Siempre me gustará el Helado de Mandarina

Amanda abordó el avión que la llevaría a su pueblo natal, pasaron dos años de especialización, donde no quiso salir de las residencias de la universidad, para terminar sus estudios de pediatría clínica. Tomó la revista de cortesía de la aerolínea y encontró algo relacionado con el helado. Decía que a veces somos un helado, ese helado que por primera vez pudimos elegir los sabores y que quizás pasó a ser parte intima de nuestros gustos.

Ese sabor convertido en recuerdo de la primera y única vez; que con el paso del tiempo se convirtió en nostalgias, quizás dulces y a veces ácidas. Recordó que fue su abuela- La Nana- como le decía -en verdad se llama Johana- pero, a partir de ella todos los nietos iniciaron a decirle “Nana” ella fue quién por primera vez le dio a elegir el sabor y además la heladería. Sus padres iban a donde el helado era bajo en azúcar y le pedían el que a ellos les parecía.

En esos instantes recordó una confidencia que su Nana le compartió y le hizo prometer que a nadie le diría: - antes del abuelo Eusebio, ella tuvo un hermoso amor de una semana. -Aquel joven era marinero, se encontraron tres veces en una heladería, él le dijo a la Nana: - Pide el helado que te guste- él llevaba una camisa hawaiana color mandarina, entonces ella encantada con el color, le respondió: ¡siempre me irá a gustar el helado de mandarina!

Llegaría derecho a la casa geriátrica, donde hacía 9 meses la Nana estaba internada. Desde hacía tres años inició a olvidar aspectos claves de su vida; a la fecha estaba diagnosticada con Alzheimer. A su padre le ha tocado pedir ayuda especializada, para que la traten con cariño y dignidad. Una vez aterrizó el avión, tomó un taxi y le pidió que la llevara a la dirección, que su padre le envió. Pero, antes lleguemos a una heladería, por favor.

Al llegar a la habitación de la Nana, escondió el cono de helado, abrazo a su amada Nana- ¿quién eres? -aquella a quien enseñaste a comer helado de mandarina- de inmediato le dejó ver el cono de helado, Johana rompió a llorar y a reír a la vez; déjenos solas, por favor le dijo al hijo y a la enfermera. ¡ Amanda vida mía, porque no habías venido! ¡Perdóname, Nana; ¡estaba estudiando fuera del país y no podía regresar hasta terminar, perdóname!

Hablaron largo rato, el padre de Amanda escondido escuchaba y a la vez lloraba, al observar el milagro de aquella mente. Johana se interesó en la nueva doctora de la familia, le pidió que le contará, si se había enamorado, a la vez que deleitaba aquel delicioso helado, que tantas lágrimas le sacaba. Al finalizar pidió un vaso de agua. Pidió que la ayudará a recostar la cabeza; cayó en un sueño profundo, -dijo la enfermera- regresen mañana, ah, sin helado.

*Breve historia: -El cucurucho o cono, inicialmente fue una especie de oblea parecida al waffle, hecho de harina especial, sal azúcar y sabores, se vendía con salsas dulces y queso derretido. Cierta vez en una feria, quién vendía helado en platicos de porcelana, no tuvo como lavarlos, pues eran mucho los pedidos; quién vendía el Waffle, al ver la angustia del heladero le dijo: -probemos haciendo un cono, y diga que lo consuman rápido-

La improvisada creación gustó en aquel verano. -Al nuevo cono le introdujeron helado, naciendo uno de los matrimonios perfectos en el cielo- ¡Reciban nuestro cordial abrazo virtual!