Me encontraba perdido entre la multitud que se encontraba en aquel concierto, las personas que permanecían conmigo hasta aquel momento habían desaparecido como la lluvia al tomar contacto con la tierra y es que de alguna manera aunque me encontrara rodeado de personas sentía la soledad dentro de mi. No era la primera vez que llegaba a mi ese sentimiento de vació interior, una frustración como la que podría padecer la luna si nunca pudiese llegar a su forma completa y es que esta vez parecía que el alcohol no conseguía anestesiar ninguno de mis temores, sino más bien al contrario provocando el efecto inverso acentuando mi ansiedad. Mi cabeza daba mil y una vueltas como barco movido por la mar en plena tempestad, mis pupilas dilatadas hacían que mi visión fuera limitada como si observará a través de un antiguo catalejo y mi cuerpo angustioso sentía el estrés acumulado en mi pecho en forma de agotamiento mientras soportaba las palpitaciones cada vez más subidas de tono de mi corazón. Había sentido tantas veces las mismas sensaciones que ya se habían convertido en un bucle de una triste rutina de la cual no era capaz de poner fin pues no solo tenía que lidiar con odiarme a mí mismo sino que además tenía que ver como no era capaz de soportar mi propio sufrimiento, necesitaba una bocanada de aire fresco y entre toda aquella multitud solo encontraba angustia y agonía. Me hice paso y conseguí encontrar la salida entre aquel cúmulo de gente, caminaba de lado a lado sin rumbo con ganas de echar a correr como si intentara escapar de mi mismo cuando de repente algo llamó mi atención por encima de mi subconsciente dolorido pues
unas luces deslumbrantes llamaron mi atención, unos cuantos vehículos circulaban alejándose por la salida de la rotonda de las afueras que anexaba los dos pueblos vecinos. Mi mente comenzaba despejarse y podía conseguir ver todo con más claridad como si una luz estelar se hiciera hueco en la noche oscura, mi cuerpo ya notaba minimizados los efectos del alcohol y empezaba a reconocer el lugar donde me encontraba así que empecé a poner rumbo hacia mi pueblo, ¿Cómo podía haber llegado hasta allí? ¿Donde pretendía acabar la noche? En el camino empezaba a disfrutar de cada paso que mi cuerpo realizaba, respiraba tranquilo contemplando cualquier acera, edificio y un despejado cielo estrellado, cuando el miedo escapaba la paz entraba en mi ¿Porque no podía encontrarme de aquella manera constantemente? ¿Hasta cuando podría disfrutar de aquel momento? ¿Cuando volvería aparecer mi ansiedad? Era todo un misterio pero mientras tanto yo aprovechaba cada segundo, minuto y horas no se volviera a aposentar dentro de mí, empezaba a acercarse la hora en que se podía apreciar el amanecer y algo se removía por mis pensamientos pues no podía volver a casa sin disfrutar de tales vistas como realmente merecían así que me disponía a ir en dirección hacia la playa donde podría disfrutar de tal placer. Mientras amanecía en la playa iba encontrándome a conocidos y conocidas, volvía al punto de partida encontrándome en compañía y socializando incluso con personas las cuales no conocía, algo de lo que había escapado unas horas atrás, todo había cambiado y era algo que realmente me producía felicidad. Al fin después de un buen rato disfrutando todo lo que no me había podido permitir anteriormente llegó el momento de volver a mi casa y una vez allí fui directamente hacia la cama ya que mañana sería un nuevo día y una nueva lucha que combatir.
Ramón O Ramos Fabré