El Niño regresa en 2023 con peores olas de calor
El fenómeno climático conocido como El Niño, que consiste en el calentamiento anormal de las aguas del océano Pacífico ecuatorial, volverá a hacerse presente a partir del verano de 2023, según las predicciones de los expertos. Esto tendrá consecuencias negativas para el clima global, como el aumento de las temperaturas, las sequías y las olas de calor.
El Niño forma parte de un ciclo natural llamado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS o ENSO en inglés), que alterna con su fase opuesta, La Niña, que implica el enfriamiento de las aguas del Pacífico. Ambos fenómenos afectan a los patrones de viento, lluvia y presión atmosférica en todo el mundo, especialmente en las regiones cercanas al océano.
Los últimos tres años han estado dominados por La Niña, que suele estar asociada con condiciones más frías y húmedas en algunas zonas y más cálidas y secas en otras. Sin embargo, a partir de este año se espera que La Niña se debilite y dé paso a El Niño, que podría alcanzar su máxima intensidad entre finales de 2023 y principios de 2024.
El Niño suele provocar un aumento de la temperatura global media, ya que el océano libera más calor a la atmósfera. El año más cálido registrado hasta ahora, 2016, coincidió con un fuerte episodio de El Niño. Algunos científicos han advertido que el próximo El Niño podría hacer que se supere el límite de 1.5°C de calentamiento respecto a los niveles preindustriales, establecido por el Acuerdo de París como meta para evitar los peores efectos del cambio climático.
Además del incremento térmico, El Niño suele generar otros impactos climáticos adversos, como la reducción de las lluvias en el sudeste asiático, Australia y el sur de África; el aumento de las precipitaciones en la costa oeste de Sudamérica y el sur de Estados Unidos; la mayor frecuencia e intensidad de los ciclones tropicales en el Pacífico central y oriental; y la mayor probabilidad de incendios forestales en regiones propensas a la sequía.
Estos efectos pueden tener consecuencias negativas para la agricultura, la seguridad alimentaria, la salud pública, la biodiversidad y la economía de los países afectados. Por eso, los expertos recomiendan estar atentos a las previsiones y tomar medidas de adaptación y mitigación para reducir los riesgos y vulnerabilidades asociados a El Niño.
El Niño es un fenómeno natural que no se puede evitar ni controlar, pero sí se puede anticipar y preparar para él. La ciencia ha avanzado mucho en la capacidad de monitorear y pronosticar su evolución con meses de antelación, lo que permite una mejor planificación y respuesta. Sin embargo, también es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que están alterando el clima global y exacerbando los eventos extremos.