Nota: El artículo siguiente es de publicación tardía, mas trata un tema actual.
Pasada la mitad del término del presidente estadounidense Donald Trump, se ha dado una radical política proteccionista en la economía estadounidense. El fenómeno comenzó con la reducción de impuestos a grandes empresas si prometían llevar de vuelta la producción a Estados Unidos para producir trabajos a pesar de que la producción estaba localizada en países donde la manufactura es más barata. Posteriormente, se redujeron los impuestos para entrada de capitales, para que las compañías ingresaran sus ganancias extranjeras en bancos estadounidenses. La imposición de aranceles se está dando de manera desmesurada, ralentizando el crecimiento de la economía global. Trump ha iniciado una guerra arancelaria donde posiciona a EEUU como la víctima de principalmente las exportaciones chinas que en su paradigma afectan la producción estadounidense con una competencia desleal imbuida en sus bajos precios. Al aplicar aranceles para las importaciones, se inició un enfrentamiento económico multilateral debido a una posición irracional de los EEUU. China y otros países iniciaron represalias con aranceles de su lado y mantienen un canal diplomático para intentar llegar a un acuerdo. El presidente de EEUU, pretende entre otras cosas un mercado nivelado, donde la competencia china no afecte la producción estadounidense y que además se respete en china la propiedad intelectual de los Estados Unidos. El resultado inicial de esta política fue un auge donde los niveles de desempleo estadounidenses llegan a bajos históricos, las tasas de interés se han mantenido estables y se han alcanzado ratios de crecimiento similares a aquellos antes de la crisis del 2008 a costa de otras economías. En la navidad del año 2018, la bolsa presentó importantes caídas, y estas caídas en bolsa han precedido una crisis en cinco de nueve casos. Importantes compañías estadounidenses como Apple, han presentado caídas en sus expectativas de ingresos debido a esta guerra arancelaria y evidentemente sus costes de producción están aumentando. China se encuentra asfixiada con la situación porque las compañías están buscando otros mercados para rentabilizar sus operaciones y el tiempo es crítico para evitar su salida. Los crecientes aranceles son pagados por la producción y consumo norteamericano y por los socios comerciales de Estados Unidos. Muy a menudo se están subiendo más aranceles, afectando a varias economías y aumentando los precios en ellas. La guerra arancelaria está tomando aires políticos con las represalias hacia Huawei, afectando a la economía China en un intento de aislarla. La deuda interna de los Estados Unidos está en veintidós trillones de dólares, producto de los recortes tributarios y sin señales de bajar pronto. Este dato representa un aumento de dos trillones de dólares desde que comenzó el actual periodo presidencial. La semana pasada se levantaron los aranceles sobre el acero y el aluminio proveniente de México y Canadá, previendo y haciendo campo para un posible acuerdo comercial entre ellos. El largo período de crecimiento estadounidense ha provocado un aumento constante en sus niveles de empleo. El principal impulsor de la economía está siendo el gasto deficitario, un índice que refleja el estímulo fiscal proporcionado por el gobierno. El actual gobierno republicano a inyectado enormes sumas a la economía, mostrándose contrario a su clásica crítica contra el gasto público y la inflación. Si a finales de la crisis se hubieran incrementado la inyección fiscal, se hubieran evitado altas tasas de desempleo que se han reducido en los últimos años. En este periodo se han recortado los gastos en el sector social, y disminuyendo la recaudación en el sistema productivo. El crecimiento de los Estados Unidos es estable en comparación con lo que se hubiese pensado dos años atrás, mas la economía China está en declive. Con el reciente incremento de los aranceles a China, los chinos responderán con aranceles el primero de junio aumentando la tensión comercial. El actual panorama puede ser una amenaza para el crecimiento de la economía global. Estados Unidos crece mientras una buena parte del mundo está decreciendo, quizás haya una recesión si la guerra arancelaria continúa, que podría desembocar en una crisis mundial. Estados Unidos quiere evitar el crecimiento de la economía china como un rival para la estadounidense y está buscando más recursos para frenar su avance. La economía estadounidense no se ha congelado por la inyección de capital público, China está en una situación crítica y el resto del mundo de espectador en un escenario incierto en el que la voz crítica la posee Estados Unidos y de ella dependerá el futuro curso de la economía mundial.