UN MANDALA || Poniendo en orden mi garabato interior.

Hola! Les cuento que la cosa va así: hoy es el día número 45 de la cuarentena y de estar encerrada en casa, ¿qué casa? en el cuarto (porque vivo en una habitación) y la depresión está tocando la puerta. Este constante "no hacer" y el encierro, están acabando con la dulzura de mi carácter.

Pensar y pensar y pensar: ¿qué voy a hacer? ¿Cuando acabará esto? Y darme cuenta que la respuesta está ahí, pero sencillamente no la quiero ver. Es decir, no hay forma de creer que ésta será nuestra nueva forma de vida... ¡Bam! ¡Negación!

Entonces, de la nada, una ráfaga de buena vibra me recuerda que puedo con el mundo y que todo estará bien. La fe, que llaman. Y me levanto, me doy un baño, cocino algo rico, hago un par de cosas pero siempre regresa la incertidumbre, de la mano de la pregunta que me he repetido tantas veces. ¿Qué voy a hacer? Pues, nada mejor para este desorden emocional que un mandala. Para eso son ¿no?.

Primero les cuento que mi encuentro con esta práctica fue mágico. Hice "click" de inmediato con ella. ¿Alguna vez se han encontrado haciendo garabatos en un papel mientras hacían otra cosa? ¿Si? ¿No?. Bueno, en mi casa, al lado del teléfono había una agenda donde mi abuelo anotaba todos sus contactos con esa caligrafía tan perfecta que tenía. Y era ahí donde mi mamá y yo nos dedicabamos a garabatear. Hacíamos unas formitas sencillas y al parecer sin sentido, repetida e inconcientemente en el papel: que si un pétalo, una hojita, un ojo, una flor, un corazón, un espiral, alguna tontería, cuadrados, círculos, triángulos, estrellas. Todo un universo de posibilidades.

Resulta que la creación de mandalas es prácticamente lo mismo. Pero en círculos concéntricos y patrones simétricos. Además, tiene resonancia espiritual, es una herramienta maravillosa para la meditación, porque nos permite enfocarnos en una sola cosa; y a través de la creatividad manifestándose gráficamente, logramos entrar en un estado de relajación y concentración increible. Y ¿A que no adivinan? ¡FUNCIONA! ¡De verdad!.

Tengo algún tiempo haciendo mandalas, casi siempre tienen la misma forma, quizá esto responde a la teoría de que son una manifestación gráfica de lo que somos en el interior. Comencé copiando algunos patrones y luego poco a poco fui haciendo algunos míos.

En esta ocasión decidí intervenir la pared del cuarto con lo que tenía a la mano: un lápiz, goma para borrar, témperas (blanca y negra), un plumón (o marcador) y un cordón para los círculos de referencia; con la ayuda de un banquito donde subirme para alcanzar las zonas altas del dibujo.

Decir que tenía un boceto y lo hice tal cual lo había planeado, sería mentir. Simplemente me he permitido fluir. Sin embargo, puedo puntualizar algunas cositas que me funcionaron.

Primero, al incorporar una forma al mandala, la propongo con el lápiz y verifico que se ajuste al numero de veces que quiero dividir el círculo, casi siempre lo divido en 6 partes. Pero puede ser el número de partes que gusten.

Segundo, me gusta hacer los círculos para cada nivel del mandala. En esta oportunidad, la ayuda del cordón fue vital para que los "pétalos" (por llamarlo de una forma) quedaran todos, lo más cercano a ser del mismo tamaño.

También intento no repetir patrones en los niveles para que la imagen final sea bien dinámica. Además creo fielmente que los detalles son lo que le dan vida y procuro hacerlos delicados por gusto muy personal.

Aunque quiero que todo sea perfecto, acepto los errores en el trazo. Un amigo muy amado me convenció alguna vez, de que las imperfecciones en las cosas que hacemos, las hacen más hermosas. Porque dan fe de que una mano lo realizó y no una maquina

Aquí les dejo un video rápido de algunas partes del proceso. Lamento no haber grabado todo pero a veces empezaba a pintar y me perdía en ello. Olvidando encender la cámara.