Primeros pasos

Llegué a Alemania sobre las 4 de la tarde y a los 30 min de estar aquí ya quería volver a mi casa.

Tenía una casa temporal para un mes que contraté en Air BnB porque como podréis adivinar, es super difícil encontrar un piso de alquiler a largo plazo en esta ciudad. Así que nada, me armé de valor para coger el tranvía y dirigirme a la estación central, que era donde había quedado con un amigo del dueño del piso para que me diese la llave.

Ah! Pero creéis que esto iba a ser fácil? Pues no! No tenía ni idea de cómo funcionaba el metro aquí y todo estaba en alemán o inglés (recordad que yo no soy muy espabilada en esto de las lenguas); así que compré un billete (el que me vino mejor) y me dirigí a mi destino. Menos mal que no vino ningún revisor, porque solo me hubiese faltado eso.

Una vez en la estación central, busqué el Mc Donals (que era donde habíamos quedado) y tras media hora esperando decidí llamarlo. Resulta que él estaba en otro Mc Donals de la misma estación! Yo estaba en el Mc Coffee…. Problemas de entendimiento, supongo que debería acostumbrarme a ellos…

Una vez con la llave, fue mas sencillo llegar hasta mi casa temporal: busqué la dirección en maps, compré el billete que yo creía de tren (tampoco vino ningún revisor, doy gracias) y al llegar allí me di cuenta: Menudo frío hacia!!!! Yo que venía de España, con el clima templado que teníamos y pum! No llega a 2 grados! Y de noche! Vale, ya era hora de acabar este día e intentar dormir algo, tal vez me despertaba al día siguiente en mi cama en España y todo había sido una pesadilla.

Cuando desperté conocí a los dueños del piso, una pareja de chicos super agradables, que alquilaban la habitación porque no podían permitirse pagar el alquiler de todo el piso a pesar de que los dos trabajan.

Algo que llamó mucho mi atención, fue que el piso tenía tres habitaciones y en total sería de unos 70 metros cuadrados, pero yo estaba durmiendo en su habitación; ósea, ellos se habían trasladado al comedor y dormían en el sofá para poder alquilar la habitación.

En ese momento muchas cosas pasaron por mi cabeza: Eso es lo que quería? Podría soportar estos cambios culturales y de vida durante un año? Desde luego, tendría que abrir mucho la mente para poder soportarlo.

No tenía muchas ganas de salir de casa debido al frío y a que no conocía a nadie, además me daba vergüenza hablar otro idioma y hacer el ridículo; pero busqué automotivación donde no la había y decidí que debía salir. Tenía seis días libres para explorar mi nueva ciudad, por donde empezar?

Decidí ir al centro, a ver las tiendas y los edificios culturales; pero, para ser honesta, solo aguanté unas dos horas. Enseguida quise irme a casa y continuar leyendo la trilogía de Nacidos de la Bruma para evadirme de aquella realidad.