El sueño del pintor (cuento)

in cuento •  6 years ago 

Despertó ese día como cualquier otro, la soledad era su compañía del otro extremo de la cama por mas de once años, reflexionaba aun dormitado sobre su vida solitaria, pero con la convicción de conseguir a esa mujer, con la que compartir sus ideas, sus gustos, y organizar una familia. Así que con buen ánimo, se levanto de su cama, preparó el café y luego se dispuso a pintar en su lienzo ubicado en la sala de estar, mientras tomaba pequeños sorbos. Trazaba líneas de forma firme y majestuosa. Aquel cuadro se llenaba de los colores de la primavera, de bellas azucenas, gladiolas, violetas, clavellinas, rosas, distintas flores que cubrían el fértil terreno de las colinas verdes, cargadas de arboles, caminos colmados de hierba fresca, como una extensa alfombra verde, le acompañaba el azul pastel del cielo, en el riachuelo se reflejaba un día despejado, escaso de nubes, como si en algún momento hubiesen posado en el.
Tanto fue la concentración en su obra, que al culminar su paisaje se vio irrumpido por el hambre, y se dirigió hasta la cocina, amontonó una pila de frutas que compró en el supermercado el día anterior e hizo un surtido de las mismas. Al terminar de preparar la ensalada, llevó cada fragmento de aquellas delicias naturales a su boca, sintiendo el dulce jugo del melón, siguiendo con las fresas y los bananos, de vez en cuando comía tres piezas de las diferentes frutas al mismo tiempo. Se sentía plácido mientras observaba su creación, reflexionaba la forma del paisaje, su estética, y los matices de aquel cuadro, mientras seguía comiendo los trozos de su ensalada. Llego a imaginar que podía aliviar el calor que le generaba al ver la pintura de esa intensa primavera con cada bocado.
Al terminar de comer, se percató del crepúsculo que transcurría en ese instante, lo observo por un momento colocado frente a la ventana de la sala y acto seguido se dispuso a cambiarse las ropas para salir al supermercado. Al llegar, se dirigió a las estanterías donde se ubicaban los vegetales y cogió algunas hortalizas y legumbres, para la cena y el desayuno del día siguiente. Pagó a la cajera la compra hecha y se marchó de nuevo a su hogar. De regreso, se encontró que una de sus vecinas mas antigua, se mudaba, se llamaba Sara, era el amor platónico de su infancia, veían las clases de primaria en el mismo salón, se enteró que se trasladaba al interior del país, noticia que lo hizo sentir afligido, siguió caminando hasta llegar a la puerta de su apartamento, colocó las bolsas en la mesa y se recostó en su sofá, a pensar en Sara, en los buenos momentos que paso con ella, y lo que nunca le pudo decir acerca de sus sentimientos. El cansancio le ganó entre recuerdo y recuerdo hasta caer en un profundo sueño. En las quimeras creadas por su mente, se encontró que se situaba de igual forma en su casa. En aquel plano onírico, tomo su paleta y pincel y comenzó a trazar líneas en la hoja sostenida por el caballete. De pronto pudo advertir la presencia de ella, estaba en el umbral de la puerta principal, callada e inmóvil, con la mirada muy afable, fija hacia él. Dejo de ejecutar sus movimientos sobre el pliego, para fijarse en aquella dama desconocida. Sus cabellos eran ondulados en espesa melena negra, como la noche sin luna y ausente de estrellas, diminutos lunares que decoraban su blanco y lozano rostro, que aumentaban su belleza, era de figura delgada y grácil. De repente al querer cruzar palabras con ella se despertó súbitamente la mañana siguiente, un poco desconcertado. Esto le empezó a suceder con frecuencia.
Al despertar después de aquel sueño, se levanto del sofá decidido a buscarla en las calles y tratar de encontrarla. Esa mañana transcurrió casi en su totalidad, y caminando cerca de una librería, observo una mujer de características similares a la del sueño, se ubicaba del otro lado de la cera, al cruzar la calle para querer abordarla, pasó un autobús, el cual ella arribó y no pudo alcanzarla.
Con el pasar de los días este sueño persistía en su mente, a tal punto de llegar a sentirse agobiado por el mismo. La belleza de esa mujer lo dejaba abrumado, a tal nivel que llego a sentir un amor particular por ella, muy singular, un afecto sin deseo, sin atracción carnal, pero le cubría un querer que no sabia explicar. Una noche al volver a soñar con ella, y verla en el mismo umbral de siempre, fue la primera vez en escuchar su voz, Y le dijo.
_ Pronto llegaré a tu vida.
Esto lo hizo llenarse de mucha emoción, que su exaltación estaba conjugada con la ansiedad, obligándolo a querer estrechar la cabellera negra de ella con su pecho, pero en ese instante despertó. La frustración, no la guardó en su ser, tomo el lienzo guardado en unos de sus estantes y empezó a laborar, sabía a la perfección cada detalle, cada parte anatómica, la imagen de ella estaba tan clara en su mente, que sin ningún desperfecto la pudo retratar. Al terminar los últimos retoques de los surcos de la boca, pudo admirar el resultado de su creación. Su cara angelical era perfecto para el, hermoso como en sus sueños, admiró sus facciones y encontró familiar la mirada profunda de sus ojos, acto seguido lo cogió y lo colgó en la pared de su cuarto.
