Berceuse, Obra de William-Adolphe Bouguereau (1875) - Imagen del Dominio Público (Wikimedia Commons)
Las “nanas”, “arrullos”, o “canciones de cuna” son cantos sencillos con letras cargadas de amor maternal, que desde tiempos inmemoriales principalmente las madres usan con regularidad para dormir a los bebés y niños pequeños.
Estas canciones usualmente contienen una sola estrofa de cuatro versos, que se repite una y otra vez, ya sea cantando la letra o tarareando su ritmo; a veces, se duplican o multiplican más veces las estrofas, haciendo cambios sutiles en la letra.
Kehtolaulu, Obra de Arvan Kawén (1921) - Imagen del Dominio Público (Wikimedia Commons)
Su función no es puramente emocional: Si bien sirven para transmitir amor y seguridad al niño, alejar los temores nocturno o aliviar el malestar de alguna afección de salud o evento física o psicológicamente traumático (e.g. una caída o un susto), tradicionalmente las nanas han servido a la madre ocupada en quehaceres del hogar —o bien de otro tipo, sobre todo en tiempos modernos— para retomar más rápidamente sus obligaciones domésticas, una vez que el niño descansa tranquilo.
Los arrullos permiten a la madre tener más tiempo libre para trabajar, cultivarse, entretenerse, divertirse, ejercitarse, o simplemente descansar.
Por todo esto que toda madre que cría a su niño y toda persona, hombre o mujer, que se dedique al cuidado de infantes los aprende o los inventa.
Las canciones de cuna son de gran valor cultural y están presentes en cada sociedad del mundo. En nuestro nicho occidental, grandes de la música clásica dedicaron un momento de su arte a la composición en este género: Liszt, Ravel, Brahms, Starvinski y Chopin, por nombrar algunos (en tales casos, no se habla de “nana” sino de “berceuse”).
Hay quienes piensan que instintivamente la madre aprovecha el momento del arrullo para acariciar la cabeza de su niño, estimulando así el desarrollo saludable de la neocorteza y con esta, el de la inteligencia. También hay quienes sostienen que este momento es propicio para sincronizar los latidos del corazón de la madre y el niño, obteniéndose la misma consecuencia que con la música clásica barroca, fenómeno popularmente conocido como “efecto Mozart” —aunque, obviamente, Wolfang Amadeus Mozart no es el único compositor de música barroca que haya existido (y, valga decir, la música barroca no es el único género que logra reducir la presión arterial y la frecuencia del pulso hasta llevarlo a un latido por segundo (el compás referido)—.
(Se ha estudiado que el tempo de la música clásica barroca (un latido por segundo) definitivamente reduce el estrés. Si lleva o no a un aumento en la inteligencia es científica y empíricamente debatible y está sujeto a una cantidad de variables que van desde las genéticas hasta las ambientales, pero es un hecho comprobado que reduce la ansiedad, lo cual es muy bueno no solo para aprender mientras se estudia, sino para lograr el sueño.)
Las canciones de cuna obedecen al ritmo melismático, opuesto al silábico y es útil para entonar melodías que facilitan la entrada en un estado de trance (y hasta de hipnosis). La técnica de melisma permite que pueden cantarse varias notas sobre una misma sílaba, como en la nana “Duérmete mi niño”, la más popular en Venezuela (cuyo ritmo es el mismo del Himno Nacional, el Gloria al Bravo Pueblo); he subrayado las notas que se alargan para completar los doce sonidos (sílabas) que debe haber en cada verso y asimismo he subrayado y colocado un asterisco a las que se acortan para el mismo fin:
Duérmete mi niño (Versión)
Duérmete mi niño, que tengo que hacer
Lavar los pañales, ponerme a* coser.
...
Este niño quiere que lo duerma yo
Duérmalo su madre, que ella* lo encargó*.
Este niño quiere que lo duerma yo
Duérmalo su madre, que lo parió.
Obra de Joaquín Sorolla (1908) - Imagen del Dominio Público (Wikimedia Commons)
Las nanas son un tesoro humano. En ella confluyen el amor, la sabiduría natural de la intuición y la empatía.
Gracias por leer sobre la literatura infantil.
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