Había una vez en un poblado maya al sur de la peninsula de Yucatan, donde había aguadas y rejolladas. Un niño que se llamaba Yaxkin. El estaba rodeado de música natural, y la soledad la podía tocar con la punta de los dedos para acompañar a las aves en los melodiosos días de la selva. Yaxkin cantaba en las selvas bajas caducifolias para los Dioses, una de las cosas que más le gustaba era hacer fogatas con ramitas. Tenía muchas habilidades y cuando hacia sus espectáculos para llamar la atención, las ranas y las aves eran su mejor público. Le prestaban atención a veces con incredulidad o a veces con curiosidad. Yaxkin pretendía demostrar fuerza a todas las personas de su pueblo y a raíz de eso, nadie nunca lo veía haciendo berrinches. Yaxkin tenía el cabello revuelto estaba largo y seco por el sol, marcas y heridas que no le dolían, le enorgullecían. Sus sentimientos eran primitivos, nunca se tomaba el tiempo de escucharse así mismo.
Su mejor amiga en toda la selva, era una sencilla y humilde niña de ojos cafés y piel morena llamada Noíl. Ella escala arboles por diversión, nada le preocupa y se mantiene ocupada jugando con los animales. Es feliz y muy alegre, su sonrisa emana grandeza. Sabe hablar el mismo idioma que la selva. La niña acudía a las rejolladas para tener la compañía de Yaxkin y reir y hablar de sus defectos.
Ella se conmovía al escucharlo cantar. Ambos se comprendían de forma casi innata. Sus suspiros eran sinceros, y las ganas de Noíl muy intensas.
Yaxkin era callado y otras veces era terco y necio que era difícil hacerlo callar. A Noíl se le hacía un nudo en la garganta cuando veía en peligro a Yaxkin, pero se sentía protegida de los jaguares y de los animales salvajes estando con él. Noíl era su confidente y su compañera, pero el aun no quería darse cuenta. Yaxkin veía a Noíl como su amiga y punto.
Noíl se emocionaba muchísimo al imaginarse su futuro con el varonil Yaxkin. Creía conocerlo muy bien y pensaba que ya tenía la edad adecuada para casarse. Pero las intenciones de Yaxkin no eran esas, nisiquiera se acercaban. Indagaba con soberbia e imprudencia que era el mejor cazador de la selva y que tenía muchas mujeres. Ella se limitaba a escuchar con sed, en lo más profundo de su ser Yaxkin era el agua que necesitaba tomar de manera urgente. Era muy ingenua por ser joven y nunca estaba satisfecha con nada, su corazón era como los petenes donde aflora el drenaje subterráneo creando un oasis de aguadulce. Era hermoso todo lo que sentía, pero también estaba confundida y sus inquietudes estaban escondidas.
Un día Chaac el Dios de la lluvia, se disgusto con el mundo por su codicia y grito tan fuerte que las aguas perdieron la razón y sus traviesos truenos que hasta los tulares ardieron. Cuando Noíl corría a refugiarse, tropezó por culpa del camino empedrado, se lastimo muy duro y no le dejaba de doler su pierna. Se la había lesionado feroz mente, estaba expuesta a la intemperie y a los peligros que la selva regala a los desafortunados. El agua penetraba en cada uno de los poros de su cuerpo. Su dolor se convirtió en desesperación y aquella impresión de no ver una salida.
Se quedo sin fuerzas en el suelo resignada a quedarse ahí el tiempo que su corazón le permitiera seguir latiendo. De repente, con el rabillo del ojo noto una figura pero no pudo distinguirla por las violentas gotas de lluvia que caían con rabia. Sintió unas manos callosas y duras tomarla de la cintura con una fuerza familiar. Entonces ella se desmayo porque ya no tenía ganas de seguir consiente. Cuando despertó noto que la luz del sol era diferente, era fresco y agradable. La brisa del aire besaba sus mejillas. El sol era nuevo, mas cariñoso y más gentil. Aun lado de ella se encontraba Yaxkin, pero había algo raro en el, sus ojos estaban preocupados y alertas, nunca lo había sentido tan cerca a pesar de que eran amigos de mucho tiempo. Algo cambio en su manera de pensar que ya no fue la misma. Y entonces sedio cuenta que despertar era como ir cayendo a un precipicio donde al tocar el suelo te das cuenta de que estas en el inicio.
Yaxkin intentaba curarle la herida, pero no sabía cómo, tampoco sabía con qué. Así que la abrazo muy fuerte y le dio la mejor medicina de todas su compañia. Noíl vio la intensión de Yaxkin por ayudar estaba agradecida y también estaba en deuda. Ella se sintio más fuerte y más autónoma al menos eso intuía. Yaxkin y Noíl se sintieron a gusto por un tiempo más o menos efímero pues pasaron las horas, luego días después meses, a Yaxkin no le bastaba solo su presencia, quería un beso que tardara lo mismo que la eternidad. Noíl se sintió asfixiada de Yaxkin por estar tan apegado a él, pues no es como siempre había soñado, la lluvia le lavo la mente y la hizo más fuerte. Yaxkin era descaradamente feliz acariciando a Noíl e invadiendo su espacio. Descubrió que ella era una buena compañera. Pero Noíl no pudo mas, le costó muchísimo hacerle entender a Yaxkin que ya no quería seguir escuchando sus canciones que necesitaba silencio, para que recobrara su libertad.
Yaxkin no aceptaba esta idea, no tenía nada, estaba vacio por dentro y lo de afuera se lo dio a Noíl. Ya no le quedaba nada para impresionarla, ni por fuera ni por dentro. Pero Noíl ya había tomado su decisión y se dirigió donde habita el olvido. Yaxkin se sintió perdido sin ella.
Pero a pesar de que Noíl se marchó, no dejaba de andar por sus recuerdos en todo el suelo somero y las rocas afloradas. Para eso Yaxkin le declaro al sol que Noil era la Diosa de la grandeza. Admiraba con ternura y distancia desde su vacio inconmensurable que sentía sin ella. Pues sin darse cuenta se había convertido en su deidad favorita. Entonces le hizo una melodía a Noil con las gotas de lluvia callendo de las hojas de los arboles hasta impactar con el suelo, y el viento soplando suave y lento sus pensamientos mientras que los animales cantan desde dentro de sus refugios y esa canción transcendió llamada, Dulce instrucción al caos.