Nos encontramos en el pueblo agrícola de San Francisco de Yare (Venezuela). Es media mañana, y hace un calor abrasador. Pero no damos crédito a nuestros ojos. ¡Estamos viendo a un grupo de Diablos parados justo al frente de una iglesia!
Todo comienza el miércoles, la víspera del día de Corpus Christi, festividad católica. De pronto, se oye un fuerte redoble de tambores, y estos hombres disfrazados de demonios comienzan a danzar. Ellos son los famosos Diablos Danzantes de Yare. Lo contraproducente de esta escena es que la población de Venezuela es mayormente católica.
No obstante, las danzas rituales en las que los bailarines se disfrazan de demonios se han destacado por generaciones en la cultura del país. De hecho, la Iglesia Católica no solo tolera dichas danzas, ¡sino que las promueve!
¿Cómo visten los Diablos Danzantes?
Cada bailador viste una camisa roja, pantalones rojos, medias rojas y sandalias. Cada uno lleva también un rosario, una cruz y un medallón católico alrededor del cuello, y otra cruz adherida al traje. En una mano sostenían una maraca de aspecto siniestro, y en la otra, un látigo corto. Pero lo que más llamaba la atención eran las enormes y grotescas máscaras multicolores, con cachos (cuernos), ojos prominentes y, muchas de ellas, con dientes. Las máscaras iban unidas a una larga capucha de tela roja.
¡Tienen jerarquías!
El primer capataz, el diablo mayor, lleva una máscara con cuatro cachos, y generalmente es nombrado por antigüedad. La máscara del segundo capataz posee tres cachos, y la de los bailadores rasos, solo dos. Algunos de los bailadores son promeseros, es decir, personas que creen que Dios les ha concedido alguna petición especial y cumplen la promesa que le hicieron de bailar una vez al año durante cierto número de años, o quizás por el resto de su vida.
Destino: la iglesia
Al mediodía, los bailadores parten del edificio de su sede y se dirigen a la iglesia para solicitar permiso al sacerdote para el resto de la procesión. Los Diablos Danzantes se encuentran con el sacerdote frente a la iglesia, donde se arrodillan y reciben su bendición. A continuación, van danzando por las calles del pueblo. Esta procesión continúa sin parar durante toda la tarde.
A la mañana siguiente, cuando empieza la misa en la iglesia, los bailadores vuelven a reunirse delante de la Casa de los Diablos. Comienzan a sacudir al unísono sus maracas y se dirigen al cementerio danzando al rítmico son de los tambores. Luego, se dirigen a la iglesia, y esperan a que termine la misa.
La bendición del sacerdote
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Al finalizar la misa, el sacerdote sale y bendice a los bailadores, los cuales se encuentran arrodillados con las cabezas inclinadas y las máscaras colgando de las capuchas, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal. Los tambores empiezan a repicar más deprisa, y los diablos danzantes responden sacudiendo enérgicamente el cuerpo y las maracas al compás del acelerado ritmo.
También hay mujeres que bailan, pero no lo hacen disfrazadas de diablos. Ellas llevan falda roja, cota (blusa) blanca y un pañuelo rojo o blanco en la cabeza. Durante parte de la procesión, algunos de los Diablos Danzantes llevan a hombros una imagen de su santo patrón. Los bailadores terminan la procesión desfilando frente a la iglesia, tras rendir homenaje a una destacada cruz que hay en el pueblo.
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