Corrían las 11:00 pm del sábado 13 de enero, me disponía a arreglarme como cada sábado a un local diferente, mientras, no sabía que el destino tenía preparado un encuentro casual con la chica de turno.
Decido salir a Rosalinda uno de los locales de la Caracas “Cosmopolita”, un local para mayores de 25 con un target de chicas que nunca defraudaba en compañía de par de “panas”, pasaban las copas ida y vuelta mientras ojeábamos el local a ver quién podría ser la que se iría con cada uno.
Celebraba un ascenso, pero la promoción sobraba, solo quería alguien con quien pasar la noche, mientras observo a Camila, una desconocida que para el momento no sabía el nombre y con el tiempo tampoco importaría, solo podía ver su trabajada figura, su jean a “la cadera”, su pelo rojo y su “inusual” gorro de licenciada.
Retumbaban los beats y al verla no podía evitar sentir una atracción que me hacía necesitarla, tome un trago y me llene de valor era el momento de acercarme, pase lo suficientemente cerca para verla detalladamente de arriba abajo, al primer repaso la había visto, pero no había notado sus ojos verdosos y las pecas que se veían a través de su camisa blanca traslucida.
Sus ojos se posaron con los míos y no hizo falta más, su mirada decía lo mismo que la mía, sus ojos mostraban interés y no podía disimularlo, invito un trago y no se niega, primera señal de un “acercamiento”, “Con que Licenciada” son mis primeras palabras, a lo que responde “Si, Comunicación Social”, me aprovecho y susurro “eso merece una felicitación”, la abrazo con fuerza y las palabras sobraron, ella estaba hecha para mí y yo para ella, quizás no para un amor duradero, pero si para mi primer cometido de esa noche y porque no algo más.
Nos separamos y suena el reggaeton de turno -no es mi música preferida, pero era la excusa para un acercamiento con Camila-, bailábamos y cada más la cercanía era más intensa, su grupo quedó atrás y el mío ni hablar, no necesitaba amigos, conocidos, ni nada, solo la necesitaba a ella y ella a mí, seguimos bailando y siento un escalofrío pasado por mi espalda, Camila pasó su lengua por mi oreja y la invitación que toda la noche había esperado finalmente había llegado.
Seguimos bailando, pero la acción de Camila había cambiado el juego baje mis manos hasta sus nalgas y las apreté con firmeza, no dijo nada y en plena pista de baile trate de tantear por su vientre, tratando de llegar más abajo, hasta que llegó otra invitación, te espero en el baño ¡exclamo! Y mi mente no lo podía creer.
Llegamos al baño, por suerte vacío y todo lo que había pasado por mi mente toda la noche a fin se hacía realidad, la voltee contra el espejo mientras besaba su cuello, halaba su pelo y notaba que sus ganas crecían cada vez más, volteó se arrodilló, bajo mi cierre y sin pensarlo empezó a jugar con mi miembro erecto.
El momento era único, estaba allí con la Lic. Camila una recién conocida que tenía mi miembro en la boca y por su expresión solo pedía más, la alce sobre el mesón, quite su camisa y desbroche su sostén para descubrir sus firmes senos que no podía de dejar de besar, morder, lamer, baje su pantalón y sin consentimiento la penetré con la embestida más grande que pude, gimió, sonrió y en el oído solo me dijo “ahora dame más”, fue como la tercera señal que me invitaba a no parar, seguimos, al compás de la música variando las posiciones por los siguientes cinco minutos.
Sonó la puerta y la llegada a la realidad nos invadía, seguimos, pero ahora con el apremio de terminar la tarea, hasta que un gemido al unísono representó el final del momento.
La noche continuo y ella no pidió mi número, yo tampoco el de ella, aún no se si nombre real era Camila o no, pero quizás no quisimos complicarnos con detalles, en su lugar preferimos disfrutar el encuentro de dos cuerpos desconocidos que hoy están en el pedestal de historias de ambos, sexo casual que siempre recordaré con la Lic. “Camila”.
Concurso patrocinado por @purapapita y @vicokiwi.
Reto a @giffoni a participar en el concurso