De Maracaibo a los campos de Flandes.

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Norte de Francia (región de Flandes), trascurre el año de 1917 tercero de la gran guerra europea en el sector ocupado por las fuerzas alemanas. Amanece el día brumoso y frío, apenas empieza a salir el sol y lejos en el horizonte se perciben lejanos ecos y resplandores, tal vez señales de tormenta o señas de la artillería que sin pausa ni tregua machaca con furia las frágiles trincheras en que se posicionan los soldados de ambos bandos enfrentados en terrible y descomunal lucha. En una vieja tienda de campaña frente a un grande y viejo mapa, un grupo de hombres enfundados en pesados trajes de vuelo y gabanes, escuchan detenidamente las instrucciones de su oficial jefe acerca de las operaciones a realizar ese día. Al terminar este les desea suerte y la mejor “caza” y seguidamente salen de ahí, a donde les esperan sus aviones ya preparados para salir, a los que abordan deprisa ayudados por el personal de asistencia y en un momento todo el campo se sacude con un sonoro estruendo de motores. Ruedan rápidamente por aquella improvisada pista de tierra, ganando altura a los pocos instantes. Ya en el aire adoptan la formación requerida, al frente su líder Von Richthofen el célebre “Barón Rojo”, detrás los veteranos, luego los novatos y a mas altura el observador cerrando la formación. A los pocos minutos se encuentran ya sobre su destino, abajo se extiende un amplio y desolado paisaje, cruzado por interminables líneas de trincheras y sembrado de cráteres producto de la artillería. Al ruido de los aviones, que alerta a los soldados la artillería anti aérea enemiga reacciona disparando contra ellos. Arriba los aviones se estremecen ante los furiosos estallidos de las granadas antiaéreas que reciben desde abajo y estallan a su alrededor y ganan más altura para eludir sus efectos. Al poco rato sobre las nubes y a gran altura se aproximan otros aviones a ellos, provenientes del campo enemigo (francés e inglés) que ya llegan para interceptarlos y sin pérdida de tiempo maniobran con prontitud para rechazar el ataque. Rápidamente todo el cielo de ese sector se estremece con el terrible cuadro de la batalla, aviones que maniobran de un lado a otro, el ruido estridente de las ráfagas de las ametralladoras; aquí y allá se observan penachos de humo que surgen de aquellos que alcanzados por las balas, sin salvación alguna se precipitan hacia tierra derribados. Abajo los soldados de desde sus trincheras interrumpen sus combates por momentos para observar el macabro espectáculo, los que pueden tratan de identificar a algún protagonista famoso o algún derribo cercano para tratar de recuperar algún despojo que sirva de trofeo.


A este terrible pero emocionante mundo de la época heroica de la aviación, de duelos aéreos, de “ases”de la aviación, de vida y muerte en las alturas, ingresa el joven venezolano Carlos Meyer Baldo, natural de Maracaibo estado Zulia nacido en esta ciudad el 20 de abril de 1895, quien con solo 18 años se alista como voluntario en las filas del ejército alemán y participa en la primera guerra mundial. De padre alemán karl Meyer Groeve y María Amelia Baldo Jara, natural del estado Táchira
Al ingresar al ejército alemán es destacado al Regimiento de Caballería “Dragones No 9”, con el cual combate en el frente ruso siendo ascendido a teniente por su sobresaliente actuación. Reducida la caballería por su vulnerabilidad al fuego de ametralladora, Meyer Baldo ingresa en la Escuela de Aviación Militar “Gotha Tea 3” de la ingresa como piloto en 1916.
Por mérito personales logra el ingreso en la famosa escuadrilla de Manfred Von Richthofen, el más famoso de los pilotos de caza alemanes de aquel tiempo, conocido como el “Barón Rojo “por los colores de su avión.


Meyer Baldo desempeña un amplio rango de misiones en esta escuadrilla, sobre todo de reconocimiento a las posiciones enemigas las que fotografía y se ve expuesto múltiples veces al fuego antiaéreo, el cual le alcanza varias veces sin resultar herido.
Oficialmente se le reconocen siete victorias o derribos en combate, ya que participo pocas veces en estos debido a que uno de sus cometidos por orden del Barón Richthofen, fue la protección y guía de los pilotos novatos que ingresaban a su escuadrilla. Por instrucciones muy específicas solo debía intervenir en el combate cuando las vidas de estos se vieran amenazadas y en peligro de muerte. Recibe su primera herida en combate mientras piloteaba un Fokker D-VII contra un Camel inglés, cayendo en barrena desde una gran altura, logrando enderezar su nave y aterrizar en territorio controlado por alemanes. Usualmente volaba a mayor altura cuando el resto de la escuadrilla estaba en combate con el enemigo, para prestar más apoyo con facilidad a algún piloto en caso de emergencia. En una oportunidad en una de las innumerables batallas aéreas libradas logra salvarle la vida a su jefe el Baron Richthofen, en el cielo de Flandes participando en la victoria No 61 de este. Esos días juntos derriban cuatro aviones enemigos.
Al conocerse la rendición de Alemania Meyer Baldo destruye su avión antes que entregárselo al enemigo. Terminada ya la guerra Meyer Baldo ostenta el grado de teniente de la fuerza aérea de Alemania y en retribución a su brillante hoja de servicios como piloto de caza, ostenta las condecoraciones de la “Cruz de Hierro “en primera y segunda clase; “Copa de Honor al Vencedor en Combate”; “La Cruz Hanseática” y la insignia de “Piloto de Caza “entre otras.
En el año de 1926 retorna a Venezuela donde se ocupara de diversas actividades de orden comercial. Conoce ya en el país a Florencio Gomes Núñez (uno de los forjadores y creadores de la fuerza aérea venezolana) quien le capta para el cuerpo de entrenamiento de la recién fuerza aérea venezolana en el año de 1930 y es enviado a los Estados Unidos para un curso de actualización ya que tenía varios años sin pilotar un avión. En 1931 en la academia militar de Mitchell Field, en Long island renueva sus conocimientos y en 1933 ingresa formalmente al cuerpo de instructores de la fuerza aérea venezolana en la ciudad de Maracay estado Aragua.
El día lunes 27 de abril de 1933 Meyer Baldo despega en un avión mono motor Stearman C3B, junto al mecánico Héctor Arias, para un vuelo de práctica programado para ese día temprano. Al ascender la aeronave sufre un desprendimiento de una de sus alas, precipitándose a tierra en el sitio de La Soledad muriendo ambos tripulantes instantáneamente.
Su sepelio se realiza en Caracas en el cementerio general del sur, asistieron las autoridades militares venezolanas y el embajador alemán en Venezuela, conde Franz Von Tattembach y el agregado militar alemán, quien nombre del comandante de la fuerza aérea alemana mariscal Hermann Goering (quien fue compañero de Meyer Baldo de escuadrilla y quien asumió el mando a la muerte de Richthofen ) expreso…… “Inclínense conmigo ante quien cumplió siempre con valor su deber de soldado, acudiendo valerosamente a defender su patria alemana y muriendo ahora al servicio de su patria venezolana”.
FUENTES:
Revista El Desafío de la historia No 19
Artículo de Florencio Gómez Núñez sobre Meyer Baldo de fecha desconocida en issue.com.

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