Un caloroso saludo a la comunidad de steemit, en esta ocasion les traigo los modelos historicos de la discapacidad, dicho tema es sobre como trataban a las personas con discapacidad en la antiguedad, edad media y en el siglo XX. Espero que lo disfruten y no olviden votar, comentar y seguirme.
Modelo de prescindencia.
Las características del modelo que se denominara de prescindencia son dos: la justificación religiosa de la discapacidad, y la consideración de que la persona con discapacidad no tiene nada que aportar a la comunidad. En primer lugar se asume que las causas que dan origen a la discapacidad son religiosas: un castigo de los dioses por un pecado cometido generalmente por los padres de la persona con discapacidad, o una advertencia de los dioses acerca de que la alianza se encuentra rota y que se avecina una catástrofe. En segundo lugar, se parte la idea de que la persona con discapacidad no tiene nada que aportar a la sociedad, que es un ser improductivo y ademas una carga que debera ser arrastrada, ya sea por los padres o por la misma comunidad.
Ahora bien, dentro del modelo de prescindencia existen dos submodelos: el eugenésico y el de marginación.
Submodelo eugenésico.
Desde el modelo eugenésico se considera que la persona con discapacidad es un ser cuya vida no merece la pena ser vivida. Como consecuencia de esto, los niños afectados son sometidos a infanticidio, probablemente como resultado de ciertas creencias religiosas respecto de su origen. Si la discapacidad es generada con posterioridad al nacimiento, el tratamiento es diferente, llegando incluso a otorgarse ayudas a los fines de subsistencia a las personas que adquieren una diversidad funcional a causa de las guerras. En cuanto a los medios de subsistencia parece que ser el objeto de burla o diversión es muchas veces el medio de manutención obligado. En términos generales, podría afirmarse que las respuestas sociales se basan en el temor y/o la persecución, como consecuencia de la creencia acerca de su peligrosidad e innecesariedad para el desarrollo de la comunidad.
En consecuencia, la idea de que la vida de una persona con discapacidad no merece la pena ser vivida, sumada a la creencia acerca de su condicion de carga para los padres o para el resto de la comunidad origina que la solucion adoptada por el submodelo bajo análisis sea prescindir de estas personas, mediante el recurso a practicas eugenesicas.
El Estado tenía la facultad de evitar que sus ciudadanos fuesen deformes o contrahechos, ya que en esos casos no serian provechosos a las necesidades de la comunidad. Y ese era el parámetro, la utilidad para la comunidad que resolvía la cuestión acerca del sentido de la vida de las personas. No olvidemos que el concepto de persona que existía en la antigüedad no era el mismo que impera en nuestros días, por lo que a sus ojos aquellos monstruos deformes ni siquiera llegaban a ostentar la calidad de seres humanos. En los casos de niños que nacieran con diversidades funcionales la solución común era el exterminio.
En la antigua Atenas, los soldados con discapacidad llegaron a recibir pensiones, mientras que sus compañeros romanos compartían el reparto de artículos como comida, dinero y territorios. Es probable que ello se deba a dos causas: la primera seria que, al no haber nacido con la diversidad funcional la persona no llevaba el estigma generado por la creencia religiosa que la suponía un castigo de los dioses. En cuanto a la segunda, se sospechaba que fueron los veteranos de guerra heridos en las batallas los primeros beneficiarios. Parece que semejante gesto por parte de Atenas intentaría demostrar que los luchadores que quedaran imposibilitados tendrían un resguardo, y así incentivarlos para las batallas.
El mundo del entretenimiento proveyó en la antigüedad la forma más lucrativa para las personas con discapacidad como objeto de burla grotesca, aunque con ciertas excepciones: las pocas opciones que tenían las personas ciegas incluyas la posibilidad de ser profetas, poetas o músicos. Por otro lado, no olvidemos que en el mundo antiguo el trabajo no podía considerarse una virtud. El ideal humano de la antigüedad era el individuo como miembro de la polis del Estado, como un ciudadano absorbido por la vida social, política o cultural, y no por el trabajo físico.