Al día siguiente al caer la tarde, el repicar del teléfono, interrumpe el degustar de un vino mientras este se disponía a dirigir aquel trago a su paladar, levanto la bocina y descubrió que era su amigo Juan, de la universidad, aquel que lo invitaba en varias ocasiones a inolvidables eventos sociales, ese caso no era la excepción, la reunión se celebraría en la casa de este. Terminada la conversación telefónica se preparó y acomodó para ir al encuentro.
Mientras recorría las avenidas, recordaba las palabras que le dijo la desconocida del sueño, esto lo desconcertaba, se preguntaba: _ ¿quien es esta mujer?, ¿porque soñar con ella?_. Se fijaba en diversos rostros, de las señoras, chicas y jóvenes que transitaban por la avenida, pero ninguna era la de su sueño. Avistó el conocido edificio donde vive su amigo y entró en el. Al llegar a la sala de su anfitrión y después de saludarlo calurosamente a el y a los invitados, estaba Cintia, elegante mujer, de abundante cabellera negra y ondulada, con pequeñas pecas en la cara que decoraban su angelical rostro, se quedo impresionado al verla, pensó por un instante en haber encontrado la chica del cuadro, de ese sueño persistente, pero no era así, Cintia tenia similitudes pero no era la misma del cuadro. Su amigo se la presentó y tuvieron toda esa tarde y el resto de la noche, para tener una larga conversación de diferentes experiencias y emociones. La noche se hizo corta para la tertulia que ambos establecieron.
Llegado el día siguiente, se veían las caras y a la vez sonreían, olvidándose de los acompañantes y del entorno, cansados ya por la pernocta creada por la reunión, seguían charlando y conociéndose, se sentían cómodos, algo en el interior de el le dijo que Cintia era la mujer de su vida, la musa de los cuadros que un futuro pueda pintar, la flor de su interna e interminable primavera, su amor. Al terminar la reunión, todos embriagados ya de tantas copas de vino, Cintia y el compartieron sus direcciones y contactos para planear posibles encuentros.
A partir de esa noche dejo de soñar con la mujer del cuadro, después de ello su interior y su alma consiguieron serenidad, se sentía más tranquilo, como la plenitud de sus cuadros primaverales. Sus sueños ya eran diferentes, y muy variados, fantasiosos como cualquier otro, lo único que lo hacía recordar a esa extraña mujer era aquel cuadro pintado producto de sus sueños.
Una noche después de llegar del caos de la ciudad, al terminar algunas diligencias de asunto formal, se recostó en su sofá a reposar la fatiga de su cuerpo, en ese instante sonó el timbre de la puerta, haciendo que se levantase para descubrir al visitante, era Cintia quien tocaba, era de forma imprevista su visita. Al entrar se instalaron en el sofá de la sala de estar y empezaron a charlar, en una de sus conversaciones ella pregunto por la mujer del cuadro que avistó una vez en su cuarto, a lo que el respondió:
_Lo pinté de un sueño que tuve hace tiempo
_Es que se asemeja a mi –añadió Cintia-.
_Si, lo realice pensando en la musa interna, aquella que se guardaba en mi interior, la que habitaba en un rincón de mi alma, y decidí plasmarla en ese lienzo y al ver el resultado apareciste en el.
Al escuchar esto Cintia se sintió alagada, lo abrazo y poso su melena negra sobre su pecho, no hubo mas palabras solamente un largo y sereno silencio, hasta que ella alzo su mirada hacia el para observar su rostro y mostrarle su sonrisa, el la vio fijamente a los ojos pronunciando en el interior de su mente un te quiero, acaricio su pómulo y le beso los labios. Esa noche estaba muy fría y se necesitaba de más calor, así que los dos amantes se despojaron de sus ropas y se unieron como dos llamas encendidas que formaron un fogonazo de gran intensidad, y en cuestión de tiempo se torno cálido el ambiente. El con sus manos acariciaba su pelo y besaba con furor a su amada, mientras ella hundía la punta de sus dedos sobre su espalda, los sudores empezaban a brotar por los poros como pequeñas semillas que retoñan sobre la tierra fértil, la fragancia de canela de Cintia impregnaba toda la sala, el ambiente se torno mas cálido, los latidos del pintor semejaban el revolotear del colibrí, su deseo por ella se intensificaba por cada beso que surcaba la firmeza de su espalda, y por cada te quiero que le decía al oído. Y entre besos y caricias se fue extinguiendo la noche.
Al día siguiente tomaron la decisión de unir sus vidas, después de aquella noche inolvidable, importante para ambos. Fueron transcurriendo los días, de perfecta armonía, llenos de amor, y felicidad. Una noche al terminar un mosaico, muy cansado se retiró a dormir, y entrando al sueño profundo, encontró la nuevamente la mujer del cuadro, parada en el umbral de su puerta. Esta vez no perdió tiempo y le dijo.
_ Mi amor ¿que ocurre?
_ Serás padre- añadió esta – soy tu hija.
Atónito por la noticia despertó la mañana siguiente, sudoroso y nervioso ante tal situación, se levantó rápidamente de su cama para contarle el sueño a Cintia. Sorprendida ella también le dice que está a la espera de una niña.
el sueño del pintor.jpg

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