, unos 2.30 € al cambio de 2009. Estaba muy cerca de la terminal de bus y el sitio no tenía nombre. Tras una acalorada discusión con algún otro huesped por haberme despertado con sus ruidos a las 7 o las 8 de la mañana, el staff de la pensión me echó del lugar. Mi amigo Ciro que tenía un puesto de salchipapas justo delante de ese hostal, me recomendó el hostal Charjona donde se alojaba él, de 6000 pesos. Era peor aún, la habitación muy pequeña y el colchón muy malo. El baño dentro pero no había agua, había que coger un balde y bajar a llenarlo a la planta de abajo que había un pozo. Me sorprendió cuando el dueño me dijo que todo el mundo se dejaba la puerta de la habitación sin cerrojo, pero resultó ser verdad que a pesar de ser un sitio tan humilde nadie se metía a robar en las habitaciones de los demás. En la planta baja que era una especie de patio de tierra, con algo de vegetación y bastante descuidado, se solían ver ratas que pesaban más de 1 kilógramo de peso sin duda. A pesar de todo el lugar tenía su encanto. Había una cocina a la entrada para los huéspedes y en esa zona había una televisión en la que nos sentábamos a veces a ver cualquier cosa. El dueño era cordial, me acuerdo de estar sentado a su lado algún día y darme cuenta de que tenía en las narices una matilla de pelo de las más largas que he visto jamás en un hombre. Yo comía siempre fuera, me compraba comida por la calle, por la noche por ejemplo cerca del hotel siempre había un señor que llegaba con su carro y su olla llena de arroz y vendía para comer en la calle platos de 3000, 4000 o 5000 pesos, según la cantidad obviamente. Arroz con garbanzos y yuca básicamente. A veces aderezaba la cena con un jugo de fruta tropical por 2000 pesos en el puesto de mi amiga y era ya una cena realmente deliciosa.
Una noche estaba yo de madrugada hacia las 3 de la mañana afuera de la habitación, fumando marihuana y tomando el aire en el pasillo que hacía las veces de balconcillo de las habitaciones del piso de arriba. En eso que escuché a una chica llamándome desde la otra punta del pasillo. Me acerqué para ver que quería y me dijo que ella y sus 2 amigas estaban montando una pequeña rumba en su pieza, estaban oliendo perico, y que si podía invitarlas a fumar marihuana. Me quedé mirándolas y eran 3 prostitutas que conocía de vista. Les dije que por supuesto, que las invitaba con mucho gusto. Pasé a la habitación y enseguida había muy buena onda. Me invitaron a varios pases de cocaína y yo les regalé algo de marihuana para que liaran. Estábamos haciendo bastante ruido hablando fuerte. La pieza de ellas era igual de destartalada que la mía, recuerdo que el colchón donde dormían las 3 juntas tenía una curvatura muy pronunciada al estar deformado. La ventana de la pieza no tenía cristalera y lo único que protegía la intimidad del interior era una humilde cortina corrediza. Cuando ya llevábamos unos 20 minutos compartiendo ellas y yo, quizás mientras comentaban algo de como les había ido el día en el prostíbulo que quedaba a apenas unos 100 metros del hostal, la más impulsiva de ellas, una flaquita de piel clara muy simpática de veintipocos años, me dijo textualmente que "les gustaban los tipos con la verga grande". Yo andaba bastante envalentonado por sentirme tan bien acompañado y por estar esnifando perico, además recuerdo que en ese momento ya estaba yo medio empalmado de observar a las 3 jovenzuelas viciosillas en su salsa, así que ni corto ni perezoso respondí "pues yo tengo una buena verga".
Ellas pudieron notar el abultado paquete y pidieron que se la enseñase. Saqué mi verga a pasear delante de las 3 colombianas. "Ah pues sí que tienes una buena vergaaa...". El ambiente se empezaba a calentar cada vez más entre el calor humano y el calor del caribe colombiano. De las 3 chicas sin duda la más lanzada era la flaca, luego había una mulatita bastante guapa que más o menos le seguía el rollo y luego había una con la que ya había conversado amablemente otro día pero que esa noche decía no encontrarse muy bien y no andaba demasiado entusiasmada. Y menos sin dinero por en medio supongo. Pero la flaca se encargaba de animar aquello. Empezó a decirme que sacase algo de dinero y me follase a 2 de ellas. Les dije que no tenía apenas dinero, que lo justo para hotel y comer. Dijo que no importaba. Dije que sí importaba, estábamos bromeando. Pero a mi amiga la flaca por lo visto le ardía el coño una barbaridad y empezó a tontear cada vez más. Al cabo de unos minutos empecé a notarle que sin dinero de por medio podía acabar teniendo sexo con ella. Fue muy explícita. Me pidió que me tumbase en la cama boca arriba y con la polla afuera y empalmada. Eso hice. Ella se contoneaba como una atractiva arpía.
-Voy a chupártela- me dijo.
Ya le daba igual el dinero. Supongo que también por el efecto de la cocaína estaba caliente y quería sexo.
Empezó a ponerse encima mío. Su boca se acercó a mi pene erecto.
Dio un lametón al glande y se disponía a realizarme una felación.
En eso que escuchamos una voz que venía de la ventana.
Era el dueño del hostal que corrió la cortina en ese preciso instante.
-¡Pero qué hacen! ¡¡Están corrompiendo al español!!
El muy cabrón debía de llevar un ratillo observando el interior de la habitación disimuladamente.
La verdad es que estábamos armando mucha bulla para ser las 3 o las 4 de la mañana y se escuchaba en todo el hotel.
Pero fue justo cuando se disponía la amable muchacha a chupármela cuando le dio por correr la cortina
y gritar semejante estupidez como que me estaban corrompiendo. Ni que fuera yo un monaguillo.
Me quedé con una sensación agridulce porque me hubiese follado al menos a 1 o quizás 2 de ellas vaya usted a saber si quizás hasta a las 3, pero el dueño del hostal obviamente estaba celoso de mí.
Desconozco si recibía algún tipo de favor sexual a cambio de dejar buen precio pero aunque nunca me echó nada en cara a mí y se dirigió solamente a ellas, quedó claro que no le hacía ninguna gracia que me las fuera a follar allí gratis.
Esa fue una muy divertida noche en el hostal Charjona de Riohacha, una anécdota muy peculiar,
aunque hubiese preferido que se concretase la felación y todo lo que hubiese venido luego, obviamente.
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