CuentosdeBernardo

in cuentosdebernardo •  7 years ago 

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  • Yo les digo a todos y a cada uno de los presentes en esta unidad autobusera; que estamos pidiendo “una colaboración” de apenas: ¡Dos mil bolívares por cada uno de ustedes! – Y al decir esto, miró retadoramente a todos los que iban de pasajeros…
    Que a esa hora del día: Iba full de personas, pues unos iban a sus respectivos trabajos, mientras otros iban a sus labores estudiantiles.
    Hubo un silencio abismal. La forma tan intimidante…Produjo mucha expectativa, por lo que cundió el terror entre los presentes.
    El que amenazaba no iba solo, lo acompañaban hombrecillos de muy mala calaña. Y se mofaban de esto…
    Con miradas perdidas, vigilaban a todos, con un andar ambiguo, con olor repulsivo…Horrenda apariencia.
    Empujaban y sometían sin piedad a todos.
    Ninguno de los pasajeros chistó. Y por inercia, la mayoría de hombres y mujeres comenzaron a registrar sus carteras.
    El mal encarado que con gestos imperaba, tomó de nuevo la palabra al percatarse de que no todos eran obedientes y gritó con mas energía amenazante…
  • Y el que no “colabore” con nuestra causa: ¡Lo atracamos ya mismo! Ustedes deciden…
    Yo vengo saliendo de la cárcel, maté a cuatro que se opusieron a un atraco mío. Eso sucedió en Caracas.
    Mi vida no ha sido fácil…Por lo que no se los voy a hacer sencilla a ustedes… ¿Nos estamos entendiendo…?
    A mí no me tiembla el pulso para “echarme al pico” a cualquiera.
    En la cárcel maté a otros mas…Que no vienen al caso.
    Y estos hombres que están conmigo…También han matado.
    No nos obliguen a derramar sangre. No nos reten…
    Y si eso sucede es culpa de ustedes mismos, ya que yo mismo se los estoy advirtiendo… – Un seco rumor se esparció.
    Unos comenzaron a tiritar. El terror se esparcía…
    Otros sacaban de sus escuálidos bolsillos la cantidad exigida.
  • …Ay Señor…Yo no llego… - Se quejó una noble señora que por sus años, inspiraba mas bien lástima, a lo que el grotesco ser la encaró de esta forma…
  • ¡La bolsa o la vida! ¡Tú decides…Ya! ¿Quién te manda a salir sin real, ah?– Y dándole orden a uno de sus secuaces, el aludido se le acercó con mucha prepotencia y la pobre anciana…Comenzó a llorar. Mientras el antisocial le registraba su cartera.
    Nadie se movió a auxiliarla.
    Todos temblorosos acudían a entregarle el dinero exigido.
    (Mejor dicho: “La colaboración”)
    Y así de esa forma ocurrió un atraco masivo.
  • Ya lo saben: ¡Esto es una colaboración espontanea! ¿Ok?
    Que quede bien claro… ¿Ok…? – Una sonrisa sádica se le dibujó en esa faz lúgubre…Implementado por un hombre con cara rajada y de ropa muy sucia y ajada.
    El chofer aminoró la velocidad de esa unidad, ante la exigencia de uno de los compinches.
    (Daba la impresión de que era sometido por esa banda.)
    Afuera el tráfico se movía con la misma naturalidad de cada día.
    Y cualquiera que observara por fuera, pues vería que todo marchaba con la misma naturalidad de cada día.
    El asesino confeso se encontraba guapo y apoyado…Lo acompañaban unos cuatro menores (por lo menos por su apariencia.) que obedecían gozosos cada una de las órdenes impartidas por su jefecillo.
    Así transcurrieron unas cuantas cuadras mas.
    Y para cuando ya hubieron saqueado a cada uno de los que por desgracia se habían montado; le ordenaron al conductor que parara en un sitio de su predilección y antes de bajarse les indicó…
  • ¡Yo tengo contacto con todas las bandas delictivas de Maracaibo!
    ¡Nosotros, los del hampa controlamos todo!
    …Así que váyanse tranquilitos…Que nosotros ya los tenemos “visteados” a cada uno de ustedes… ¡Mosca pues!
    Y si por casualidad, alguno de ustedes nos denuncian…Sépanlo de una vez: ¡Aquí en Maracaibo manda el HAMPA!
    Además, cada uno de ustedes nos ha colaborado… ¿Ok? – Y diciendo esto, descendió y amenazó al que iba manejando con un arma de fuego.
    La unidad arrancó perezosamente para luego imprimirle una mayor velocidad, mientras los cacos huían entremezclándose entre una zona un tanto boscosa.
    Corrían como locos. Daba la impresión de que huían en una forma desaforada…Para desaparecer en cuestión de…Un instante.
    Cuando ya hubo recorrido unas cuantas cuadras…Los pasajeros comenzaron a respirar con tranquilidad…
    Y uno de los pasajeros arguyó…
  • …Yo no quise intervenir, por temor a que hirieran a alguno de ustedes…Pero no por miedo.
    ¡Porque yo no me rajo ante nadie! – Ninguno de los pasajeros quiso seguir escuchándolo mas…

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