Hacia el siglo II d.C., en roma la practica del infanticidio disminuyo hasta ser abolida. Adriano (117 – 138 d.C.) condeno al exilio a un padre que habia matado a su hijo y procuro que los padres cuidasen de sus hijos en lugar de exponerlos a sufrimientos. Sin embargo, para aquellas épocas los gustos romanos habían degenerado hasta el punto de que cualquier persona deforme o deficiente era motivo de burla y diversión por parte de su familia. De este modo los estratos más altos de la sociedad romana se saturaron de tal modo que llegaron a enamorarse de la deformidad.
La frecuente mención sobre esclavos deformes en la literatura latina es un testimonio de su popularidad. Parece que ninguna familia distinguida era completa sin una abundante servidumbre de enanos, mudos, jorobados; quienes tenían la función principal de ser degradados y humillados a fin de proveer entretenimiento en fiestas, cenas u otro tipo de ocasiones festivas.
Submodelo de marginación.
La característica principal en este submodelo era la exclusión, ya sea como consecuencia de subestimar a las personas con discapacidad y considerarlas objeto de compasión, o como consecuencia del temor o el rechazo por considerarlas objeto de maleficios o la advertencia de un peligro inminente. Es decir, que ya sea por menosprecio, ya sea por miedo, la exclusión parecer ser la mejor solución y la respuesta social que genera mayor tranquilidad.
A diferencia del submodelo eugenésico, ya no se comete infanticidio, aunque gran parte de los niños con discapacidad mueren como consecuencia de las omisiones, ya sea por falta de interés y recursos, o por invocarse la fe como único medio de salvación. En cuanto a quienes subsisten o a los mayores, la apelación a la caridad, el ejercicio de la mendicidad y ser objeto de diversión son los medios de subsistencia obligados, de igual modo que en el submodelo de exterminio. La diversidad funcional tiene un provecho: ser el centro de diversión.
Si bien la explicaciones religiosas medievales fueran diferentes de las alegadas por los antiguos, e incluso dentro del cristianismo se presentaran de manera fluctuante, el poder de Dios o la consecuencia del pecado original, o como obra del diablo desde la creencia supersticiosa; el hecho de considerar a la diversidad funcional como una situación inmodificable originaba que la misma debiera ser aceptada con resignación.
En el siglo IV d.C., como consecuencia de la influencia del cristianismo, se promulgaron edictos contra el infanticidio y la venta de niños como esclavos. Por diversas razones, el cristianismo habría de influir enormemente en las actitudes adoptadas frente a los niños, los disminuidos y los enfermos. Jesús se acerca a ellos, obsesionado por sus lamentaciones. Parece hacer de los paralíticos, los lisiados, los ciegos, los sordomudos, los leprosos, su compañía de elección. En el texto de José donde relata la curación de un ciego, la respuesta de Jesús a la pregunta sobre “¿Quién ha pecado para que este hombre este ciego, el o sus padres?” : este responde: “Ni el, ni sus padres; es para que se manifiesten en el las obras de Dios”. De este modo, el cristianismo asigna a la diversidad funcional una finalidad divina, y proporciona una prueba llevando a cabo una curación instantánea por medio de la cual se manifiesta el poder y la misericordia del padre.
A diferencia de la sociedad antigua, en la que se prescindía de las personas con discapacidad, en la Edad Media ocupaban un sitio: el de los marginados. Como es sabido, en aquellos tiempos no existía como en la actualidad una conciencia respecto del termino discapacidad, ni eran las personas clasificadas según este parámetro. En consecuencia, se podría afirmar que las personas con discapacidad se encontraban en el mundo medieval incluidas dentro del grupo de los pobres y mendigos.
Modelo Rehabilitador.
