Me quedo helada.
Neal continúa sosteniendo su caja hacia mí mientras Camila murmura
cosas que yo no puedo entender. Estoy enfrascada en sus hermosos ojos azu-
les, ojos que hace pocos minutos me miraron con lujuria total.
—Tómalo Natalie, es para ti —humedezco mis resecos labios y tomo
la pequeña caja.
—Ya está, Chloe dice que... ¿Qué es eso Natalie? —miro a Lara que
viene llegando a la sala.
—Neal le ha dado un presente a Natalie por su cumpleaños —dice
Camila.
—¿Tu cumpleaños? Eso no es hasta el veintidós de enero —replica
Lara.
—Nena hoy es veintidós de enero —murmura Neal sin apartar sus ojos
de mí.
—¡¿Qué?! No, no puede ser ¿Me olvidé de tu cumpleaños? No papá, tú
debes estar equivocado —exclama Lara.
—No lo está —susurro—. Él, no... —la miro—, yo también lo olvidé
por completo pero hoy es veintidós de enero
—Natalie —Lara se abalanza sobre mí y me abraza—, debes pensar lo
peor de mí
—También lo olvidé Lara, todos lo olvidamos excepto... —miro a
Neal de nuevo—, excepto tu padre
—Aun no abres mi obsequio —dice este sonriendo.
—¡Oye! —se queja Lara—. ¿Cómo es que te acuerdas de su cumplea-
ños, le compras un obsequio y no me dices nada a mí?
Mis ojos se abren de sorpresa. ¿Qué le va a decir ahora?: “No lo olvidé
porque ansiaba tener sexo con ella y hoy lo podría hacer sin ningún impedi-
mento legal...” si claro.
—Supuse lo recordarías. Estuviste con tu madre en el centro comercial
hoy y pensé que le comprarías algo —dice con un tono inocente.
Si existe alguien capaz de engañar a un detector de mentiras, es Neal.
—Lo que sea —Lara me miro de nuevo—. Tenemos que hacerte una
fiesta ¡Son dieciocho! Y demonios —hizo un mohín—, soy la pequeña de us-
tedes de nuevo —blanqueo los ojos.
—En pocos días cumples dieciocho también —susurro haciéndola son-
reír.
—Haremos tu fiesta aquí y obvio que te ayudaré a matar a Derek por
olvidar tu cumpleaños es decir ¿Cómo un chico se olvida del cumpleaños de
su novia? Es como imperdonable
Derek... hace unos minutos no había pensado en él para nada, estando
con su padre.
—Ha estado bajo mucha presión Lara, seguro que se acuerda más tarde
—Ni hablar, me voy a planear la fiesta, ya solo tengo dos días para eso
y... —se detuvo, una mirada maliciosa atraviesa su rostro—, Chloe tendrá que
ayudarme —chilla corriendo escaleras arriba.
—Bueno, pobre Chloe —murmuro para mí misma.
—Feliz cumpleaños Natalie —Camila me abraza sobresaltándome pero
le devuelvo el abrazo como puedo.
Me siento una completa hipócrita.
—Gracias —susurro.
—Aun no abres esa caja ¿Qué pasa?
Abro con lentitud la caja, cuidando de no dañar el hermoso lazo que la
adorna, aunque no se compara con el hermoso collar que se encuentra dentro.
Es de una cadena delgada, con un diseño exquisito y sencillo. Parece de plata
pero soy una idiota con esos temas así que no puedo asegurar nada. El dije es
circular con diseños igual de hermosos que la cadena en sí con una hermosa N
en relieve. Era simplemente... perfecto.
—Está... —aclaro mi garganta—, está muy hermoso señor Black
—Basta con eso Natalie, llámalo Neal —me apremia Camila.
—Gracias Neal —lamo mis labios nerviosamente y luego miro a un
punto muerto por donde Lara se marchó—. Si Lara está ocupada será mejor
que me valla
—Ni hablar, te quedas a cenar ¿Verdad? —pregunta Camila.
—No, papá y yo siempre cenamos este día... puede que lo haya olvi-
dado por ahora pero seguro también lo recuerda más tarde
—Eso es una lástima —ella hace un mohín idéntico al de su hija.
—¿Por qué no ayudas a Lara mientras yo la llevo a casa? —propone
Neal.
Estoy a punto de replicar cuando Camila me interrumpe diciendo que
es una magnífica idea, se despide de mí con un beso en la mejilla y sube las
escaleras. Dejándome a solas con Neal.
—No es necesario que me lleves —digo tras voltearme y tomar mi
bolso.
—Si, si lo es. Tu y yo tenemos una conversación pendiente —aprieto
mis puños y me doy vuelta dispuesta a decirle que no cuando me calla con un
beso—. Sin peleas pequeña, odio que me digan que no
Su cercanía me desvanece todo pensamiento claro, asiento y lo veo
sonreír.
