La gente, en general, somos muy raros. Nos gustan las cosas que no tienen ningún sentido o nos encaprichamos de repente con algo que no vale nada pero le damos todo el valor del mundo. Así ha sido durante toda la humanidad, y más en concreto en el siglo XVII cuando los holandeses sucumbieron a una locura colectiva que les llevó al borde de la quiebra.
Y todo… por una flor. En concreto, el tulipán. Ahora protagonistas de las postales y presentes en todas las tiendas de souvenirs llegó un momento que pareció que aquella flor sin olor, sin propiedades medicinales y que dura solo cuatro días en flor traería la bancarrota a los Países Bajos.
Los dedos señalan a muchos culpables pero uno de ellos fue, como casi siempre, el colonialismo. Con la expansión territorial de los holandeses por tierras del lejano oriente llegó, en 1559, el tulipán. Una flor de colores vivos que en Turquía tenía una simbología relacionada con el lujo, pues servía para adornar las túnicas de los sultanes. Y es que el nombre, tulipán, proviene del francés tourban.
Los adinerados en los Países Bajos decidieron adoptar también esta flor y darle un carácter lujoso y exótico para incorporarlo a sus ostentaciones habituales.El tulipán se adaptó perfectamente al clima lluvioso del país y a su terreno arenoso y se empezó a cultivar con entusiasmo.
Además, se dio una situación botánica excepcional. Inexplicablemente, algunos de los tulipanes salían multicolores ¡Eso era rarísimo! E incontrolable. ¿Qué era eso? ¿Magia? ¿Destino? Daba igual. Como no se sabía cuando podría salir una flor multicolor, todos empezaron a pelearse por estos preciados ejemplares.Y aquí, amigos, llegó la primera lección de economía: la de la oferta y la demanda. Hasta el que le suenan a chino las páginas del Expansión sabe que cuantos menos tulipanes hay, más sube el precio.
Cada vez que se conseguía una flor multicolor, se la bautizaba con nombres de personajes ilustres y empezaba la batalla por ver quién podría hacerse con ella, pagando lo que fuera.
La gente se volvió loca, literalmente. Empezaron a registrarse vendas astronómicas, y en la década de 1620 y 1630 el precio no paró de aumentar, llengado a registrar beneficios del 500%.
Hoy en día, un tulipán cuesta poco más de 2€ pero llegó a costar hasta 1000 florines neerlandeses, cuando un ciudadano medio ingresaba 150 florines anuales de media. Hubo gente que hasta cambió su mansión por un solo bulbo.
Un tulipán tarda siete años en madurar así que pasó lo que tenía que pasar: la demanda creció tanto que los floricultores eran incapaces de suplirla.
Y allí empezó la primera gran burbuja económica de la historia, el windhandel(‘negocio de aire’). Como la gente no podía comprar algo que todavía no existía, firmaron contratos de futuros para obtener los bulbos una vez hubieran sido recolectados, aunque fuera a años vista. Empezaron a endeudarse e hipotecarse con la futura promesa de prosperidad. Ya no eran solo los ricos, sino que la clase media también entró de lleno en este fenómeno especulativo. Pedían créditos y elegían las flores de un catálogo pintado con acuarelas.
Pero esos tulipanes no existían, así que los ilustradores podían inventarse las flores a su gusto. Como no existían físicamente, la flor entró también en la bolsa de valores y entraron en acción especuladores, que compraban bulbos que se vendían meses después por precios mucho más altos porque el precio del tulipán no dejaba de subir.El gobierno había prohibido en 1610 el windhandel por la falta de garantías y dificultades que conllevaba.
A pesar de eso, los ciudadanos siguieron haciéndolo de manera privada.En 1637, la cosa empezó a ir mal. Hubo una mala cosecha y algunas voces que empezaron a cuestionar los precios astronómicos de los tulipanes.
En febrero de ese año se vendió por 90.000 florines un lote de 99 tulipanes. Al día siguiente, y como había sido costumbre se puso a la venta medio kilo por un precio de 1.250 florines. Y nadie los quiso comprar. La noticia corrió como la pólvora y, pam, la burbuja estalló.
El resto de la historia nos es tristemente conocido: todos quisieron vender al mismo tiempo y el preció del tulipán se estrelló. Las deudas empezaron a ahogar a los pequeños empresarios que no podían hacer frente a los pagos y llegó la bancarrota. Toda la sociedad holandesa había estado implicado en la Tulipomanía, así que la crisis fue de magnitud nacional. Holanda casi se fue a la quiebra.
Para superar la crisis los holandeses decidieron aprovechar las vastas extensiones de tulipanes para empezar a exportarlas al extranjero y convertirse así en el principal exportador de flores a nivel mundial. Así, recuperaron su economía al tiempo que descubrían que la explicación de los tulipanes multicolor era muy simple. Resultó ser un pulgón, que transmite una enfermedad a la flor que hace que se vuelva multicolor.A pesar de todo, los holandeses parecieron no aprender la lección porque casi vuelven a la quiebra un siglo después con la fiebre de los jacintos.
Ni los holandeses ni nadie porque las burbujas económicas se han ido sucediendo a lo largo de la historia. Una, dos, tres, cuatro… Las veces que el ser humano puede tropezar con la misma piedra parecen, de momento, infinitas. Como el precio del tulipán en 1630.
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