- Realmente no sé lo que me ocurrió. Pero di varias vueltas sobre mí mismo eje… - Quién así habla es un hombre joven que en este momento se encuentra perplejo. José que lo escucha, le habla…
- ¿…Pero qué es lo que te pasó…? Echa el cuento sin omitir nada.
- Ok. – Ratifica Juan. Y arranca tan pronto como pudo.
- Venía caminando por la calle 54, tú sabes la que pasa a un lado del terminal de pasajeros.
Eran más de las ocho de la noche. Todo está oscuro. Si noto que hay mucho tráfico, tanto vehicular como peatonal. (Pero esto no es extraño. Tú sabes que la gente va saliendo de sus trabajos y salen a hacer sus compras. Además de que hoy es viernes.) El caso es que vengo sorteando mi recorrido evitando tanto a la cantidad de personas que van y vienen, además de las motos, los taxis motos y los carros.
(Ya sabes los motorizados andan como locos, además de las motos taxis y los caminantes que deambulan como hormiguitas y se creen que solo ellos son los que tienen el derecho de danzar a sus anchas en las veredas.)
…El caso es que venía un grupitos de jovencitos. Más de tres féminas de edad en la que ellas son muy jóvenes y apetitosas…Tú sabes…Además de tres polluelos que todo lo tomaban a broma.
Iban en posiciones muy alocadas. Se reían. Se mofaban de todo. E impedían que yo los bordeara, para poder adelantar en mi camino.
En más de una ocasión, brincaban en forma bestial y las jovencitas clamaban cada hazaña que ellos ejecutan.
Intenté meterme por la derecha…Nada.
En otro momento, me viré por la izquierda…Tampoco.
Ya la situación me estaba comenzando a irritar. Sin embargo, esperé otro instante y casi corriendo logré emparejarlos, pero en eso ellos doblaron hacia una calle, y yo en el empeño de adelantarlos…No me fijé.
¡Hasta que al fin! Logré pasarlos. Y comencé a andar por una calle muy populosa. Yo miraba extrañado, pues no logré reconocer esa calle -aunque debo reconocer que se parece mucho, a la calle que habitualmente tomo- ¡Bueno! Seguí. Y caminaba y caminaba…Y nada que reconocía nada.
…De repente, en una calle cualquiera, salió un enorme perro, de más de un metro de alzada.
¡El bicho ese! Me comenzaba a gruñir, con toda su furia.
…Yo preferí esquivarlo…Y allí lo dejé (Parecía una estampilla. Quieto. Inmóvil. Pero a la expectativa para atacarme.) Poco a poco, sin correr, me alejé de ese tremendo escollo.
Cuando veo…Me encuentro en la misma parte en donde me zafé de aquellos mozalbetes.
Comencé a detallar. Intentaba reconocer ese sitio.
…Pero nada…
Por lo que decidí tomar otro sendero. Y caminé y caminé. Hasta que vi en una esquina, una casa oscura.
Me fui acercando, pensando que quizás atravesaba una cuadra más…Y lograría encontrar aquella dirección que se me estaba vedando.
…Pero la casa se me fue agigantando ante mis perplejos ojos.
…Una puerta cerrada…Que de repente se comenzó a abrir (sola).
Pude visualizar…Un sendero sumamente oscuro. Agreste. Misterioso. Tenebroso.
…Un frio de muerte…Emergió por algún lado… (Y yo asustado me decía: ¿Y ahora qué hago…?)
…Me quedé impávido. Silente…
No sabía qué más podía hacer…
De forma instantánea…Comienzo a notar que allá adentro…Algo se movía…
(Más bien reptaba. Se zambullía en un charco…Qué no sabía explicarlo…)
Todo a mi alrededor…Silencio. Petrificado. Trato de notar algo más…
Poco a poco es izada…Y como si brotara de un capullo…Aparecieron unas especies de tenazas…
Es cuando escucho…Un silbido tan penétrate…Como agudo. Qué hirió mis tímpanos.
(¡Qué vaina es esto…?) Allá a lo lejos se me hace perceptible…Un aleteo muy violento y fuerte.
(¿…Y yo…? Convertido en una piedra que me impedía escapar de ese holocausto)
Y como si fuese una revelación…Emergió…Una hermosa damisela…
(Hermosa… ¡En todo!)
Y abre sus gigantescos ojazos azules…Tan azules como las nubes más esplendorosas…
De repente comienzo a notar que sus ropas…Comienzan a caérseles….Suavemente.
(¿…Y yo…Ahora qué hago…? ¡Dios ayúdame!)
Y cuando logro pronunciar el Santo nombre Divino…Un fresquecito suavizó mi entorno.
Mis piernas que estaban trabadas…Comenzaron a darme muestras de que ¡ya estaban libre!
Y violentamente y sin pensarlo…Ni una sola vez (siquiera) comencé a verme corriendo en una forma desaforada.
¡Hasta que pude escapar de todo eso! Y recuerdo que seguí caminando… ¡Hasta que al fin!
…Se me hizo la luz… ¡Aleluya! Ya estaba viéndome en la dirección correcta.
Así que ya más tranquilizado. Me acerqué a un parque (que hay allí mismo) y me acerqué, pensando en que si me quedaba allí…Mi sudor se secaría y ya descansado, pues podía regresar a mi casa.
Pero estaba comenzando un partido de futbol y me pareció que esa sería una vacuna más que conveniente para tranquilizar mi espíritu.
Todo estaba bien…Hasta que en la esquina en que yo estaba observando todo, la bola caprichosamente quedó varada en un montón de tierra, y uno de los jugadores…Lanzó una patada espectacular (Y una nube de tierra se alojó en toda mi humanidad) ¡Hasta había tragado tierra!
…Decidí irme a mi casa.
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