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“Ni te creas…”
- No todo lo que ves…Es. (Pues no lo es.) -Aunque así lo quieras- Ni lo creas… (Aunque verdad parezca…) - Cuando Aníbal le hizo esta acotación, Juan pensaba que era un enigma, una adivinanza o una broma más, de las tantas que siempre le hace su amigo de farra.
…Lo que ambos no sabían (pues ninguno sabía.)…Que al pasar unos minutos más…Se enterarían…De todo. (Bueno: De algo.)
(Y es que este vivir tiene unas cosas… ¡Qué…!) …Pero hay que vivirlo. - …Aunque lo que veas, (parezca fantasía -producto de tu imaginación- o impresión te de…) sea de tu agrado… (o no.) ¡Eso tendrás que definirlo tú mismo….! - Estaba muy misterioso. (Siempre queriendo confundir...)
- …Recuerda que acá: San Juan de los Morros…De que vuelan… ¡Vuelan! – Su gesto fue muy impreciso.
¡Ay San Juan… ¿Cuándo moverás “tu dedo”…?! (Para los que no lo sepan: En una loma hay una estatua de san Juan, de unos cinco metros de altura…Y con su dedo…Señala.
En esta ocasión, ambos siendo oriundos de Maracay la capital del estado Aragua, habían ido hasta una población cercana, San Juan de los Morros.
(Distante a unas dos horas en carro.)
Bella capital del estado Guárico. Puerta de entrada a los fulgurantes Llanos venezolanos. Sitio de mucha historia patria.
Eran fechas de júbilo para todos los guariqueños, celebraban una fiesta pueblerina. En el ambiente había mucha efervescencia.
Y ya un grupo de amigos se habían citado para acudir allá.
Sitio en donde ellas (las chicas), no se amilanan (enfrentan)…Son fiesteras hasta el amanecer. (Sin temor alguno.)
Y la noche era muy agradable, con un excelente clima.
Quizás unas quince grados (cent.) a la sombra. Por allá a lo lejos, se divisan las sombras imponentes de los Morros, (cuya estampa asombra…) con ese dejo de misticismo, y arriba la enigmática y siempre lejana: Luna, ese astro que a todos embelesa.
Y en las calles -a esa hora de la noche- se disipan las normas y son más propicias para el relajo y las farras.
Los dos habían sido invitados a una velada con unas chicas muy hermosas. Y a la cita, tres amigo más, se disculparon ya que no podían asistir.
Para ser exactos…Iban a una reunión en donde prevalecía la presencia femenina…A razón de hasta de dos a tres para cada uno de ellos. - Mira, en vista de que no pudieron venir estos tres…Bueno es que nos pongamos de acuerdo… - Aníbal comenzaba a colocar las cosas en su sitio.
Por ejemplo: Él quería era estar con Rebeca. (Y Juan también…)
(Miguel iba a ser su pareja, pero en vista de que no iría…Él ansiaba tomar su lugar.) - …Pero yo también… - Le expresó Juan. - Tengo mis derechos…Además de todas, es la que mejor me gusta… (me encanta…) - Alegó muy convencido, a lo el amigo le replicó molesto:
- ¿Y si hubiera venido Miguel…Qué hubiese pasado? (Anda dime.)
- Con seguridad: La habría peleado también… (seguro estoy…) - Le alegó no con mucha seguridad. Pues su duda portaba…
Ambos amigos comenzaban a distribuirse, lo que ellos creían que eran de ellos, y a todas estas, las chicas, se sonreían y se reían entre ellas mismas. (Lo que nos espera…Je, je, je)
Eran como nueve en total. Pero entre el grupo habían dos que los miraban con el ceño fruncido.
Una de ellas, Concepción los estuvo escuchando en silencio, y para cuando ya ambos hombres habían dilucidado sus diferencias; ella se le acercó y jalándolo por la camisa, lo atrajo hacia ella.
Juan en un principio creyó que ella lo estaba reclamando para ella misma (Cosa que le espantaba, por la apariencia muy varonil, de la joven en cuestión.) pero al percatarse, por su fiera mirada, se contuvo y esperó pacientemente a que le expusiera, lo que ella quisiera… - Quedémonos en claro esto…Rebeca: ¡Es mía! – Juan y Aníbal se quedaron estupefactos…
- “¿…Que es “esto”?” – Le preguntaba Aníbal a Juan, en señas…
Pero la intrépida Concepción, no estaba dispuesta a ceder terreno alguno…Y con mucha fiereza, le espetó… - ¡Ella es mi mujer! – Y mirando hacia donde estaban todas aguardando, las señaló y volviendo su dedo acusador a su pecho, les reclamaba a ambos…
- ¡Hablemos entre hombres…! – Aníbal miraba a Juan sin entender qué era lo que estaba aconteciendo.
Hubo un silencio generalizado. Concepción le hizo señas a la otra que también tenía apariencia varonil, y lleva por nombre Coromoto. - Vente Coromoto. Vamos a aclarar entre nosotros: Cuatro. – La mencionada se les acercó en posición hombruna.
- Por hoy…Yo estoy dispuesto a “ceder” a mi Rebeca, pero a ti…Juan. Sólo por hoy. Porque ella sigue siendo mía. ¿Ok? – Ambos se quedaron perplejos.
Asombrados sin disimular su estupor…Se quedaron. - Hoy nosotros, les estamos “cediendo” a dos de nuestras mujeres, en mí caso…Les voy a “prestar” a María, para que se vaya contigo Aníbal. – Al escuchar su nombre, la mencionada se les acercó.
- …Pero es que… - Trató de protestar Aníbal. (Yo quiero a Rebeca…Plis…Dame a la mujer de mis sueños…)
- Sin peros. Nosotros dos: Coromoto y yo, somos “los amos” de toda esa manada. ¿Ok?
Estamos siendo condescendientes con ustedes, en su calidad, de visitantes. Nada más. – Y diciendo esto les hizo una seña y todas las féminas, a excepción de las ya nombradas…Se marcharon con ellas. - …No entendí nada… - Informó Aníbal, una vez se hubieron retirado todas.
(…No me gustó el reparto del todo… ¡Pero! ¿Total…?) - Así es. “Esas” dos nos someten a nosotras. – Les informó Rebeca, ya en brazos de Juan.
(Estos quedaron contentos con el reparto asignado…)
María, se le acercó a Aníbal y comenzaron con sus cuitas de amor y Aníbal…Cesó en sus reclamos. ¡Ah disfrutar quedó! - Aprovechemos entonces… - Sugirió María mientras replegaba sus encantos…Y estos dos… “Satisfechos” del todo…No quedaron. Aunque pensándoselo mejor…
- …Bueno…Hay que aprovechar… - Aflojó Aníbal mientras se sumía en un mundo amoroso con la mujer que a él le asignaron.
Y así transcurrió aquella fiesta, que iba a ser grupal…Pero que a la final fue una fiesta por parejas.