Le relataré una breve historia:
Mientras esperaba a uno de sus pacientes, una joven dentista conversaba con su asistente de consultorio.
Quiero invitar a mi Papá para las fiestas. – dijo ella. Llevo tiempo sin verlo.
¿Hace cuánto que no lo ves? – cuestionó la compañera.
Lo vi el año pasada, claro que siempre hablamos por teléfono y hacemos vídeo llamadas, pero es que él no quiere viajar. No le gusta.
Esta es la oportunidad para traerlo. –
Sí, eso quiero, pero estuve viendo los pasajes y están demasiado caros, carísimos.
La dentista achino lo ojos cuando dijo “c-a-r-í-s-i-m-o-s”.
Es por las fiestas, todo sube. – explicó la amiga.
Ese dialogo parece inofensivo, pero esconde semillas de pobreza. Detengámonos en la expresión: “demasiado caros” y “carísimos.” ¿A cuántas personas escuchamos diariamente decir que algo “está carísimo”? o más todavía: ¿Cuántas veces usted ha dicho que el precio de algo está “por las nubes”? Una vez una mujer dijo: “me ha costado un ojo de la cara.” ¿Tan poquito vale uno de tus ojos? – le preguntó uno los amigos que la escuchaba.
El asunto no es la expresión en sí, sino lo que ellas representan: esas expresiones representan y manifiestan el sentimiento de pobreza. Y no se trata de ir por allí siendo botarates, sino de mirar la vida desde otra perspectiva. Usted no tiene que ser un comprador ingenuo. De hecho, los ricos saben compran, negocian, buscan buenos precios, llegan a acuerdos, pero lo hacen desde la abundancia, no desde la escasez. Un maestro decía: “no hay cosas caras o baratas, solo hay conciencias ricas y conciencias pobres.”
Cada vez que usted dice, además que lo dice en tono extrañado y casi molesto, que algo está caro, usted le está diciendo a su subconsciente que “aquello cuesta demasiado”, que aquello es mucho para usted. Sin darse cuenta, se está auto limitando. Está afirmando su consciencia de pobreza.
Cambie de lenguaje, use expresiones más sueltas, más prosperas, orientadas hacia la abundancia, hacia las posibilidades.
Pongamos un ejemplo:
En lugar de decir “está carísimo”, usted puede decir: “Esperaré una mejor promoción.” “Voy a prepararme para la siguiente oportunidad.” Y cuando sienta que algún precio está inflado, que algún producto o servicio está sobrevalorado, no pelee, no se queje, no reclame, no se victimice, no se sienta pobre… solo ignore tal oferta y pase a evaluar otras opciones.
¿Se ha percatado usted que los pobres suelen ser regateadores compulsivos y mentirosos? Vibran en la escasez. Cuando un pobre compra y quiere un descuento, dice: “mire que voy a regresar, voy a venir siempre y voy a llevar más.” “yo te voy a recomendar…” Mentira, él sabe que nunca volverá. Solo quiere un descuento. Eso no es negociar, eso es argucia, maña. Obtienen precio casi casi rogando, haciéndose los que no tienen.
Algunos otros van por la vida pidiendo menos: “¿Nada menos?”. – preguntaba una señora a su casera en el mercado. Esa mujer vive pidiendo menos, y menos. ¿Entonces que le da la vida? ¡Menos!
Señores, la riqueza es una actitud, una postura ante la vida. Si a la vida la tratamos con abundancia, abundancia vamos a tener. Y el modo en que llamamos a algo, define el significado de ese algo en nuestra mente. Cambie sus expresiones, salga de los muros mentales de la pobreza… hable de prosperidad, de posibilidades, de riqueza. Recuerde: “no hay cosas caras, solo mentes pobres.”
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