Las características del modelo que se denominara rehabilitador son dos: en primer lugar, las causas que se alegan para justificar la discapacidad ya no son religiosas, sino que pasan a ser científicas. En este modelo ya no se habla de Dios o del diablo, divino o maligno, sino que se alude a la diversidad funcional en términos de salud o enfermedad. En segundo lugar, las personas con discapacidad ya no son consideradas inútiles respecto a las necesidades de la comunidad, sino que ahora se entiende que pueden tener algo que aportar, aunque como se vera ello en la medida en que sean rehabilitadas o normalizadas.
Desde la visión prevaleciente en este modelo, entonces, se considera que la persona con discapacidad puede resultar de algún modo rentable a la sociedad, pero dicha rentabilidad se encontrara supeditada a la rehabilitación o normalización y esto significa en definitiva, supeditarlo a que la persona logre asimilar a los demás validos y capaces en la mayor medida de lo posible.
Como resultado de la utilización de los avances científicos y tratamientos médicos, gran parte de los niños con diversidades funcionales sobreviven o tienen una mayor probabilidad de supervivencia. En este modelo se busca le recuperación de la persona dentro de la medida de lo posible, y la educación especial se convierte en una herramienta ineludible en dicho camino de recuperación o rehabilitación. Así mismo, dentro de las practicas habituales, aparece plasmado un fenómeno que lo caracteriza: la institucionalización. Por otro lado, la mirada se encuentra centrada hacia la diversidad funcional a las actividades que la persona no puede realizar por lo que se produce una enorme subestimación con relación a las aptitudes de las personas con discapacidad. En consecuencia, les respuestas sociales se basan en una actitud paternalista, centrada en los déficit de las personas que se consideran tienen menos valor que el resto (las validas o las capaces). En lo relativo a los modos de subsistencia, la apelación a la seguridad social y al empleo protegido son casi los medios obligados para las personas con discapacidad. De este modo, la asistencia social pasa a ser el principal medio de manutención, siendo ello en ciertos casos consecuencia de la imposibilidad de realizar ningún tipo de tarea, pero en otros muchos debido a que la subestimación de la que son objeto genera la exclusión del mercado laboral de muchas personas con discapacidad, plenamente capaces de trabajar. Por ello, también aparece la modalidad de empleo protegido en casos donde no haría falta si no fuera por la actitud de discriminación prevaleciente hacia este colectivo. No obstante como se vera, perduran así mismo resabios del modelo anterior: el ser objeto de burla continúa siendo la única opción a los fines de ganarse la vida para muchas personas con discapacidad.
Como podrá verse a lo largo del desarrollo de este punto, los primeros síntomas del modelo rehabilitador datan de los inicios del mundo moderno. Sin embargo, la consolidación del modelo mismo sobre todo en el ámbito legislativo, puede ser situada en los inicios del Siglo XX.
En cuanto a las causas que dieron origen a dicha plasmación, podrían ser definidas muy sucintamente: “la guerra” y “los accidentes laborales”. Si bien existen ciertos antecedentes ineludibles que datan de varios siglos atrás en la historia, es a partir del siglo XX cuando nace una nueva manera de abordar la discapacidad, tanto desde la perspectiva social como cultural.
Ello fue así debido a que, al finalizar la Primera Guerra Mundial, muchos hombres resultaron heridos de por vida, siendo denominados mutilados de guerra, a fin de distinguirlos de aquellos discapacitados por accidentes laborales.
El mutilado era una persona a quien le faltaba algo, ya fuera un organo, un sentido o una función. De este modo, la primera imagen presentada por este cambio en la terminología fue la de daño, la de perjuicio. La sensación era que la guerra se había llevado algo que se debía reemplazar. Fue así como en este momento las personas con discapacidad comenzaron a ser relacionada con los heridos de guerra quienes tomaron el lugar de las primeras y la discapacidad comenzó a ser vista como una insuficiencia, una diferencia a ser erradicada.
