Posesión y control del juego, la esencia del Barcelona. Ante el Alavés dio una lección de efectividad, a pesar de que Leo fallara un penalti, o más bien Pacheco sacara una mano prodigiosa. Todo el juego que generó por dentro o en profundidad lo trasformó en ocasiones. De nuevo, Leo fue el factor diferencial.
El Alavés tenía un plan muy definido: defensa en 25 metros, reducir al mínimo los espacios entre líneas (Para evitar que Leo recibiera en ventaja) y salir al contragolpe. En la primera parte el plan le salió perfecto al equipo de Zubeldia, ya que excepto el penalti a Piqué, el Barcelona apenas generó peligro. No obstante, el Alavés cometió el error de perdonar ocasiones muy claras, que a la postre fueron decisivas: Ruben Sobrino falló un mano a mano ante Ter Stegen, que eso si, estuvo soberbio achicandole espacio al delantero, Piqué despejó un corner muy peligroso y no supieron aprovechar una falta al borde del área.
Tras el descanso, el Barcelona aceleró para abrir el marcador, cosa que logró con una gran tanto de Leo, que recibió dentro del área un gran pase de Jordi Alba y disparó al fondo de la red (su disparo tocó en Alexis y despistó a Pacheco). A partir de ahí, el partido se rompió, y en contragolpe dirigido por Alcacer y tras un despeje suicida de Alexis (que no tuvo su mejor día), Leo volvió a batir a Pacheco.
También he de destacar el buen partido de Deulofeu, que estuvo muy activo durante los 70 minutos que permaneció en el terreno de juego, y el acierto táctico del "txingurri" Valverde al apostar por un sistema táctico más parecido a un 4-4-2 que a un 4-3-3, que dotó de más consistencia al equipo.