No sé si será coincidencia pero últimamente vuelvo a toparme con artículos sobre la desintoxicación digital, que incluso recomiendan programas y centros de desintoxicación cual si de heroína se tratase; que si estamos todo el día pendientes de los móviles, que si no hablamos cara a cara, que si pasamos muchas horas delante de las pantallitas y demás.
A mi juicio y con todos mis respetos hacia los partidarios, esto es una capullez; primero porque no es nada nuevo, desde que tengo memoria, la peña se ha enganchado a todo lo que produzca placer y no implique un uso exhaustivo del cerebro y, en esto, la tecnología cada vez ayuda más; desde los 60 que apareció el picú (pick-up), una suerte de tocadiscos portátil en el que se escuchaba música de “melenudos” que iban a destrozar los cerebros de los adolescentes, pasando por la televisión, las maquinitas de marcianos y ahora internet. Y es que, como siempre, intentamos buscar culpables de nuestras desgracias antes de asumir nuestras responsabilidades, con esto como con las drogas, la comida, el sexo, etc. no se trata de hartarse hasta el punto de tener que desintoxicar si no de disfrutar de todo ello con mesura.
Por otro lado cada vez suena más anacrónico este tipo de propuestas ya que la tendencia es que internet se integre en nuestras vidas y nuestros cuerpos por medio de “wearables”, hasta diluirse en el entorno como lo ha hecho la electricidad o el agua corriente; ¿o es que a alguien se le va a ocurrir un centro para desintoxicarse de la luz eléctrica o del agua corriente?
Cada día más los periféricos dejarán de ser tan toscos y, en lugar de un teléfono o Tablet, tendremos acceso a la información a través de las lentillas y unos años más tarde formarán parte de nuestro cuerpo como los tatuajes o piercings, que le pregunten si no a Elon Musk y su empresa “Neuralink” que pretende conectarnos a la nube mediante una malla inter-craneal que, como su nombre indica, será insertada en nuestra corteza cerebral; si a todo esto le añadimos la realidad aumentada y la inteligencia artificial, en poco tiempo seremos incapaces de vivir en sociedad sin estar conectados; el mundo será demasiado “soso” y aburrido para poder vivir en él sin todas las posibilidades desplegadas por la tecnología. Al igual que la rana de la historia a la que sumergen en agua tibia que van calentando poco a poco hasta su cocción, nos irán injertando dispositivos paulatinamente hasta que estar totalmente conectado será la única opción vital y esto no es bueno ni malo, simplemente es una más de las situaciones que nos asombrarán en las próximas décadas.
Pero bueno, ya decía Max Planck hace más de un siglo que las nuevas tecnologías no triunfan porque se convenza a sus detractores si no porque estos eventualmente se mueren y las nuevas generaciones ya se han habituado a ellas.
Moraleja, vamos a disfrutar de todo lo bueno que ofrecen, no solo las nuevas tecnologías, si no la vida en general pero sin atragantarnos, a pequeños sorbos y relamiéndonos tras cada uno de ellos.
El apuntador (www.el-apuntador.com)