Un día mis lágrimas decidieron salirse de mi lagrimal y no permitieron que se reprodujeran ninguna más de ellas en mis asimétricos ojos café, uno más apagado que el otro, sin casi pestañas. Eran tantas lágrimas que no terminaba de salir una cuando ya la otra le seguía, se peleaban por salir. Pero no eran cualquier tipo de lágrimas, no eran las típicas que estaba compuestas sólo por agua y yodo, estas lágrimas eran visionarias, veían un futuro más lejano del que cualquier astigmatismo o hipermetropía pudiese alcanzar a ver. A veces amenazaban con salir, en casos de ansiedad nublaban la vista, pero para evitar su derrame los ojos se cerraban y eran apretados con toda la fuerza de los músculos faciales.
Decidieron emigrar aquel lunes 10 de julio, emigraban por muchas razones, la rutina de lubricar en el ocular era todo una travesía, llorar cuando alguien hería al pobre Daniel era difícil de parar, sobre todo si él no había bebido agua en todo el día. Las lágrimas artificiales no eran mucho cuando había ardor en los ojos, pero intentaban competir contra las reales. Las lágrimas falsas eran sus alter egos.
Las primeras lágrimas derramadas relacionadas con el amor fue cuando Daniel tenía 13 años, dio su primer beso y la chica lo rechazó, allí se sintió mal y sólo dejó que dos lágrimas reales salieran por el mismo ojo, el derecho, por donde se empieza a llorar cuando duelen un poquito las cosas. Cuando cumplió 15 se escaparon otras tres por el golpe que le dio un chico de 5to año a Daniel, le dejó el ojo color violeta y esas salieron inconscientemente, de esas que no sientes sino hasta que llegan a los labios. Las últimas fueron cuando Carlota le dijo que se iría a Suiza definitivamente, allí las lágrimas se reunieron en el lagrimal que casi no era usado, es decir, el izquierdo y decidieron emigrar para tener una mejor calidad de vida y de estabilidad emocional, no sólo ser derramadas por cosas importantes, sino también por lo que ellas decidieran, si querían ser heridas allí estarían brotando sólo para demostrar que ellas también limpian, no sólo salen y ya.
Cuando las lágrimas salen, emigran o se escapan significan que se van, y que no regresarán más o eso pensaba Daniel, pero el futuro es tan incierto que él no se esperaba nada, o por lo menos no de la huida de sus lágrimas reales, porque no quería pasar toda una vida yendo a la droguería a comprar las falsas.