Mis desnudos, mi vulnerabilidad y el cuestionamiento social

A inicios de esta semana me preguntaron que cuál había sido la locura que me dió de hacerme unas fotos desnuda, confieso que la pregunta me agarró por sorpresa y la actitud de la otra persona era de cuestionamiento total, además de que lo hizo frente a mis padres como buscando aprobación en su evidente juicio, y en efecto me juzgo, más no me intimido.

Desnudarnos es un acto que hacemos a diario, consciente o inconscientemente, más allá de eso, desnudarnos por el simple placer de hacerlo, por la sensación de poder que el hecho confiere, por tendencia, por presión social, o porque la desnudez dejó de tener significado (o eso parece), no te quita integridad.

Hacer #DesnudosArtísticos no es tan sencillo, es un acto que requiere mucha valentía, conexión con tu mundo interior y estar ausente de máscaras contigo mismo, te hace libre, si, también te da cierto poder, y en algunos casos te ganas la admiración de personas, pero también te hace profundamente vulnerable, ya que tus cicatrices están allí visibles, tu perfecta imperfección dice presente, y además toca lidiar con una sociedad donde la doble moral está a la orden del día y dónde reinan los pensamientos retrógrados.

En cada foto, cada nueva pose me iba sintiendo fuerte, poderosa en mi inconsciencia, y en lo más profundo de mi, brotaba la confianza de esa imperfección perceptible de mi cuerpo que canta ya viejas historias. Hoy pienso en el privilegio de creer y confiar en esa plenitud que me dió mi piel desnuda, definitivamente una manera de crear.