LOS DOS CIEGOS
En una aldea de un país muy antiguo, Vivian dos hombres ciegos de nacimiento, cuando ya tuvieron cierta edad en su juventud, se dieron cuenta que al oriente de su país había un hombre muy sabio que le daba vista a los ciegos. El atendía a los pies de un árbol.
Con la ayuda de dos amigos suyos, decidieron visitar a dicho hombre, con la esperanza que obtendría la vista para trabajar todos los que re restaran de su vida. Hablando cada uno con su amigo, estos los apoyaron para que emprendieran el viaje a esas tierras muy lejanas.
Salieron y después de un mes de camino, cruzando montañas y valles, llegaron a ese lugar, donde en verdad encontraron el prodigioso hombre quien con una planta de la región hacia ver a los ciegos.
En la primera entrevista que el sabio le pregunta al primero:
¿Amigo usted para qué desea dejar de ser ciego?
El hombre ciego le respondió, tengo una gran necesidad de ver para dedicarme a servir a mi prójimo porque tengo dos décadas de existencia y no he podido contribuir con algo a la sociedad que me rodea.
Me considero que he sido inútil y quiero recuperar el tiempo perdido, tantos años con sus días y sus noches que no me he servido ni a mí mismo, pues hasta el pan de cada día, lo tengo que pedir y recoger. Todas las mañanas le pido el favor a mi amigo que me lleve al pie de los árboles frutales que hay al frente de mi casa y de allí tomo los frutos que en la noche caen para comer y algunos que otros, llevarlos a la puerta de la casa para que alguien que pase me eche una monedita en mi sombrero en cambio de una fruta de las que tengo en mi canasta.
¡Yo quiero hacer algo por mis semejantes…!
El sabio le respondió, después de leer tu interior, me he dado cuenta que tu quiere la vista para servir, pues eres un hombre de bien, tienes buen corazón y lo que me dices es verdad, si deseas ver para servir.
Con esa condición le haré el favor de que sea un hombre con ojos de águila, pero debes cumplir con ese deseo, aprovechar tu vista para servir a los demás, y así lo haces tus ojos, los tendrás abierto por sesenta años, hasta el día que bajes a la tumba y tomando el ungüento de su planta misteriosa le untó en sus ojos y de inmediato pudo ver.
El hombre sanado, muy contento le preguntó: ¿Qué le debo por su trabajo?
El sabio le responde, no me debes nada, págale a Dios, sirviéndoles a los hombres que soportaron tu ceguera y sembraron árboles que dieran fruto para tu manutención.
¡Te puedes ir en paz!
Pasando el segundo hombre, el sabio le hace la misma pregunta:
¿Hombre, para que quieres ver…?
El ciego le responde, yo he sido hombre muy sufrido, por ser ciego, mis padres me abandonaron, por ser ciego, he tenido varias pretendientes y por mi ceguera me ha rechazado, nunca he tenido un empleo porque en las partes que lo he solicitado, me consideran un inútil y me desprecian.
Teniendo mi vista, quiero encontrar a las mujeres que me han despreciado y se burlaban de mí, para humillarlas y vengarme de ellas.
Buscar a mis padres y decirles que por qué fueron ingratos conmigo.
Pasar por las empresas que me negaron una oportunidad laboral, colocarles explosivos y acabar con su estructura.
Deseo obtener riquezas para vivir bien y recuperar el tiempo perdido, viajando para todas partes en comilonas y hermosas mujeres. Tener colección de carros y finos caballos.
El sabio le responde, ciego, yo tengo la medicina para que recobres la vista, pero después de haber leído tu corazón, he concluido que no te puedo ayudar, porque no eres hombre de bien.
Deseas tener ojos abiertos, no para hacer el bien como tu compañero, porque después de leer tu corazón he concluido que deseas obtener vista para viajar donde están tus padres y reclamarles su desamor contigo.
En las fábricas donde te han negado empleo colocarles explosivo y a todos tus enemigos destruirlos, conseguir riquezas y hacerte poderoso en la tierra, no para hacer bien, sino para mal.
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Solo tu intensión es vengarte de los otros mortales, de los que no tienen culpa de que estés ciego, sabiendo que el culpable es tu corazón que está inclinado en hacer mal a los demás y ser vengativo.
Dios te trajo ciego desde el vientre de tu madre, porque él conoce tu corazón. Si tuvieras vista, serías un hombre dañino a la sociedad, pues no deseas ver para servir, sino ver para vengarte.
Luego te toca regresar a tu casa y seguirás siendo ciego de tus ojos, porque ciega es también tu conciencia. Tu compañero deseaba la vista para servir, por eso Dios le dio permiso que cumpliera su deseo y se fue feliz. Tú lo desea para mal y siempre serás ciego.
El ciego se regresó muy triste, resignado a vivir ciego por toda su vida.
El compañero se marchó muy feliz con su amigo y llegando a la aldea, puso a germinar por cada año de su vida una semilla para sembrar árboles frutales para bien de la humanidad y no solo eso, sino que sembró muchos más, diciendo:
Los primeros veinte arboles es por los años que han pasado cuando yo era ciego, los otros sesenta por el tiempo que el sabio me prometió que viviría por tener buen corazón y sembraré veinte árboles más para que después de mi partida, otros coman como yo he comido de los que ya partieron. Todos los arboles sembrados por él, los marcó con su nombre. Todo mundo que pasaba y tomaba frutos del lugar hablaba del ciego agradecido y todos hasta hoy le recuerdan.
Este mensaje nos trae doble enseñanza:
En el primer episodio del ciego que pudo ver, se muestra la gratitud con los hombres que le sirvieron cuando era ciego y no podía trabajar, sembró arboles por el tiempo que estuvo ciego, por gratitud a los que ya le habían servido. Sembró árboles para el resto de sus días pensando en él, su familia y contemporáneos. Además su gratitud le permitió dejar su nombre marcado en el recuerdo de los hombres después de su partida. Dejo huellas en su vida, marca en su existencia. Sabiendo que en sus primeros años solo se conocía como uno de los ciegos de la ciudad.
El caso del segundo hombre nos muestras como muchas veces a algunas personas le pasa lo de este ciego, desean ser alguien en la vida, obtener poder, fama y riqueza, para humillar a sus semejantes, despreciar al necesitado, aniquilar a los pueblos, odiar y matar a todo aquel que se opongan a sus ideales, pero no pasan de ser y nada logran, porque el aparente bien para ellos, se convierte en peligro para la sociedad.
Antes de buscar prosperidad, examínate, mira tu corazón si tus ideales son para bien tuyo y de los demás y si no lo son, no insistas que Dios conoce los corazones y lee el futuro de cada uno de los hombres.
Reflexión
La grandeza de la vida se consuma en minutos, aunque muchos años hayan sido deplorables.
La gratitud es una virtud que se conserva en el corazón de los hombres nobles quienes la conviertan en generosidad para satisfacer su corazón de alegría cuando pagan los favores recibidos.
Como pan y bebe agua sin olvidar dónde la encontraste.
Para muchos hombres está marcada una existencia, en desaciertos, porque su ceguera espiritual y material, los convierte en fracasados de por vida.
Hay esclavos y servidores del mal, que el bien les huye por no provocar cortocircuito en sus conciencias.