A esta característica, debe sumarsele la opinión y los sentimientos de las personas hacia la misma guerra y hacia los heridos. Todo ello era una catastrote: un evento terrible, abrupto. Sin embargo, se comienza a advertir que las catástrofes podían ser objeto de reparación, por lo que se tenia una deuda con aquellos soldados, maridos y padres de familia, las heridas podían ser cicatrizadas. En consecuencia, la guerra, al igual que el empleo mismo, podían ser causas de destrucción y debilitamiento, pero la restauración, incorporación e inserción eran necesarias y posibles. Nacía de este modo un nuevo objetivo, que consistía básicamente en reintegrar, recuperar, volver las cosas a una situación anterior.
En cuanto a la evolución de estas ideas y la Segunda Guerra Mundial, podría afirmarse que esta ultima género cambios importantes en el tema que nos ocupa. Las postrimerías de loa Segunda Guerra Mundial trajeron consigo otro tipo de aportaciones; concretamente el nacimiento del movimiento medico y de psicología de la rehabilitación y su expansión a otros campos.
Durante las hostilidades, se potenciaron los servicios de rehabilitación para excombatientes y mutilados de guerra. Sin embargo, la guerra trajo consigo una suerte dispar para las personas con discapacidades mentales. En el lado alemán, la experiencia nazi practico asesinatos de la forma más brutal e indiscriminada con la pretensión de garantizar la mejora de la raza.
En aplicación de las políticas más aberrantemente representativas del modelo de prescindencia, los campos de concentración y las cámaras de gas se convirtieron en el destino de miles de personas aquejadas de trastornos y diversidades funcionales, considerados todos ellos improductivos y peligrosos.
Como se ha dicho anteriormente, se busca la recuperación e incluso la normalización de la persona con discapacidad, el situar el centro del problema exclusivamente en la diversidad funcional genera un cierto menosprecio con relación a las aptitudes generales de las personas con discapacidad. Si en el modelo de prescindencia la diversidad funcional se asimilaba al pecado, en este modelo se asimila a la enfermedad. Las personas pasan a ser consideradas normales o anormales, muchas veces según sean consideradas sanas o enfermas. El encargado de diagnosticar dicha normalidad o anormalidad en el anterior modelo era el cura, experto en lo sagrado. En el modelo bajo análisis, pasa a ser el medico. Si bien ya no es posible aniquilar la discapacidad, aunque ahora puede evitarse su nacimiento, las personas con discapacidad son reducidas socialmente, son alineadas. Sus diferencias deben desaparecer, o al menos ser disimuladas, ocultadas. Esta ideología, tendente a ocultar la diversidad funcional, puede verse claramente representada a través de la práctica de la institucionalización.
Durante la primera mitad del Siglo XX las personas con discapacidad intelectuales, con enfermedades mentales, parálisis cerebral y al menos hasta la década de los años cuarenta las personas con epilepsia, eran vistas como una amenaza para la salud e inteligencia de las futuras generaciones.
Como consecuencia de dicha creencia, una gran cantidad de personas con discapacidad fueron encerradas en instituciones, alegándose que era una medida idónea a los efectos de la asistencia y la rehabilitación, que debía ser adoptada por su propio bien, y con el fin de que no continuaran siendo una carga para la sociedad.
No obstante, los experimentos eugenésicos de los nazis, desacreditaron ampliamente tal razonamiento, y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, surgió un nuevo enfoque considerado mas humano. Las personas con tales discapacidades pasaron de ser consideradas amenazas a ser consideradas pacientes. Se les comenzó a tratar como personas enfermas en necesidad de ayuda, educación, y corrección; pasando de este modo, a considerar el encierro como una herramienta valorada.
Para quienes eran recuperables, la institucionalización parecía la manera mas idónea a los efectos de curar a estas personas. Sin embargo, para aquellos considerados incurables, las instituciones eran simplemente sitios compasivos que les proveían alimentos y cobijo. Ningún tratamiento ni actividad les era prescrita, puesto que se asumía que no generaría ningún beneficio. Las personas que poseían una discapacidad intelectual eran mezcladas indiscriminadamente con aquellas personas que poseían problemas de enfermedades mentales serias. Los pacientes no problemáticos eran segregados con otros problemáticos, donde los primeros copiaban los gritos, los gemidos, los golpes de cabeza, y otros comportamientos que veían a diario. Esta modalidad, en lugar de verse como el resultado lógico del maltrato y la negligencia, justificaba la causa en la discapacidad de la persona, asumiéndose que este era el comportamiento natural de estas personas y que nada podía hacerse para evitarlo.
