CARMEN

in cronica •  last year  (edited)

CARMEN


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Carmen era la manifestación del misterio. Vivía hacía mucho tiempo en una casa derruida situada diagonal a nuestra casa. A menudo mi madre la visitaba durante el día y conversaba con ella en cortos momentos. Ella decía que Carmen sufría una enfermedad espantosa que la hacía una mujer huraña y aislada de las ráfagas del viento.

Nosotros nos reuníamos frecuentemente en la esquina de la casa de Carmen a contar cuentos de muertos y fantasmas. No sabíamos con certeza si era la casa la que nos convocaba a repetir leyendas de lloronas suplicantes, contadas por nuestros padres tal vez para someternos a su voluntad amorosa. No sabíamos si la silueta del misterio de Carmen, era el gorjeo de las lechuzas que atravesaban el espacio sobre las casas donde se realizaban algunos actos mortuorios. Por supuesto que este desafío de estar cerca del misterio, era una decisión colectiva para darnos mutuamente fuerzas contra aquello que nos hacía temblar. En soledad la cosa era distinta. Cuando mi madre me enviaba a la tienda de Yeyo a comprar queso para la cena, pasaba rápido sin mirar la casa de las paredes desconchadas. A veces la miraba de reojo, cómo quien presentía el llamado de la muerte detrás de las conchas marinas.

—Carmen ha estado muy enferma— afirmaba nuestra madre.

—Últimamente su vientre ha sido una fuente de pus; pareciera que no se hubiese aseado durante años—

Este fenómeno fue precisamente observado por nosotros, cuando un color amarillo se posó sobre las paredes de su casa, después que escuchamos unos gemidos de dolor llenando la calle, en el momento que se servía la cena.

El Bemba medio asustado nos convocó al centro de la observación más estelar. Las paredes en principio de color amarillo, se metamorfosearon en el rojo astral de la muerte y entonces un río inmenso ocupó toda la casa, arrastrando las paredes y llevándose el cuerpo de la anciana, el cual flotaba como una Ofelia entre tantas latas de zinc, acumuladas a través del tiempo. Buscamos la manera de detenerlo, lanzando palos a la rápida corriente del agua y algunas cuerdas que, por los hechos del azar, pudieran detenerlo en alguna acera de la calle que bajaba hasta la casa de María.

Todo resultó inútil y Carmen se perdió en medio de la cañada y suponemos que su cuerpo se lo tragó la corriente lacustre, al igual que a su habitación oscura, cuando los bomberos de tanto indagar el paradero de la anciana, se rindieron por obra del cansancio elevando sus súplicas al cielo.

Carmen murió ahogada en un inmenso río que inundó su casa.



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