—Date la vuelta, si no mal recuerdo los collares van en el cuello
Me quita el collar de las manos y me doy vuelta. El contacto de sus
dedos en mi cuello me manda corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Siento
que lo abrocha pero no se aparta, en cambio pega su cuerpo al mío.
—Para todos esa N podrá ser de Natalie. Pero para ti y para mí, signifi-
cará otra cosa —susurra en mi oído haciéndome jadear.
¿N de Neal? No, imposible. Es decir, él no... tengo que saberlo.
—¿N de Neal? —ríe roncamente en mi oído y se aleja.
—Tomaremos esa decisión de camino a casa
Para mi gran suerte, apenas puse un pie en el auto de Neal —luego de
despedirme de Lara, por supuesto— recibo una llamada de Chloe, y la mayor
parte del camino estuve hablando con ella. No se perdona no acordarse de mi
cumpleaños y me lleva bastante tiempo convencerla de que no es gran cosa.
Cuando por fin cortamos, ya estamos en mi calle. El auto se detiene
frente a mi casa y Neal lo apaga pero ninguno de los dos dice nada. Finalmen-
te, él habla.
—Tenía la esperanza de que tu padre no estuviera en casa —miro por
la ventanilla el auto de papá y lo miro de vuelta a él.
—Mal por ti —me desabrocho el cinturón de seguridad pero no puedo
abrir la puerta. Está trabada—. ¿La destrabas?
—Como está tu padre tendremos nuestra conversación aquí
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Ahora déjame salir del auto
¿Vale? —él niega.
—Natalie por favor...
—No, por favor no Neal. Sé de lo que quieres hablar y no, lo siento
pero no —sacudo la cabeza—. Lo que hicimos estuvo mal y lo sabes
—Eso no quita el hecho de que lo disfrutaste —se gira para verme de
frente—, tanto o más que yo —estira su mano y toma un mechón de cabello
que se me escapó del moño.
Su contacto me hace débil. Esto no debe pasar.
—Sé que te mueres porque te toque otra vez —su mano cae en mi cue-
llo—. Porque te bese —se acerca—, y me entierre hasta el fondo en ti, peque-
ña
Quiero decir que no, debo decir que no pero mi cuerpo pide a gritos un
sí. Neal toma ventaja de mi batalla interna y me besa. Su otra mano se desliza
por mi muslo hasta mi entrepierna y lo presiona haciéndome gemir. Toma esto
como oportunidad e introduce su lengua que me explora toda la boca, de-
vorándome sin contemplaciones. Cuando por fin se aparta, mi respiración es
irregular y mis labios están hinchados, una sonrisa de triunfo atraviesa su cara.
—Puedes negarlo todo lo que quieras pero tu cuerpo dice otra cosa
—Parece usted estar muy seguro de conocer mi cuerpo —siseo.
—Claro que lo conozco ¿Ya se te olvidó lo que hicimos? Porque a mí
no —acaricia el lóbulo de mi oreja—. Además quiero repetirlo y tu también
—¡No! —me quito su mano de encima y señalo la puerta—. Necesito
bajar del auto ¡AHORA!
Él ríe y destraba la puerta, bajo y antes de cerrarla me vuelvo hacia él.
—Olvídate de lo que sucedió Neal, no va a volver a ocurrir
—No cuentes con eso pequeña, tengo muchas ansias de ese cuerpo.
Una sola vez no basta para mí —lame sus labios y luego prosigue—. Me gus-
tan los riesgos Natalie y en este momento, el riesgo eres tú —gruño y azoto la
puerta.
¿Pero quien se cree este? Camino a casa y tras azotar de nuevo la puer-
ta de entrada y la de mi habitación, me tiro en la cama. Es tan frustrante como
es de arrogante y confiado, tan seguro de que volveremos a tener sexo. Aun-
que no puedo engañarme a mí misma, estuviese mal o no había disfrutado ese
encuentro.
—No —exclamo a la nada.
Esto no puede ser. Él es el padre de mi amiga ¡De mi novio! ¡Tengo un
novio muy guapo al que desear! Aunque nunca me ha hecho el amor como
Neal, algo se había encendido en mí en ese encuentro. ¿Tal vez el salvajismo
con que me poseyó? ¿O que me diera mi primera buena experiencia oral? ¿O
simplemente el hecho de cómo me comía con la mirada y me hacía sentir de-
seada?
Solo recordar eso y ya quería tenerlo entre mis piernas de nuevo.
Para el momento en que me quito la ropa, mis pezones están duros y
mis bragas empapadas. Maldiciendo a Neal me meto bajo la ducha fría, repi-
tiéndome una y otra vez que dejase de pensar en Neal.
Pero no importa cuántas veces me lo dijera a mí misma, los recuerdos
no desaparecían. Sus labios en mi cuerpo, sus manos en mi cuerpo, su mirada
llena de lujuria.
Estaba completamente jodida, hasta el fondo.