Distopia, Capítulo 5

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Tristan sintió que cada sonido que hacía en la oscuridad era cien veces más fuerte de lo que se suponía que era. El crujido de la ropa, el chapoteo del agua. Todo sonaba como un ejército marchando por la casa.

"¿Tris? ¿Qué estás haciendo?" Joy se había despertado. Pero él habría necesitado despertarla de todos modos.

"Nos estamos yendo. Te ayudaré a vestirte en un momento. Solo necesito empacar algo de comida primero."

"¿Qué? ¿Por qué? ¿Ya estamos yendo para el ataque? ¡Pero han pasado solo cinco semanas desde que llegamos aquí! ¡Aún no puedes estar listo!"

El miedo y la preocupación en la voz de su hermana fueron abrumadores. Trató de no mirarla.

"No, no nos iremos al ataque. Solo nos estamos yendo."

"¿Nos permitieron ir?"

Él no respondió eso y en su lugar terminó de empacar. Luego ayudó a Joy a sentarse y ponerse la ropa adecuada. Ropa cálida. El desierto era mortalmente frío durante la noche y sin una casa que los protegiera, Joy podría morir congelada si no estaba preparada adecuadamente.

"Tristan, ¿por qué no me estás hablando? ¿Qué está pasando?"

"Necesito que estés muy, muy callada ahora, ¿de acuerdo?"

Se ató la mochila y levantó a Joy de la cama para cargarla en sus brazos. Estaba un poco más pesada que cuando llegaron, pero casi tan liviana como una pluma. Por una fracción de segundo, se preguntó cuánto peso podría ganar si se quedaban. Se preguntó si ella podría convertirse en un adolescente saludable al cuidado de los androides.

Quizás ella podría. Pero había demasiados peligros asociados con la permanencia en ese lugar. Tendría que decirle demasiadas mentiras. Y él no quería eso.

Cuando Erin le había dicho la primera vez que los androides no podían matar humanos como parte de su programación, se había mostrado escéptico. Pero Erin pareció confiar en él después de un momento y todas las pruebas apuntaban a que decía la verdad.

Durante un corto período, quedarse y luchar en la guerra con ellos había parecido la elección correcta. Seguridad para su hermana, salvación para la humanidad, todo eso parecía estar muy cerca. Él ya había soñado con agua limpia, aire limpio, buena comida y gente feliz.

Entonces la realidad lo alcanzó.

Él había estado tratando de entrenar a los que se le habían asignado, había tratado de enseñarles a manejar un arma, trató de enseñarles a sobrevivir, trató de enseñarles a matar.

Algunos tuvieron éxito. La mayoría no lo tuvo. Y no podía culparlos.

Casi ninguno de ellos participaba voluntariamente, todos habían sido arrastrados por los androides con la amenaza de muerte rondando en sus cabezas. Creían que los matarían por cualquier transgresión y que su familia sería castigada.

Podría ser posible construir un ejército motivado por el miedo, pero ese ejército nunca sería bueno cuando se probara en la batalla.

Eso es lo que Tristan había comprendido, y era la razón por la que él decidió que no valía la pena. Sabía que fallarían. Y este fracaso significaría la muerte segura de Joy. Prefería probar suerte, y huir de vuelta al desierto.

Tal vez encontrarían otra comunidad. Quizás podrían sobrevivir solos. De cualquier manera, tenía una mejor perspectiva que la muerte segura que le seguiría a esta guerra.

Escaparse de la ciudad no se suponía fácil, pero Tristan tenía información privilegiada. Sabía dónde patrullaban los androides, conocía su ubicación exacta en cualquier momento y en qué momento podía escaparse sin ser visto. Al tratar de hacer de él una parte leal e importante de todo el esfuerzo, Erin le había dado todas las herramientas, todo el poder que necesitaba para escapar con éxito.

Era casi irónico.

Llevando a Joy en sus brazos, Tristan se movió lo más rápido y silencioso posible, pasando desapercibido por las patrullas. Joy mantuvo su cabeza presionada contra su pecho y pudo sentir su respiración rápida. Ella estaba asustada. No podía dejarle saber que él también lo estaba. Tal vez incluso más que ella.

Los androides podrían haber sido programados para ser incapaces de matar humanos, pero Erin carecía de esa programación. Y fue la confianza de Erin la cual traicionó en ese momento. No quería imaginar lo que le harían si lo atrapaban. No quería descubrir cómo reaccionaría ante la traición una máquina con emociones.

Dejaron atrás las tenues luces de la ciudad y entraron en la casi absoluta oscuridad del desierto. Miles de estrellas era lo único que iluminaba el cielo nocturno, ya que la luna estaba oscurecida por la sombra de la tierra.

Después de caminar durante una hora en silencio, Tristan finalmente se detuvo y recostó cuidadosamente a Joy en el suelo. Estaba agotado. Caminar tan rápido como lo había hecho, con el peso combinado de su mochila y su hermana, había pasado factura. Incluso con su constitución mejorada por vivir en la ciudad, no tenía ninguna posibilidad.

"¿Puedes explicarme ahora, Tris?", Preguntó Joy. "No entiendo por qué tuvimos que irnos. Pensé que estábamos a salvo. Pensé que te habías hecho amigo de los androides y que tu puntería estaba mejorando. ¿Por qué nos fuimos? ¿Qué pasó?"

Tristan se sentó junto a ella y dejó escapar un suspiro largo, profundo y exhausto.

"No estábamos seguros. Tal vez por el momento, pero no a la larga. Participar en una guerra nunca es seguro. Tú misma me urgiste a ser un mejor luchador para no morir, creí que entendías el peligro."

"Pero eso no significa que podamos irnos…" Joy obviamente tenía algunos problemas éticos con los que luchar. No fue diferente para Tristan. De hecho, comenzó a agradarle Erin, al menos hasta cierto punto.

"Tuvimos que. Fue la única opción correcta."

De repente, la expresión de Joy cambió de desesperada e indefensa a odiosa y. . . mala.

"Arruinaste el plan", dijo con una voz que era vagamente suya. "Estábamos tan cerca de tomar el control de su androide principal, ¡todo se habría resuelto y habríamos sido los únicos gobernantes de la tierra! Pero tú, tonto humano, tuviste que arruinarlo todo. Deberíamos haberte reclutado a ti, no a esta niña insignificante."

"Joy, ¿qué demonios…?"

De la nada, Erin apareció y metió una jeringa en el cuello de Joy. Ella inmediatamente se relajó. Tristan estaba demasiado sorprendido como para hacer algo cuando Erin se paró sobre él con una mirada triste y negando con la cabeza.

"Sospechábamos que el gobierno restante enviaría un espía", dijo Erin. "Pero no esperaba que usaran a tu hermana. Ni siquiera estoy del todo seguro de cómo lo hicieron. Debería castigarte por abandonarnos, pero si no lo hubieras hecho, lo que controla a tu hermana podría haber sido la muerte para todos nosotros, así que lo dejaré pasar. Ven, levántate."

Erin le tendió una mano a Tristan y él la agarró. El androide levantó el cuerpo aparentemente sin vida de Joy y comenzó a caminar hacia la ciudad. Tristan lo siguió.

¿Qué más podía hacer?

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Traducido por @kex