Hoy, conversando con esta mujer, joven, profesional, sin hijos, sentí la necesidad de llevar un par de palabras a esas personas que, por obligación o por convicción, se convierten en cuidadores.
Y es que esta labor tan importante y tan desafortunada, muchas veces se convierte una carga aún más pesada que la que lleva el propio paciente. Ya sea de una enfermedad terminal, una que amerite un largo tratamiento, una afección de edad o cualquier circunstancia que impide a una persona cuidar de si misma. Es desafortunado ver cómo regularmente el peso y la responsabilidad del CUIDADOR recae sobre una única persona.
Muchas veces la familia más cercana es la más cruel en este respecto, ya sea porque resulta más cómodo o menos doloroso. Es comprensible que no queramos ver nuestro familiar/amigo pasando por un momento difícil, pero que apliquemos aquello de el que no sabe es como el que no ve, no debería ser una opción.
De cualquier manera es importante resaltar, que ESA persona, sobre la que recae la responsabilidad de cuidador@, es una persona cercana a nuestra edad y que no dejó todo de lado en su vida para cuidar est@ paciente porque sea su misión de vida. Que el cuidador tuvo una vida antes y aunque suene crudo, debe tener una vida a la que volver una vez se supere la situación. Y que como familiares debemos entender y comprender la magnitud del sacrificio que esta persona está haciendo. Que también merece un descanso y el reconocimiento por la encomiable labor que realiza.
Aunque esté cuidando a un progenitor@, a un hijo, al cónyuge o a cualquier otro pariente o amigo y que parezca que es su "obligación o elección", hay que darle validez y entender que es una persona que necesita despegarse, al menos por unas horas a la semana, para SER, simplemente, sin que alguien le esté pidiendo nada y sin tener que ocuparse en los horarios de las medicinas o los tratamientos.
Mí bendición y reconocimiento para todos aquellos que por una razón u otra, sin que ello fuese su vocación, funjen como cuidadores. GRACIAS Y BENDICIONES.