Una de las más grandes ilusiones de los niños es recibir regalos y si esos presentes son juguetes mejor aún.
Recuerdo una época en particular cuando ya entrando a la adolescencia un día antes de la navidad mi abuela me llamó y me dijo que yo ya era grande y conocía el secreto de Papá Noel y los Reyes Magos y que necesitaba ayuda para comprar y preparar los regalos de mis hermanos. Claro que mi infancia no era una etapa totalmente cerrada pero esa nueva “responsabilidad” mezclaba un poco mis sentimientos, por un lado comprendía perfectamente la ilusión y la excitación de las fiestas y de los regalos, potenciado cuando se trataba de juguetes, por otro lado un nuevo panorama se abría ante mí: a lo anterior agregaba mi nuevo rol de “cómplice” o conspirador para que los más pequeños continuaran pensando que los regalos provenían de Papá Noel y los Reyes magos.
En aquellos años la televisión aun no era de consumo masivo, no existía la Internet ni las aplicaciones móviles y las fábricas de juguetes no tenían la sofisticación, diseño y maquinarias de hoy. Solo la publicidad de la radio ayudaba a los niños a decidir o al menos a solicitar el juguete de mayor conveniencia, otra posibilidad era mirar las vidrieras y escaparates de los negocios de ramos generales, comercios especializados solo en juguetes prácticamente no existían. Los niños cuyos padres eran menos pudientes se deberían conformar con alguna prenda, útiles escolares o un juguete fabricado en casa o comprado de ocasión.
Pero hoy todo ha cambiado, la propaganda televisiva, desde Internet o desde las aplicaciones para teléfono hace una gran presión y prácticamente obligan a los padres a adquirir modernos y caros juguetes. Las jugueterías por otra parte, han debido adaptarse a los cambios y mantener un stock y variedad asombrosa de artefactos de todo tipo diseñados para satisfacer la alta demanda y capacidad de decisión de los niños.
Hace algunos días escolté a un compañero de trabajo a una juguetería del centro porteño, debía buscar un balde conteniendo ladrillos plásticos para construir pequeñas casas y maquetas, era para una de sus pequeñas hijas y a pedido del colegio, porque no solamente los juguetes sirven para entretener sino también para aprender.
Quedé atónito al observar el local, el tamaño de los escaparates y repisas y la cantidad y variedad de juguetes, es asombroso; estos negocios se han convertido en una especie de supermercados temáticos, tienen changuitos y cestos con ruedas para depositar los juguetes seleccionados, varias líneas de cajas y una amplia forma de pago.
!Cómo han cambiado las épocas! el día que acompañé a mi abuela a comprar los regalos, fuimos a un pequeño local que entre otras cosas vendían algunos juguetes y de la lista de mis hermanos solo conseguimos un par de cosas, el resto hubo que inventar la historia de que los Reyes Magos no tenían existencias porque eran importados y no se conseguían.
Es verdad Héctor, las jugueterías se han transformado en un verdadero supermercado donde uno debe permanecer por horas decidiendo un regalo si no se va con una idea pensada.
Lo que también es asombroso son los precios de los juguetes. Si querés comprar algo más o menos de lindo te gastas de $1.500 para arriba.
Abrazos
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excelente post
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