Recordada por sus obras literarias como: La señora Galloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928) o Las olas (1931).Además de su obra literaria, el conflicto de la mentalidad femenina en lucha con la masculina ![]marcó también su día a día hasta el punto de ocasionarle ataques nerviosos y su suicidio. Así lo cree y lo certifica el periodista Roger Poole en su obra La Virginia Woolf desconocida (Alianza Editorial). La tensión empezó en su niñez con el comportamiento de su padre, Sir Leslie Stephen, narcisista y déspota con la madre, muerta muy pronto, y a raíz de las relaciones sexuales a que la indujo un hermanastro, mantenidas pasivamente por Virginia hasta los 22 años.
Para cuando llegara su matrimonio con Leonard Woolf, la joven ya había sufrido dos crisis. Lejos de lo que pueda parecer, el enlace no le aportaría la calma que tanto necesitaba, pues Virginia nunca estuvo enamorada de aquel hombre que chocaba día sí día también con la mente libre y poética de la escritora. Simplemente le aceptó para disponer de “un cuarto propio”, y tal como menciona en su ensayo, poder dedicarse a su amada literatura.
Durante sus ataques se negaba a comer y aseguraba escuchar cantar a los pájaros en griego, razón por la que los médicos le acabaron diagnosticando demencia. Probablemente, el tener un hijo le hubiera devuelto el equilibrio y la calma que tanto ansiaba, pero su marido, mal aconsejado algunos especialistas de la época, se encargó de que esto nunca ocurriera, pues temía que acabaran heredando la supuesta locura que él aseguraba que había invadido a su mujer.
Durante su presento desequilibrio emocional el único aliado era la pluma la momento de escribir ya que a pesar de no poseer hijos no pudo desempeñarse en otros aspectos por ende esto le ocasiono éxitos en otros por ejemplo en su novela Fin de viaje, en el que la protagonista se mata por la imposibilidad de obtener un auténtico intercambio emocional y físico con su marido. Algo totalmente cierto, pues en la biografía de su marido se reconoce que éste padecía un trauma sexual. Estas líneas que coincidieron con una grave crisis de la autora en la que intentó suicidarse por primera vez.
En la que es probablemente su obra más famosa y significativa, Mrs. Dalloway, Woolf repite el proceso, encarnando a la desencantada Clarisa y, más específicamente a Septimus Smith, el excombatiente que regresa de la guerra con los nervios rotos y que consulta a un notable profesor que no acude a sus llamadas de auxilio (este último personaje representa a su marido).
Una fabulosa mujer, lastimosamente demasiado sensible para este mundo!
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Así es
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