Mi día puede ser triste, miserable, rutinario y peor. Puede ser funesto y convocarme al abismo, pero hasta ahí. Porque el día no es eterno y le sigue el atardecer, la noche, la madrugada... y en esos momentos te tengo, te abrazo con el deseo de fundirnos y olvidar la humildad que nos rodea, las situaciones económicas, el pan que falta.
Mi día puede ser adverso, pero mi mundo es dichoso, porque el sol se oculta cada tarde y la sumatoria de las horas que vienen después convierte en fortuna, las carencias.
Mis días no cuentan. Mi mundo comienza a valer cuando te veo.