Al igual que con la esclavitud, la vida en la institución sometía a las personas a dietas alimentarías deficientes, a vestimentas inadecuadas y desalineadas, y a recintos apretujados levemente amueblados, donde dormían en grandes grupos de personas. Aun en la década de los años sesenta, se consideraba usual en los hospitales estatales bañar a los residentes quitándoles la ropa, formándoles en colas, y regándoles con agua a fuerte presión con una manguera de jardín.
De este modo, pareciera que el objetivo perseguido no es la igualdad sino lo idéntico, y a lo idéntico se llega a costa de la igualdad. A dichos fines, el rol que asumen los médicos y terapeutas desde este modelo presupone establecer una relación de maestro – alumno, y otorgar prioridad a uno sobre el otro, asumiendo los profesionales de la salud mucho mas que el rol de médicos. En el universo denominado rehabilitación el medico es el principal actor en brindar asesoramiento a la persona con discapacidad. El se pronuncia sobre la terapia pero tambien opina sobre el destino de la persona con discapacidad y de hecho determina sus derechos. Esta afirmación se pone de manifiesto en los siguientes eslóganes utilizados en la década de los años sesenta del siglo pasado del tipo: “Stop, no abandone la zona de rehabilitación sin permiso de su terapeuta” o también: “Inténtelo, recuperarse conseguirá su integración”.
De este modo, todas las miradas se centran en las destrezas o habilidades que una persona pueda ser capaz de adquirir, y pareciera que dichas habilidades sean el pasaporte hacia una vida en la sociedad. A partir de ello, la discapacidad es medida solo con parámetros médicos, y es precisamente el medico quien en definitiva, termina dirigiendo la vida y las elecciones de las personas con discapacidad.
Así, puede afirmarse que el modelo rehabilitador pone un excesivo énfasis sobre el diagnostico clínico, lo que genera una visión parcial e incompleta de la discapacidad. A los fines de comprender la discapacidad como una experiencia, una parte de la vida, se necesita mucho más que las “realidades” médicas. Ello no significa que la parte medica no sea necesaria, sino que el problema aparece cuando el medico determina no solo la forma del tratamiento, sino también la forma de vida de la persona con discapacidad. Entonces el rol se desliza desde la estricta área médica hacia un rol más general: una especie de consejero de vida. De hecho, las llamadas personas con discapacidad (consideradas invalidas) son evaluadas tomando como referencia a otras personas (validas). De este modo, pareciera que lo que persigue a través de la rehabilitación es la imitación de las personas capaces, la igualación a ellas, planteando de este modo la posibilidad de adquirir una casa propia, aspirar a un trabajo, a cierta vida social, etc… como los demás al igual que las personas normales. Es por ello que se entiende que lo defectuoso
Debe tomar lo estándar como modelo, por lo tanto, el éxito de la integración puede depender de una variedad de estrategias de asimilación. Pero existe detrás de cada acción una perturbada ideología: el ideal social de la goma de borrar (the social ideal of erasure).
Consecuentemente, la promesa de restaurar a una persona y brindarle la oportunidad de vivir una vida “normal” reafirma las nociones de anormalidad y normalidad. Según los objetivos del modelo rehabilitador, parece que las personas con discapacidad se encontraran obligadas a ser como los demás. Aunque quizás habría que preguntarse si a lo que apunta es que las personas con discapacidad sean o parezcan ser como los demás. Esto no es una cuestión insignificante, por otro lado, habría que cuestionarse a quien se supone que se refiere la ecuación “como”, que tipo de imagen es construida socialmente del individuo que es objeto de imitación, y cual es el modelo cultural que esta siendo impuesto.