Cuando era niño, viví en Jérémie con mis padres y mis tres hermanos mayores, en la calle ‘’Villa San Luis’’. La casa tenía cinco habitaciones con comedor, una sala, dos galerías y tres baños. Esa calle era conocida como una calle residencial ya que las familias de clase media estaban viviendo allá. Los niños estudiaban en la misma escuela prestigiosa de la ciudad.
Normalmente, mis amigos eran los niños de la calle y algunos con quiénes compartimos la misma Parroquia. Es por eso, nos pasábamos tiempo practicando deportes tal como el fútbol y el baloncesto; ir a la playa y jugando dóminos etc. Un día de verano, fuimos sin el permiso de nuestros padres a la playa ‘’Vertigo Beach’’ a 2horas de la ciudad. Al llegar allá, empecemos a divertirnos, comprarnos cervezas, pescados etc. Todo era perfecto! Como a la 6 de la tarde decidimos de regresar a casa porque a los demás muchachos empezaron a perder control. Me recuerdo que ese momento fue la primera vez que conduje un carro visto que todos los chicos mayores con quienes estaba eran totalmente borrachos. Teníamos que llegar a casa ya que se empezó a hacer tarde. En varios intentos de arrancar el carro, los jóvenes no podían a causa del efecto del alcohol. Por allá, comencé despacito a arrancar el carro y varias veces se apagó, lloré porque mis padres no sabían adónde iba ese día.
Pues, gracias a Dios, con mucho esfuerzo lleguemos a casa como a las 9 de la noche. En esa situación, aprendí muchas cosas tal como; la disciplina que es la regla oro, no beber mucho alcohol sobre todo cuando conduzcamos. Desde entonces, sabía que todo podía ser posible a menos que queramos y nos sentimos capaces. Entonces, esa experiencia me hizo reflexionar sobre los peligros de la vida ni no tenemos una buena disciplina.