Armadura oxidada
Las historias de marineros siempre suelen ser exageradas: pulpos gigantescos con miles de ventosas en sus largos y fuertes tentáculos; o la Dermochelys que fue atrapada, una y otra vez, en lugares diferentes, por las redes de pesca de la misma embarcación, en veinticuatro salidas; o la brisa de la noche que susurraba mensajes de monstruos abisales que sólo podían ser oídos por los hombres de mar más rudos y viejos. Exagerados o mentirosos, no sabemos.
Cuando Francisco conoció a este barco ya estaba varado en el muelle. Él lo compró y lo reparó. Todo el mundo pensó que lo iba a convertir en chatarra pero este joven marinero lo veía como un Rocinante marino: noble equino, compañero de viajes y sueños. ¡Sí! Francisco se había leído las aventuras caballerescas de Don Quijote de la Mancha.
Francisco era un cantador de malagueñas. Durante las noches de espera, las estrellas eran las inspiradoras de coplas melancólicas que él improvisaba de manera magistral. Entre tanto, esa Dermochelys nadaba alrededor de la “armadura oxidada” para mostrar el camino hacia el gran cardumen.
En la tercera noche, una tormenta se desató de manera intempestiva. Los marineros estuvieron asustados pero el capitán no. La “armadura oxidada” se bamboleó de lado a lado entre las húmedas ráfagas de viento. La zona estuvo llena de riscos y Francisco maniobró el timón de manera espectacular para evitar muchos golpes al casco. Fueron horas de arduo trabajo en cubierta pero finalmente lo lograron, se alejaron de los riscos y la tormenta fue aplacándose.
Todavía no había amanecido cuando la “armadura oxidada” mostraba su agradecimiento, a los valerosos marineros, deteniéndose en un banco de peces, por un rezón que nadie supo explicar cómo se soltó y quedó agarrado entre unas piedras.
Nuevamente, allí estaba la Dermochelys metida entre las redes.
Los navegantes podrían pensar, y así lo hacían, que había un pacto entre Francisco Coraspe y la “armadura oxidada” porque siempre llegaban a puerto seguro con buena pesca.
Y es que ese caparazón, con forma de navío, navegó sólo bajo la capitanía de Francisco, y era lo único que había entre el mar y aquellos hombres, que mientras se obnubilaban y descubrían los secretos azulados de los más bellos parajes marinos no veían la fusión, ante sus ojos, de una sola entidad entre Francisco y la embarcación.
Ya en el muelle, todos se miraban y en sus pensamientos saltaba la pregunta: ¿qué secretos existirá entre la “armadura oxidada” y la tortuga Dermochelys que siempre navegó a su lado?
Lo cierto es que la semana que viene se volverá a gritar: ¡leven anclas; vamos a zarpar! Y Francisco Coraspe vivirá nuevas aventuras con su “armadura oxidada”.
Con este cuento celebro el regreso de #fotocuento a steemit. Se trata de un Concurso Literario promovido por la steemitnauta @rahesi. ¡Les invito a participar! Las bases del Concurso son sencillas y se encuentran en el siguiente enlace Concurso de cuentos #fotocuento.
EquipoCardumen. Somos compañeros de viaje
Agradecemos tu participación en #fotocuento y te deseamos mucho éxito en el concurso. Te animamos a seguir creando excelentes historias en Steemit.
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