^{_{Hablar de Maracaibo es gratificante, de por sí su nombre es bello, es un canto solar que nos acompaña día a día. Ese principio de la canción «Maracaibo en la Noche» de Jesús Reyes, cómo nos despierta, nos hace una ciudad de gentilicio único, y ese verso maravilloso, inmortal «De cuando en vez besando tu casta frente», extraño en la linealidad de una canción.}}

^{_{Hablar de Maracaibo es contar anécdotas, o hablar de sus lugares recónditos o emblemáticos, lo que realmente enriquece su historia, ¿y por qué no hablar de uno que hoy recuerdo con cariño?. Bella Vista es una de sus avenidas tradicionales y en un tiempo no muy lejano, fue una referencia imprescindible en su vida física y espiritual. Recuerdo sus casas amplias, hermosas, parecían realmente palacios de las mil y una noche, antes que llegara la modernidad y la arquitectura aérea se impusiera en la edificación de edificios como un verdadero desafío de Nemrod.}}

^{_{Recuerdo un café llamado Habana Lunch, lugar de encuentro necesario de los amantes de la noche, y digo esto porque, la noche fue un embrujo para mí y algunos amigos como Jesús Pascal y Norberto Piña, hoy ausente. Pero digamos que era un embrujo intelectual, ya que pasábamos largas horas de ellas estudiando matemáticas en la famosa cede, llamada Las Laras, cede del programa de postgrado en Matemáticas de la Facultad de Ingeniería de La Universidad del Zulia. Y después de este gozo en disquisiciones abstractas, esperaba el café nocturno en Habana Lunch y las interesantes conversiones con personajes de todos los matices, cómo un encuentro inesperado con la talentosa periodista Milagros Socorro y su acompañante el actor Orlando Urdaneta ya famoso por sus actuaciones en películas nacionales y bastante taquilleras para la época. Habana Lunch era administrado por un cubano, bastante jovial y conversador, sólo que un tiempo después resultó ser un asesino pedido por la justicia norteamericana. Sorpresas te da la vida dice una canción.}}