Es muy probable que algunos de los lectores de este post hayan escuchado la canción “Quinto Centenario” de los Fabulosos Cadillacs, una alegoría a las bellaquerías y excesos que acompañaron el tortuoso periodo del “descubrimiento de América”. Ya que esta es otra de las historias que nos cuentan en el colegio, pero de la que también se obvian episodios que pudieran obscurecer el final feliz del cuento. Como es costumbre en este rincón de opinión, lo único que pretendo es entregar elementos que contribuyan a que el rompecabezas tenga mas piezas y sean ustedes quienes decidan si el tigre o en este caso el marinero es como lo pintan…
Ya lo dijo aquel hombre entregado a la disertación en algún lugar del mundo: “De vez en cuando hay que ir sólo a un parque, comprarse un helado y sentarse en la rueda de la duda y la desconfianza”. La versión colegial hablaba de un avezado marino (seguramente no tanto como Popeye –el de las espinacas, por si acaso-) que llega con una manzana y convence a Chavela (De ahí se inspiraron los charros mexicanos) de empeñar sus joyas, claramente no me quiero imaginar la cantaleta de Fernando (todos sabemos que él era el parásito de la relación) al descubrir que su mujer le había “comido cuento” a un culebrero genovés y quizás “emburundungada” por un Tequimón le entregaba sus alhajas.
Al menos a mí, en el colegio no me relataron algo muy diferente. Pero con los años y asimilando que la historia se cuenta según quién la escriba, ¡Como que uno se va animando a comerse ese helado en la rueda! Eso de que a Kennedy lo mató una “bala mágica”, que Fidel Castro estaba de paseo en Bogotá el 9 de Abril del 48, que Pedro Infante o Pedro Juan Moreno sufrieron desafortunados accidentes, que las invasiones a Irak, Afganistán o Libia fueron operaciones de liberación o que el cartel de Cali solo le dio plata a Samper, estos y muchos supuestos más son los que me ubican como un escéptico y como tal, ya no me quedo con la historia que me cuentan…
Frente al mito de “Cristóbal Colón” se tejen muchas dudas, por ejemplo sobre su origen, que si del Reino de Génova, que si catalán, que si gallego… tras revisar estas teorías, debo decir que estoy mas cercano a que Cristóbal Pedro Fernández de Sotomaior o Pedro Madruga, tenía raíces gallegas y era un judío sefardí; esto no es especulación y tiene respaldo académico y jurídico, desde que Alfonso Philippot se dio a la tarea de desenredar el árbol genealógico del personaje en cuestión, el mismo investigador da cuenta que el insigne marinero no lo era tanto, el buen Pedrito era mas reconocido por sus labores como comerciante de textiles (razón por la cuál se embarcaba en carabelas con frecuencia y en cuyos recorridos escuchaba historias de vikingos o reyes africanos que llegaban mas allá de las Islas Azores).
Otro historiador de renombre como Jaques de Mahieu, con evidencia física y mucha circunstancial, señala directamente a “Colón” de ser un mentiroso y farsante, va más allá incluso al acusarlo de escoger estratégicamente a su esposa Felipa tanto para tener oportunidad de huir a Portugal (recordemos el ultimátum y la persecución a los judíos por parte del Imperio español) como para acceder a privilegios, entre los que se cuenta el acceso a la tesorería de Sagres (en este sitio reposaban todos los “secretos” de la armada portuguesa) e incluso una audiencia con el confesor de la mismísima Reina Isabel -Fray Pérez- quién termina siendo el responsable de que la monarca “se suba al bus” de la expedición, en este punto hay que señalar que otra de las teorías -esta si quizás un poco mas conspirativa- habla de que Colón fue subvencionado por un grupo de judíos que pretendían un nuevo hogar tras ser inminentemente expulsados del Reino de Castilla, incluso va mas allá y dice que en el primer viaje a “Las Indias” embarcó judios… Aunque esta última parte no la encuentro descabellada, considerando que la salida del Puerto de Palos no fue muy festiva y coincidía con el ultimátum a los judíos.
El proyecto “Cipango” (Japón para los griegos) era el destino ofrecido y promocionado, pero “en sus adentros” nuestro personaje ya estaba infectado por un conjunto de conjeturas que necesitaban de un hilo conductor y fue un suceso del destino el que terminó por convencerle. A la playa de Portosanto -su lugar de residencia hacia 1476- llegó una embarcación defenestrada y con el personal desahuciado, Pedrito Madruga en un gesto cristiano los socorre y alberga en su casa al capitán Alonso Sánchez de Huelva, quien le cuenta su periplo y por supuesto detalles como distancias, vientos y obstáculos. Este episodio es obviado por los biógrafos benévolos, ya que es la explicación para evidenciar que “el descubridor de América” era solo uno mas tras los vikingos, el Rey Aboubakar y el mismo Sánchez de Huelva.
Como es bien sabido por todos, la audiencia con sus majestades no fue “perita en dulce” ya que los expertos de la Corte al no tener acceso a la información privilegiada del plan completo, no le encontraban ningún valor agregado a la propuesta, lo anterior se evidencia en uno de los apartes del texto de las conocidas “Capitulaciones de Santa Fe” (“la Biblia” para Pedro Madrugo que se aventuraba a explorar nuevas tierras para el Imperio) en el cuál se establece que el arriendo de las carabelas a Martín Alonso Pinzón será por 4 meses, ¿Eran brujos o tenían certeza de que ese lapso era suficiente?
Luego vinieron las expediciones y con ellas el resto de la evidencia circunstancial: con la toponimia de sus “conquistas” basta sólo un ejemplo: San Salvador (mismo nombre de la casa donde nació Pedro Madruga) y otros interrogantes como: ¿Si era genovés, por qué bautizaba los territorios “descubiertos” en Castellano-Gallego? ¿Si era italiano por qué el documento mas relevante de su vida (la Carta Toscanelli) no está en ese idioma? ¿Por qué la tumba del padre de Pedro Madruga está en el mismo sitio en la que estuvo “Colón” por primera vez? ¿Sabían que los nombres de los indígenas que nuestro personaje le presenta a los reyes católicos eran Cristóbal y Pedro? Una más… ¿Saben a quién le entrega Diego Colón la gobernación de Puerto Rico? ¡A Cristóbal de Sotomaior¡
Sólo el tiempo dirá si tanta evidencia circunstancial es fortuita y debemos seguir orgullosos que nuestro amado país haya inspirado su nombre en “El Almirante”, eso sí, menos mal cambió su apellido de Collon a Colón, ya que en gallego es un término para referirse a los testículos. Aunque pensándolo bien, a partir de allí puede venir ese mal endémico de los colombianos a la hora de elegir a sus gobernantes: ¡somos unas guevas!