Juana de Arco también conocida como la Doncella de Orleans, fue una joven heroína francesa que puso en jaque al poderoso ejército inglés en el transcurso de la Guerra de los Cien Años. Sus orígenes humildes no impidieron que, inspirada por mandato divino, liberara el sitio de Orleans de manos de los ingleses. Pese a ello, sería condenada y ejecutada por herejía. Años después su figura sería rehabilitada y cinco siglos más tarde fue declarada santa patrona de Francia. Juana de Arco nació en el seno de una familia campesina acomodada hacia 1412, aunque no hay seguridad en la fecha pues ella misma ignoraba su edad. Era hija de Jacques d'Arc e Isabelle Romeé. Parece que era la menor de una familia de cinco miembros. Juana no sabía leer ni escribir pero tenía habilidad cosiendo e hilando. Juana era una niña especialmente piadosa. Vivió en una Francia marcada por la Guerra de los Cien Años, que enfrentaba a Francia y a Inglaterra por el trono francés (1337-1453). Durante los últimos años del conflicto las batallas se intensificaron y tuvieron como protagonistas al heredero francés al trono, Carlos VII, y a Enrique VI de Inglaterra. Mientras su país estaba en plena guerra, Juana de Arco comenzó a experimentar una serie de sucesos que calificó de divinos y con solo 13 años aseguraba haber visto a San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita los cuales le habían revelado su misión. Esas visiones y voces cambiaron el destino de Juana, ya que le ordenaban ayudar al delfín Carlos, que estaba retenido en Orleans, liberar la ciudad y expulsar a los ingleses. Hacia 1428, las voces le indicaron que debía partir hacia Vaucouleurs, lugar en el que se encontraban las tropas de Carlos VII y presentarse ante Roberto Baudricourt, capitán de la guardia real en dicha localidad. Como era de esperar Baudricourt no le hizo caso en su petición de una pequeña escolta para ir en busca del Delfín pues debía darle un mensaje secreto que le había sido revelado por las voces. Pero Juana no se dio por vencida. Pocos meses después, los ingleses tomaron la delantera en el conflicto con el asedio de Orleans. Esto hizo que el ejército francés se trasladara a la localidad de Chinon. Todo parecía perdido ya. Juana volvió a insistir a Baudricourt que esta vez le dio el visto bueno y le permitió ir en busca del rey, para lo cual le asignó una pequeña escolta, puesto que el viaje por tierras borgoñonas era peligroso. Para proteger su reputación siempre fue vestida de hombre. Una vez en Chinon Juana volvió a pedir Carlos VII que le permitiera dirigir sus tropas. La corte y el propio rey tenían sus dudas sobre la muchacha que más les parecía una enajenada. Sin embargo, Juana le reveló al rey un secreto que sólo él conocía (posiblemente relacionado con la legitimidad de su nacimiento) y que le habían desvelado sus voces. El Delfín quedó convencido, aunque antes de ponerla al mando de sus tropas hizo que la joven fuera examinada en Poitiers por un comité de sabios, médicos y obispos cuya conclusión fue que Juana tenía acceso a Dios a través de la voces que oía, enviada para salvar el reino. La posición de los franceses se estaba debilitando y no había tiempo que perder. En 1429, Juana de Arco, bajó las órdenes divinas, dirigió el ejército de más de 5.000 hombres que le confió el heredero francés para librar Orleans. Aunque Juana no sabía nada de la guerra la fe en sus visiones y la fe en ella de quienes la rodean la convierten en una hábil guerrera. Este hecho permitió que Carlos VII fuera coronado de manera simbólica como rey de Francia en Reims. Gracias a la victoria comandada por la Doncella de Orleans Francia fue recuperando territorios hasta conseguir la retirada inglesa de tierras francesas. De esta manera, una antigua profecía que decía que una joven doncella salvaría a Francia mediante un milagro, se veía cumplida a ojos del pueblo Aunque se curtió en las batallas no perdió su bondad y piedad, y así prohibió el pillaje entre sus tropas, organizaba misas y asistía a los heridos. La joven Juana, tras cumplir su misión, dejó de oír las voces y quiso regresar a su casa. Pero antes de volver tuvo que librar dos batallas más en París y en Compiègne. Y durante el combate en Compiègne un 24 de mayo de 1430, fue capturada por el duque de Borgoña. Más tarde fue vendida al ejército inglés para que fuera procesada. Los ingleses querían desacreditarla para limpiar la reputación de Inglaterra. Juana de Arco fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico. Durante el proceso Juana declaró que las voces que oía procedían de los santos y de Dios. Sin embargo, el tribunal la acusó de brujería y afirmó que las voces a las que hacía referencia provenían del diablo y no de Dios. Muchos creen que este juicio tenía como objetivo principal desprestigiar a Carlos VII, sí lograban descreditarla a ella, Carlos que había sido su valedor caería con ella. El proceso contra Juana duró tres meses y durante todo este tiempo, el tribunal se aseguró que la heroína francesa no tuviera posibilidad de defensa. Fue un juicio plagado de irregularidades. A pesar de ello, Juana se defendió con elocuencia, poder de convicción, rectitud e inteligencia. Sus acusadores intentaron por todos los medios que confesara su herejía, utilizando para ello engaños y torturándola psicológicamente, no lo hacían con tortura física porque querían una muerte pública para la Doncella. Parece que Carlos VII a pesar de recibir la ayuda de Juana no hizo nada por ella. En un momento de su declaración durante el proceso la joven heroína se retractó de sus declaraciones lo que hizo que se le conmutara la pena de muerte por la cadena perpetua. Pero poco después volvió a reafirmarse en que las voces que oía tenían un origen divino por lo que nuevamente se la condenará, y esta vez, de forma definitiva a muerte. Finalmente el 30 de mayo de 1431 Juana de Arco murió en la hoguera en la plaza de Ruán Juana sería beatificada muchos años después en 1909 y canonizada en 1920, convirtiéndose en la patrona de Francia y en símbolo de la unidad nacional. Juana de Arco fue una mujer que aprendió a pelear como un hombre y que fortalecida por su férrea determinación y su inquebrantable fe la hicieron merecedora del respeto de sus compañeros de armas convirtiéndola en una heroína sin precedentes. Juan de Arco se convirtió en todo un referente en la historia de la mujer. Fue una revolucionaria adelantada a su tiempo. Y se lo hicieron pagar. Pero su figura histórica fue tan relevante que su nombre y sus hechos han pervivido a través de los siglos.
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