Su vida transcurre así, donde la rutina es su compañera, donde el latir de su corazón siempre marca el mismo compas. Cada cosa siempre está en su lugar y nada rompe la secuencia de aquel hogar. El desayuno siempre es muy puntual, a las 5:30 para que su marido se vaya a trabajar y a las 7.30 el del peque para ir al preescolar. Ya pasadas las 10:00 el almuerzo pone en marcha a sabiendas que es 100 minutos su familia llegara sin falta. Fin del almuerzo y comienza todo asear, la tele para el peque antes de su siesta tomar, el café para el esposo que ya se vuelve a marchar y saber que hoy es Jueves y se le debe entregar. Nada nuevo en esta vida que monótona ya esta y que entre las cuatro esquinas desde adentro ve pasar, nada perturba su paso que siempre es igual. Lástima que se olvido de disfrutar y se aferro a la comodidad, de tener que aparentar lo que nunca ha de esperar ya que su vida se pasa sin un brillo en su mirar. Hoy se puso a pensar lo que el futuro le deparara, una traición de su esposo que en la calle siempre esta, la marcha de su hijo cuando el forme su hogar y la soledad de una casa que siempre la nota igual. Sola en las cuatro esquinas a las que llama su hogar…
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