"Me sentía turbado, azotado por la tristeza como le ocurre a aquellos que han perdido a un ser querido, pero yo no había perdido a nadie, no tenia a nadie a quién perder.
Aquella tristeza se apoderó de mi cuerpo, consumiendo a mi desgastada alma en la oscuridad total.
La sentía en mi interior aún más que un todo, más de lo que podía sentirme a mi mismo...
Y lloré.
No con lágrimas, sino con el dolor en todos sus sentidos, aquel dolor que siempre llevas contigo acompañado de la pena y la desesperación, lloré con la impotencia, aquélla que te domina tirado en el suelo susurrando a tu oído que eres y siempre serás un perdedor.
Lloré con tristeza, con una tristeza más fuerte que la que inundaba todo mi ser, lloré con los recuerdos de un pasado trágico que iban y venían como en habitual en la personas que entran a tu vida.
Lloré de la única forma que sabía llorar...
Lloré a través de las cosas, lloré a través de las paredes, a través del suelo, a través de las sillas, de la mesa, de las puertas...
Lloré como nunca, a través de la música..."