Los que habitamos aquí
estamos enfermos
de nuestro dueño.

Le hemos clavado saetas en el pecho,
buscamos dolores para librarnos.

Sentimos podrir e infectar todo cuanto nos retiene.

Somos la plaga etérea que consume a este hombre;
pretendemos rozar la libertad,
aunque fuera de aquí
el oxígeno nos aniquila.

Somos las voces de lo que él calla.
Con cada año somos más
y los espacios se están haciendo pequeños.

El camino de salida está cerrado.
Tememos estallar.

                   Este pobre loco
                   nos ha criado cautivos,
                   hemos fracturado sus costillas
                   en el intento por derribarlo.

Encorvamos su espalda,
agrietamos su rostro,
hasta le hemos arrancado el cabello,
pero el loco no nos suelta.

¿Acaso no sabes que somos nocivos?

Queremos consumir a otros y tú nos retienes.
Déjanos vengar tus angustias.

Somos en mayoría oscuros, o eso creemos,
aquí hay poca luz para diferenciarnos.

Otros vienen de afuera y son más claros,
los vemos pasar oído abajo, los esperamos,
y en la recta del pecho los devoramos.

Así vivimos aquí,
en la decadencia de este pobre loco que nos retiene;
que nos ha criado cautivos.